coplas a la virgen Dicen que te cante, Virgencita de la Cuesta, Virgen de Miranda, mi pueblo, pero no me dicen cómo he de valerme para que sin alas me remonte al cielo. Yo que sé quererte con el alma entera, yo que de ti, Virgen, de la Cuesta tengo el pecho lleno, yo que confundo cuando busco ansioso cuál de estos dos nombres aprendí primero, si el tuyo que en Salves me enseño mi madre o el suyo tan santo que de ti lo hicieron; yo que, aunque me aleje de tu hermosa Ermita, siempre estoy contigo pues te llevo dentro, nada sé decirte cuando todos hablan ahora que me piden que te traiga versos. Como las tristezas cuando hieren hondo, como los dolores cuando son intensos, mi cariño, Virgen, de la Cuesta siempre fue callado, nunca palabrero, cual si sospechara que al salir al aire y rozar el suelo fuese a profanarle cualesquier impío, fuesen a robarle de avaricias ciegos los que se refugian tras tu relicario, manantial eterno donde bebe Miranda del Castañar esta fe divina que a tu gloria sube con amor de rezos. Tu lo sabes, Virgen de La Cuesta Cuando me pidieron que te amase en público, y lo hiciera en versos, mi primer impulso, todo avergonzado, fue salir huyendo. Yo no tengo notas en mi gaita y tamboril, ¡yo no sé hacer eso! Mas arrepentido, porque no creyeran que si no te ofrezco mis toscos cantares, mis pobres conceptos, es que no me humillo, o te quiero poco, o que no te quiero; aunque no traen música, con mis coplas, Virgen, con mis coplas vengo, para decirte mi hermosa Virgen de la Cuesta lo que de verdad te quiero... |