coplas de miranda Quisiera yo hacer altar en mi pecho, sagrario en mi alma para el sacramento, del fruto admirable de este alto misterio que mora en el alma; humilde te ruego no miréis, Señor, a mi indigno pecho, cuando yo reciba tu sangre y tu cuerpo. Cante mi lengua al alto misterio del cuerpo y la sangre del Rey de los cielos, del Hijo enviado, del Padre y Marido de la Virgen Madre para mi alimento. Lavando los pies, con amor muy tierno, nos enseña a todos humildad y ejemplo. Nos hizo la senda con amor muy tierno, del vino su sangre, y del pan, su cuerpo. Misterio admirable de amor estupendo. «Era de la abuela de mi abuela, como esta ropa, que pasó todas las mujeres de la familia. Mire el tiempo que tendrá el rezo; cosas de poco valor para otros, pero que son mi todo. La otra abuela no me dejó oraciones, sino sentimiento. Así que de una tengo el papel y de otra el gusto por conservarlo. ¿qué le parece?. Dejo la silla. Cruje el suelo a mi paso. Los cristales del balcón tienen vaho y abro un óvalo. Ella añade: «Aquí se corrían gallos, ¡lo que sufrían!. Han quedado las coplas»: Todas las mozas van al Rosario con sus sagrarios, como tú vas; cuando las veo, me remeneo, me zarandeo y no sé qué más. Todas las mozas van a las flores con sus amores, como tú vas; cuando las veo, me remeneo, me zarandeo y no sé qué más. Mozas venir a bailar, a romper vuestros zapatos, que el día que sos caséis no sos faltarán trabajos. |