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Villanueva del Conde - Salamanca

Poblacion:
España > Salamanca > Villanueva del Conde
08-06-11 18:22 #8098094
Por:enriquemartin62

Nuevas coplillas
ifiesta en otra cantata de Malpartida de Cáceres:

Desde que te fuiste, Pepe,
la huerta no se ha regao,
la hierbabuena no nace
y los nabos se han secao (4Chulillo.



Yo se lo pedí a mi novia
y venía de regar;
ella me dijo: Tunante,
fresco lo quieres pillar (49).



Que vengo, que vengo
de regar el romero de mi dama.
Que se le van,
que se le van secando las ramas (50).:

Hasta el día que te cases
que naide pueda dicil
que ningún mozo del pueblo
t’ha regao el perejil.

–Tengo en mi huerto, Mariano
se me olvidaba decir,
todo el cerco de la fuente
sembrado de perejil.
Si te gusta el perejil, Mariano,
riégale, que él también crecerá,
que es muy buena la frescura;
verás que hermoso estará.
A Mariano le agradó
que Ricarda le acordara
el riego del perejil,
aunque olvidado no estaba (51).

Las muchachas de Trujillo
y lo mismo de la Aldea
no se dejan de regar
el perejil cuando mean (52).

Yegó an cá una casada,
casada de poco tiempo:
–Casada, dame posada,
por Dios o por el dinero.
–No está mi marido en casa,
yo dar posada no puedo.
Que quiso o que no quiso,
ayí entró el cebollero.
Dispusieron de cenar
doh perdices y un conejo.
Acabaron de cenar,
trataron de otroh misterio…
De plantar un ceboyino
en lo más hondo del güerto.
A eso de loh nueve meses
dio fruto el ceboyinero.
Le yevan a bautizar,
Juan Ceboyo le pusieron (53).

Mi suegra siempre se queja
que no trabajo la tierra,
que le pregunte a su hija
si hago buena cavaera.


Anda diciendo tu madre
que yo de ti me aprovecho,
y es que no sabe que estoy
rebinándote el barbecho

–Pastor, si vienes a verme
el domingo a la mañana,
para que tú te diviertas
te he de dar una manzana (54).

Yo tuve en tiempos una novia,
la comparé con la breva;
yo la estuve madurando
p’a que otro se la comiera (55).:

La higuera y la mujer
en poco se diferencian,
una da breva en verano,
la mujer siempre la lleva.

Mi novia se entretenía
en debajo de una higuera
esperando que le diera
con el higo pa la breva.

Una vieja se miraba,
se miraba pa las patas,
y con pena se decía:
¡ya tengo la breva lacia!

Entre hombres y mujeres
hay una diferencia;
donde éstos tienen el higo,
ellas tienen la breva.

Cuando te tiré la breva
te apunté bien al ombligo,
como tuve poco tino,
la breva te dio en el higo (56).

Debajito de una higuera
la novia le dijo al novio:
Echale el diente a este higo,
que ahora lo tengo mieloso (57).

Dame la mano, morena,
para subir a tu nido,
porque quiero ver si duermes
la mano puesta en el higo (5Chulillo.

Para aceitunas, Ahigal;
para ajos, Palomeros,
y para higos pelúos,
las mocitas de este pueblo (59).

La su novia le decía
cuando él se lo tocaba:
Para pelarme este chumbo,
mete, Paco, la navaja (60).


Maridito, maridito,
ahora que tú te has muerto,
¿quién me va a tocar el higo?

Una mujer de La Cumbre
y otra de Madroñera
porfiaban quién tenía
más grande la tomatera.

Mi abuelo se fue a la cama
muerto de hambre,
pero allí estaba mi abuela
con un tomate (61).

–¡Ay, madre, que estoy preñada!
–Hija mía, ¿cómo lo sabes?
–Porque hace más de dos meses
que no me escurre el tomate.

Adiós, Villanueva hermosa
Adiós, “Sirena del mar”,
¿cuándo me volveré a ver
rejando (62) en el melonar? (63).

–Díga usté, buen segador,
¿puede segar mi senara?
–Esa senara, señora,
¿dónde la tiene sembrada?
–No está en cerro ni está en bajo
ni en callejón ni en cañada,
que está entre dos columnas,
que la sostiene mi alma (64).

–¿Qué me quiere esa señora?
¿Qué me quiere que me llama?
–Lo que quiero, segador,
que me siegues la cebada.

–¿Esa cebada, señora,
dónde la tenéis sembrada?
–No está en alto ni está en bajo,
en una oscura cañada.

–Esa cebada, señora,
no está para mí segarla,
que es pa duques y marqueses,
señores de la real sala.

–Siégala tú, segador,
que será muy bien pagada (65).:

–No está en lago, ni está en bajo,
tampoco está en tierra llana,
que se cría en la frescura,
debajo de mis enaguas… (66)

Yo se lo pedí a mi novia
cuando venía de la siega,
y ella me dijo: –Amigo,
traes la joce cortaera (67)

El señor cura del pueblo
ya no siega las besanas,
que le ha dado por segar
la forrajera del ama.

El segador extremeño
se da tal maña
que a la novia le siega chocho
con la guadaña.
Y como el hombre es tan fino,
cuando suelta la guadaña,
remata con el hocino.

Y en tiempo de Cuaresma,
me jui pa Toledo,
con las jerramientas
pa jacé los cestos.
llegué al pie un convento,
y salió una monja envuelta en un velo:
–Oiga usté, buen hombre,
oiga usté, cestero,
¿me quieri podá un seto que tengo?
–Me diga la madri
cómo es esi seto, q
ue vaiga aguazando l
os mis aparejos.
–El seto está verde,
oreado y fresco;
está en tierra jonda
de mu buen tempero,
y no se preocupi,
pol los aparejeos,
que la podaera
entrará pa endentro (6Chulillo.

Debajo de tu mandil
tienes un campo florío,
y yo como buen torito
al pastizal he venío.

Me asomé a tu corral
y vi que estabas meando,
no sabía que las mujeres
usaran para eso un cardo.

Al venir de romería
te metí la mano,
y me hice daño en los dedos,
me pinchó un cardo.

El amor de la viuda
por mi casa y puerta acuda,
que no hay peligro ni duda
si la pica sólo un cardo.
¡Ay Dios, quién hincase un dardo
en aquel venadito pardo (69).

Estábase el cardo, c
ardo corredor,
cubierto de trébol,
falso engañador;
al pasar la niña
sus dedos picó
y corrió la sangre,
¡ay, Dios, qué dolor!
Trébole oledero, amigo,
Trébole oledero, Amor.
“Que dirá mi madre,
que riñe por dos,
si me ve la sangre
en el camisón?
Cerraráme en casa
para hacer labor,
y hablaré por torno,
como en religión” (71).

¡Ay, mezquina,
que se me hincó una espina!
¡Desdichada,
que temo quedar preñada! (72).

la que siempre que la huelo
doy en perder el sentido.
entresacamos:

Aunque no llueva en verano
y venga seco el otoño
fresquita siempre tendrás
la esparraguera del coño (73).

Un año que no hubo otoño,
invierno ni primavera,
a una mujer en el coño
le nació una esparraguera (74).


Por encima de tus rodillas
se extiende un campo
en donde el seronero
corta el esparto.

Una zarceña en el baile
bailaba pegaba saltos,
se le subieron las faldas,
y le vimos el esparto.

Aquel pino que está en el pinar
florido y hermoso,
a cortarle quisieron entrar
cuatro buenos mozos.
A cortarle quisieron entrar,
pero no pudieron.
A cortarle quisieron entrar
mi amor el primero (75).

Anda diciendo tu madre
que yo para ti soy poco;
iremos a la alameda
y cortaremos un chopo
a la altura que ella quiera (76).

Las mocitas de Pescueza
tiene tan buena maña,
que usan cardos de burros
pa rascarse la castaña (77).

Arrepañando castañas
en el suelo te agaschaste;
nunca pensaba yo ver
una castaña tan grande (7Chulillo.

La mujer que va a castañas
ya no se pone en cuclillas,
pa que no vean la que esconde
por cima de la rodillas (79).

A la sombra de un castaño
una mocita lloraba,
que nadie quería pelarle
el erizo y la castaña.

Como el llanto le escuchara
un pastor desde el camino,
al intante le peló
la castaña y el erizo.

La mocita ya no llora
cuando se va al castañar,
porque siempre acuden mozos
al asunto de pelar (80).
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