La Alameda de Gardón - Salamanca

Museos de Salamanca: Santa Clara, crisol de culturas en el devenir de la historia
El interior del convento guarda en la planta baja uno de los conjuntos pictóricos más singulares, con frescos que abarcan desde el gótico hasta el barroco, mientras que en la zona superior se puede admirar el tejado original mudéjar, descubierto hace apenas dos décadas tras permanecer escondido durante siglos. El museo se completa con una muestra de todo tipo de elementos sacros y una exposición etnográfica de principios del siglo XX
04/04/2010

Coro bajo del museo de Las Claras
Salamanca es una ciudad de tesoros escondidos, diamantes en bruto que se esconden más allá de la piedra de Villamayor, porque, como reza el dicho, la belleza se encuentra en el interior. A la hora de hablar de museos, la mirada se dirige siempre hacia la Casa Lis, Ierónimus en la Catedral o el DA2, pero existen muchos otras que este diario les muestra en esta serie dominical, la mayoría desconocidos hasta para los propios salmantinos. Uno de los más bellos y singulares se encuentra en el Convento de Santa Clara, con piezas únicas en toda Castilla y León.

Se trata de un lugar de culto y recogimiento, donde las monjas franciscanas que se asentaron en el siglo XIII transcurren su vida entre servicio y oración. Pero nada más cruzar la puerta y adentrarse en la primera sala, la memoria adquirida, ésa que pervive en lo más profundo de nuestra mente desde tiempos ancestrales y se transmite de generación en generación, aflora con fuerza para retrotraernos hasta la época medieval. Un halo de misterio y curiosidad envuelve el ambiente para trasladar al visitante a imaginarse cómo era aquella época.

La originaria ermita y sus casas colindantes de entonces guardan verdaderas joyas en la sala del coro bajo. Y vaya si las guardaban, pues estas dependencias se encontraban cubiertas por una falsa bóveda de ladrillo y los muros estaban encalados como medida de desinfección durante alguna de las epidemias de peste o cólera que azotaron la ciudad. Pero al realizar unas obras de reforma en 1976 se descubrieron unas pinturas murales únicas, 140 metros cuadrados de una colección que va desde el gótico hasta el barroco, mostrando la evolución pictórica de los siglos XIII al XVIII.

A lo largo de la estancia, decorada con arcos que conservan medallones de piedra de gran tamaño, se recogen también maquetas de monumentos salmantinos realizadas por H.Astudillo, azulejos de la época, Nuestra Señora de los Ángeles y San Juan Evangelistas, tallas con sus policromías originales, e incluso una vitrina con reliquias y colgantes. Todo tipo de huesos de santos, clavos de la cruz, trozos del madero que portó Cristo e incluso la cabeza de San Alberto. Además, se mantiene parte del primigenio coro que en ocasiones todavía se utiliza, eso sí, con la mitad de los asientos, pues el devenir de los tiempos ha reducido el tamaño de la congregación.

Acogedor claustro

Desde allí se accede al pasillo del Claustro, un lugar donde se percibe la tranquilidad con la que las monjas pasan sus días. Galerías adornadas con todo tipo de vírgenes y cristos en la zona de posterior construcción tras añadirse a la ermita la iglesia y el convento actual. También se aprovechan otros pasillos para mostrar todo tipo de utensilios utilizados por las monjas en su quehacer diario, como ruecas, máquinas de coser antiguas, una colección de rosarios o instrumentos musicales, con un ejemplar único de armonio.

Junto al patio exterior hay lienzos de los siglos XVII y XVIII, trípticos de pinturas del XVI, tallas de San Francisco, Santa Marina y San Pedro Martín y hasta un hongo de la encina milenaria que todavía se conserva, además de un singular Cristo gótico bizantino del siglo XV y, cómo no, la imagen de Santa Clara. Pero destaca también un árbol genealógico de María Santísima que se añade a esas rarezas difíciles de contemplar en otros lugares y que aquí ofrecen una visión de lo que fue la sociedad salmantina durante siglos.

El diamante del coro alto

Cuando parece que este museo no puede sorprendernos más, la estancia nos saca del error con un espectacular coro alto desde el que presenciar la iglesia a través de una enrejada ventana. Construida en el siglo XIII, fue reformada dos veces, una en 1413 debido a un incendio y otra en el siglo XVIII para habilitar un retablo mayor obra de Joaquín Churriguera.

Pero el diamante todavía no estaba pulido. Cuando el artista concluyó su ornamentación, culminó la obra con una bóveda que cubrió el techo original. Craso error para el maestro, pues dejó escondida la cubierta de madera mudéjar, con unos artesonados únicos que, ironías del destino, fueron descubiertos en 1988 durante las obras de restauración del templo a raíz del anterior descubrimiento de los frescos en el coro bajo.

A través de una pasarela metálica, el visitante puede caminar a escasos centímetros de los tesoros que guarda esta falsa bóveda, con un artesonado confeccionado en par y nudillo a finales del siglo XIII y principios del XIV, policromado en los cantos con dorados florones, escudos de nobles, motivos vegetales y animales.

El resto de la estancia superior se completa con una colección sacra de esculturas y cuadros, restos de cerámica y sagrarios, aderezada por una colección de belenes de todo el mundo. Además, se puede acceder al mirador superior, desde donde se contempla todo la ciudad vieja de Salamanca, una vista privilegiada de las Catedrales que puede hacer perder la noción del tiempo.

Colección etnográfica

Pero aquí no concluye una visita que precisaría varios días para poder admirar la totalidad de su colección. Cómo resumir en estancas palabras la inmensidad de lo que guarda el museo de Las Claras. Por si fuera poco lo ya visto hasta el momento, las últimas estancias recogen una colección etnográfica donada en 2001 por Serafín Marcos tras coleccionarla durante cuarenta años.

Un itinerario cultural que evoca las formas de vida rural de la primera mitad del siglo XX, un cultura en peligro de extinción en los pueblos charros, que acaban rindiéndose al feroz progreso. Los más veteranos podrán rememorar sus inicios en este mundo, mientras que las nuevas generaciones tendrán la oportunidad de rescatar del olvido una pedagógica imagen.

Por un lado, se exponen utensilios de una casa rural de la época, con juegos de niños, cerámicas, cristales, barro, cuerno, madera, mimbre... mientras que, por el otro, se recogen diferentes oficios como instrumentos tradicionales de la labor agrícola, la cultura pastoril, el chozo, la matanza, ronda de carpinteros, las labores domésticas de la mujer, panadero, zapatero, un telar... manjares para quienes sepan apreciar el sabor de un museo para satisfacer el paladar de las emociones.

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Fecha: 04 de abril de 2010
Autor: Raúl Martín.
fuentes:https://ww.salamanca24horas.com/noticias/museos-de-salamanca-santa-clara-crisol-de-culturas-en-el-devenir-de-la-historia-23918.html

Muy recomedable. Encierra muchos tesoros arquitectónicos, etnograficos y propios de las hermanas clarisas. Una buena visita con niños. Dificil de localizar y escasamente señalizado, pero merece la pena visitarlo.