La Alameda de Gardón - Salamanca

Las Arribes, un espacio natural conservado por sus habitantes que queda para soñarlo
En nuestro periplo por la provincia salmantina y buscando rincones y pueblos con 'esencia' nos acercamos a Las Arribes del Duero, que constituye uno de los enclaves naturales que aún conservan la esencia del pasado aunque, también es verdad, van perdiendo población y vida, pero quedan parajes para el descanso y la paz
16/05/2010

Un espacio para soñarlo, como el Teso la Vela, en Hinojosa
Las Arribes, o Los Arribes, que tanto da, porque en cuanto a nombres, los hay para todos los gustos, como La Ribera, As Arribas, La Ribanza o Los Arribanzos, es el nombre que recibe la comarca salmantina, situada en el noroeste de la provincia, a unos 70 kms. de la capital charra, lindante con la raya portuguesa y la provincia de Zamora, que también forma parte de este Parque Natural del Duero que se expande por una superficie de alrededor de 2.328 kms. y que, además, abarca unos 65 kms. de frontera natural por medio del Duero con Portugal, con quien integra el Parque Internacional del Duero.

En este espacio se dispersan 55 pequeños municipios que suman los 23.228 habitantes dedicados la mayor parte de ellos a la agricultura y la ganadería y, en tiempos más cercanos, a las obras de los saltos, con una incipiente industria de turismo rural. Pueblos que van perdiendo cada vez más población y viven sumidos en unos bajos índices alarmantes de población senil. No obstante, en los últimos años, unidos a ese turismo rural y a las nuevas vías que parece abrir la agricultura y ganadería con población emigrante, todo indica que se recupera algo el censo con población más joven.

Atractivo turístico

Sin duda, el gran atractivo turístico de este enclave natural salmantino es el río Duero, que entre hoces y barrancos de olivos, naranjos, almendros y viñedos, desciende pacientemente por su quebrada vertiente desde Fermoselle por Villarino de los Aires y, alimentado por el Tormes, el Uces, el Águeda, el Huebra, el Camaces y diversos arroyos, continúa el sinuoso y apretado curso hasta Vega Terrón en La Fregeneda, último punto penínsular que acoge sus calmadas aguas antes que éstas se internen navegables en Portugal hasta su desembocadura en Oporto.

«Baja el Duero por tierra de Zamora, tendido en la llanada y espaciándose por ella, mas al ir a entrar en la provincia de Salamanca, dividiendo a ésta de Portugal, hacia donde le rinde el Tormes sus aguas, entre Fermoselle y Villarino, se mete en las entrañas de la meseta castellana para ir a entrar en tierra portuguesa. Resquebrajándose la meseta en hondos desgarrones, mostrando al descubierto sus berroqueñas entrañas, pedernosos cimientos de la ceñuda tablada de Castilla...».

Miguel de Unamuno, viajante perspicaz, poeta, observador innato, describe mejor que nadie ese terreno de profundos tajos, de encrespadas gargantas, de imponentes ‘cuchillos’, de erguidos ‘esfayaderos’, bajo los que, allá, en el hondo, vive y corre el Duero, si antes despeñándose en desniveles, ahora manso en el descanso de sus angostos remansos, ya sin zumbar bajo los peñascos en las ‘espundias’.

Las Arribes del Duero se han convertido en un reclamo para buscadores de naturaleza, de paz, de sosiego y tranquilidad. Porque este impresionante corredor fluvial ofrece al viajero un paisaje natural del que llegó a exclamar Don Miguel «es el más bello, más agreste y más impresionante de España entera...», moldeado por sorprendentes y profundos declives sobre la penillanura, llamados arribes o arribanzos, que alcanzan en algunos de los escarpados páramos los 700 metros de altitud en inmensas moles de granito que caen en vertical a las profundidades del lecho.

Parajes insólitos

Este cañón fluvial desciende presurosamente a escasos 130 metros sobre el nivel del mar que encontramos en Vega Terrón, lo que ofrece una agricultura genuinamente mediterránea, de olivos, vides, almendros, chumberas y naranjos levantada en escarpados paredones arrancados a la montaña a base de sudor y paciencia.

En su interior se acomoda el Duero, al que vierten sus aguas los modestos arroyos de la zona y que conforman la peculiar morfogeología arribeña, que podemos contemplar en parajes como el Pozo de los Humos de Masueco y Pereña, La Code de Mieza, el Teso de San Cristóbal en Villarino, Rupitín y Mirador del Fraile en Aldeadávila de la Ribera, el teso de la ermita de la Virgen del Castillo en Pereña, el Monte Gudín en Vilvestre o Espadacinta en Saucelle, entre otros muchos miradores desde los que se confunden el espacio y las distancias.

Decía Unamuno «España está, en gran parte, todavía por descubrir y no menos en el aspecto pintoresco que en otros diversos aspectos. Nuestra principal producción lo es de productos en bruto...». Ésas son Las Arribes del Duero, un espacio natural en bruto que presenta también un reconocido valor ecológico, por su original vegetación mediterránea y por ser el hábitat habitual de especies protegidas como la cigüeña negra, el águila real y perdicera, el buitre leonado y negro, entre otras tantas especies que hacen de Las Arribes del Duero un espacio protegido.

En la actualidad, esta amplia zona está declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Área Crítica para la Conservación de la Cigüeña Negra que complementan a la declaración de Parque Natural de Las Arribes del Duero, consideración que también ostenta la zona portuguesa, en lo que se conoce como el Parque Internacional del Duero.

No obstante, si esta zona aún representa un lugar soñado para disfrutarlo es por la trascedental labor de conservación que, a lo largo de los años, han imprimido los esforzados habitantes de más de medio centenar de pueblos.

Hombres que han sabido arañar espacio para su subsistencia en los bancales que penden al fondo del lecho. Que han hecho de su vegetación un vergel por donde solo el fuego parece que pasa y arrasa. Y que guardan con esmero este tesoro ancestral.


Fecha: 16 de mayo de 2010
Autor: Luis Falcón.


FUENTE:https://ww.salamanca24horas.com/noticias/las-arribes-un-espacio-natural-conservado-por-sus-habitantes-que-queda-para-sonarlo-26408.html