Villalba de Guardo - Palencia

RECUERDOS DE ABRIL
“Abril güeveril…” dice la continuidad del refrán con el que empecé los recuerdos de marzo.
Abril aguas mil…. Dice otro refrán. Y, así podríamos seguir, porque este mes, es uno de los más refraneros.
Ahora sí, que el campo comenzaba a despertar. Se iba llenando el ambiente de trinos de las aves y de olores. Los brotes de las plantas eran ya claramente visibles. Los días se llenaban de luz. El frío, casi desaparecía y volvía la bendición de la lluvia a bautizar los campos.
Aparecían las tímidas violetas en cualquier rincón del monte o la vega, al igual que las pequeñas verónicas y los primeros dientes de león. Las primeras campanillas iban adornando los prados aquí y allá. Pequeñas pinceladas amarillas en medio del verde. La primavera llegaba para quedarse.
Nosotros los chavales, íbamos localizando las negras manchas en los árboles y arbustos que nos indicaban los nidos, antes, de que las nuevas hojas nos los disimulasen u ocultasen a nuestros ojos y, hacíamos las pandillas para comenzar a ir por sus huevos. Porque abril era en mes en el que las aves comenzaban a poner sus puestas. Huevos que nosotros robábamos del nido, aunque siempre con un orden, para hacer la tortilla para nuestra fiesta de mayo.(Algún día os narraré con detalle como era esto de “ir de nidos”)
Ese verde, primavera, transparente y claro que iba llenado todo el paisaje también llenaba nuestro espíritu.
Las tareas del campo iban aumentando poco a poco, y los primeros corderos nacían a la vida con sus nuevos y suaves balidos. A finales de mes o primeros de mayo se haría la fiesta de apartarlos y marcarlos.
Aparecía el milano dominando los cielos y eran las gallinas las primeras que denunciaban su presencia con sus nerviosos cacareos. Comenzaban a ponerse “ cluecas” y a mudar sus plumas anunciando que el momento de incubar una nueva “pollada” había llegado.
Abril traía al final de mes, los histéricos vencejos y las alegres golondrinas y aviones.
El río, de nuevo se llenaba de pescadores en sus orillas, porque se había acabado el tiempo de veda y, en muchas casas se volvía a olor a trucha frita y se ingresaban algunos dineros por su venta en Guardo. Se ponían los cestos en los arroyos, y los esparaveles, tresmallos y otras artes de pesca se volvían a usar.
Las aguas del río iban aumentando de caudal .A veces, a final de mes hasta se ponían bravas.
La vida despertaba de nuevo. Ya no llamaba a la puerta, se quedaba dentro.
Los centenos y trigos crecían a marchas forzadas después de haberles regado de nitrato y se iban dejando acunar por la brisa vespertina.
Los alisos y zaldes se llenaban de nuevos retoños que se humillaban en los cuérnagos como si fuesen a beber sus aguas.
Los avellanos dejaban caer de sus ramas su “moco” anunciando que unos nuevos frutos se comenzaban a gestar.
Todo el campo se llenaba del canto que anunciaba el cortejo de las aves y sus llamadas.Y, por los Zaldejales, aparecían unas manchas blancas, esparcidas acá y allá, a su antojo. Eran las primeras flores de los andrinos silvestres, poniendo su nota de color y su anuncio de primavera.
Las cigüeñas, desde la atalaya de su nido en la torre, “machacaban el ajo”
Todo abril se despertaba a la vida y salía de su letargo invernal.

uhhhhhhhhhhhhh que melancolia

Hola Luis.
Cuanto recuerdo leyendote, me dan ganas de embobinar la cinta y volver 40 años atrás, en mi mente circulan aquellos momentos vividos, momentos en los cuales no había tanta malicia como hay ahora, momentos en los que los niñ@s del pueblo nos reuniamos a jugar en la plaza del pueblo y pasábamos horas jugando todos juntos, sin importarnos lo que fuese o tuviese cada uno, solo nos importaba el estar todos juntos jugando hasta que nos llamasen para ir a casa!!!
Lo dicho , cuanta melancolia...