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Villalba de Guardo - Palencia

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05-06-13 13:13 #11355420
Por:delaheraluis

Nueva historia HISTORIA DE UNA HUIDA
HISTORIA DE UNA HUIDA

Nada permanece para siempre en la vida de los pueblos, y, hay historias que aunque se recuerden mucho tiempo y a lo largo de varias generaciones acaban por olvidarse. Tanto si han sido felices como desgraciadas.
Villalba, como todos los pueblos también tiene acontecimientos de estos hechos que ocurrieron y que se van olvidando y perdiendo en el rincón del olvido. En la larga noche de los tiempos.
Una mañana, nadie sabe ya de que día, a qué hora ni de qué estación del año, la tía Pantaleona cerró la que había sido su casa y se fue del pueblo llevando tanto silencio y misterio como ruido trajo cuando llegó al casarse.
Llevó con ella a sus dos hijos; Asterio Rafael y a Cecilio, y llevó el secreto de quién era el padre de las criaturas. El uno, inscrito como legítimo, el otro no.
No estuvo muchos años en el pueblo, donde debió sentirse desde el principio bastante incómoda y fuera de lugar. A veces rechazada con gestos y aptitudes. A veces compadecida.
Pese a lo cual, le puso “arrestos” para permanecer unos doce años.
Desde entonces, su casa, permaneció abandonada y oscura. Cerrada a cal y canto, muda, a pesar de haber sido uno de los lugares más alegres y conocidos del pueblo y el entorno. Era la cantina del tío “Chuchulín”.
Se marchó dejando recuerdos y algunas posesiones que yo encontré en los años setenta (cajetillas de tabaco) porque además de cantina era estanco.
Saturnino, era un joven alegre, bueno y confiado. Algo inocente y falto de picardía a decir de algunos.
Llevaba ya cierto tiempo, bajando a Fresno a cortejar a una moza llamada Pantaleona.
Cada domingo o día de fiesta, recorría los cuatro kilómetros que separan a ambos pueblos. A veces en burro pero la mayoría a pié. Y camino del sur, por los Vallejos y a la orilla del río, casi en su totalidad hasta el Puerto de Freno, escuchaba el agua cantarina y veloz que ponía música en su enamorado corazón, y, es posible que las retamas y robles del camino fuesen testigos de sus cantos y silbidos camino abajo o camino de vuelta.
Como la relación iba bien. Al paso de algún tiempo se acordaron las bodas y se celebraron en Fresno.
Saturnino, pagó su peaje a los mozos, por llevarse a una hija del pueblo en forma de juerga e invitación antes del enlace.
Como era normal, por aquel entonces, hubo alegría, comida para la familia e invitados y baile hasta que llegó la noche para todo el pueblo.
Había la costumbre, de no dejar en paz durante esa noche a los novios para que no pudiesen consumar su matrimonio y se les daba “la matraca” con canciones y bromas de mejor o peor gusto.
Muchos novios, esa noche, creían engañar a la mocedad pensando que si se iban a dormir a casa de otro familiar o vecino y no a la paterna pasarían la noche en paz. Pero siempre se contaba con cómplices que dejaban ese engaño en mero intento. En un pueblo los secretos eran difíciles de guardar.
Tampoco había por aquel entonces la costumbre del viaje de novios, los dineros no daban para ello y ya sabían que aquella primero noche había que pasarla lo mejor posible y sin enfados.
Por fin, amaneció, y, aunque los mozos seguían de canciones y jarana. Los novios cogieron sus escasas pertenecías y se dispusieron a trasladarse a su nueva casa en Villalba. Montaron en una mula, y Vallejos arriba emprendieron su camino acompañados por canciones hasta la salida del pueblo.
El río, debió de ser testigo de besos, abrazos, carantoñas, sueños, ilusiones, nervios y temores que por fin la pareja en soledad e intimidad se hicieron.
Llegaron a la hora de comer al pueblo y pasaron el resto del día de visitas a la familia y en colocar sus cosas y arreglar su casa, esperando la llegada de la noche con ansiedad, por parte de él. Por parte de ella no lo sabemos. Quizás angustia.
Él, deseando demostrarle, seguramente, a ella, su cariño, su amor y su hombría, después de aquel noviazgo, casto e inmaculado. Dónde algún beso robado en las mejillas y el roce de sus manos eran toda alegría.
Ella, no lo sabremos nunca
La noticia corrió por el pueblo tan veloz como rayo de una tormenta de verano. Casa a casa, puerta a puerta, boca a boca en un continuo murmullo a la hora del mediodía.
A la hora de comer, todo el pueblo sabía que Saturnino había abandonado a su mujer, casi en la noche de bodas, a su familia, a su casa y a su pueblo.
Nunca más nadie volvería a verle.
Su matrimonio no había sido consumado, y él, estaba poniendo distancia de por medio a cada instante. Irse lejos, lo más lejos posible, al fin del mundo, si fuera necesario y sin dar explicaciones. Huyendo de la vergüenza de haber sido engañado y haberse entregado por entero y haber fiado su amor a la persona inadecuada.
Demasiado peso para su conciencia. Demasiado apuro y tener que estar señalado para el resto de sus días. Su cuerpo su espíritu, su alma no aguantó la deshonra y emprendió la huída, olvidando todo y tratando de rehacer una vida que más que rota y hecha jirones estaba acabada.
No tenía fuerzas ni era capaz de dar explicaciones. Tampoco sabría cómo hacerlo, ni que decir. Le sumió la desesperanza y puso tierra de por medio, mucha tierra. Otra vida.
El mar, que por primera vez veía le lleno de asombro, y su húmeda y suave brisa acarició su cara y refrescó su cuerpo a la vez que le llenaba de cierta calma.
Vio alejarse la costa y cómo, poco a poco se hacía pequeña hasta desaparecer. Y su inmenso azul lo rodeó durante días hasta llegar a la lejana Argentina, en donde murió y de donde no regresó jamás.
Nadie sabe ni recuerda, si encontró la felicidad de nuevo y rehízo su vida.
En la noche del día 21 de octubre de aquel año de 1909, más concretamente a la una todos los interrogantes de las gentes del pueblo tuvieron respuesta.
La novia abandonada, daba a luz un niño y ni mucho menos habían pasado nueve meses desde la noche de bodas.
La vieja cantina del tío “Chuchulín” ha habido que derruirla por ruina y peligro de derrumbe, y de sus muros solo quedan las paredes del primer piso y su gran puerta de roble centenario.
Sigue muda y guardando sus secretos. Quizás esperando respuestas que nunca van a llegar.
Y, es posible, que en algún lugar de Argentina alguien siga llevando la sangre de un hijo del pueblo e ignore esta historia.
Puntos:
05-06-13 15:19 #11355597 -> 11355420
Por:J. M. Alonso Lopez

RE: Nueva historia HISTORIA DE UNA HUIDA
Luis, bonita historia y bien descrita.
Y te dire que en Argentina, si que hay gente que lleva sangre del pueblo , ya que yo sepa x parte de mi abuela Juanita, emigraron alli familiares los cuales sus descendientes siguen x aquellas tierras.
Un saludo
Puntos:
09-06-13 17:51 #11362682 -> 11355597
Por:No Registrado
RE: Nueva historia HISTORIA DE UNA HUIDA
Gracias por esta historia que mi madre conocia
Puntos:

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