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Villalba de Guardo - Palencia

Poblacion:
España > Palencia > Villalba de Guardo
04-06-12 13:55 #10140898
Por:delaheraluis

Una historia pasada
Ocurrio una vez hace tiempo en Villalba
Advertencia: los nombres no son reales

Descanse en paz – dijo el cura- y el ruido de tierra, piedras y metal besando la caja mortuoria, ahogó por un momento los sollozos.
Se fue cubriendo el hoyo, y, a medida que se iba tapando, Juan, se fue quedando sólo, con la tarde, con la brisa y con su intimidad. Todos se habían ido marchando lentamente.
Treinta años al lado de aquella mujer se habían ido para siempre.
Quedaba, el recuerdo de los mismos vividos felizmente y un futuro de una espesa soledad.
Era ahora cuando le faltaban los hijos que no pudieron tener. Sólo el recuerdo de su perro “ Pincho” subido en lo alto de la tapia del cementerio, hizo asomar a sus ojos, cual pequeña luz de candilejas, una tibia esperanza.
Lo llamó con un suave silbido y el fiel animal bajó hasta su lado.
Aún seguía allí, pegado al suelo, cuando le sorprendió la noche. Se despidió para siempre de su esposa y se fue a casa.
La encontró más fría que de costumbre y, acercándose a la cuadra, cogió unas urces y un poco de leña para encender la hornacha y dejarse acariciar por el calor de sus llamas.
Cogió un rescaño de la hogaza que su mujer había orneado no hacía muchos días, el porrón con el vino que aún tenía y un chorizo de la matanza. Sacó de lo profundo de su bolsillo
aquella vieja y querida navaja albaceteña, de cachas de madera de haya, que en unas “Candelas” en Guardo, ella, le había comprado como regalo de aniversario. Afiló con ella un palo de urz, pincho el chorizo en él y le acercó a la hoguera, para que se fuese asando lentamente, al igual, que lentamente comenzó a repasar su vida desde el día en que conoció a su mujer.
Aquel, sí que fue un gran día, un gran encuentro de dos seres solitarios hasta entonces, que se necesitaban primero y aprendieron a amarse después.
Ellos supieron sembrar y cultivar su amor, lástima que no pudieron terminar de recoger sus frutos.
La vida, a veces, es cruel e ingrata con los más necesitados.
Fue en la Ralera del puerto, una clara mañana del recién estrenado verano. La víspera de San Juan, para más señas. Hacía calor, sin brisa que lo aliviase y el ambiente lleno de susurros de agua y cantar de pájaros.
Subía con su butrón y su caña ribera arriba del Carrión para pescar alguna trucha arco iris, y celebrar aquella noche mágica antes de acudir a la hoguera. Coger fuerzas para poder saltarla antes que otros o cuando las llamas subiesen más alto.
Aquellas truchas a la vinagreta que él preparaba, eran famosas en el pueblo y era, la única cosa de valor que heredó de su madre, y única, que hacía con esmero y éxito.
Zaldejales arriba por la orilla del rio y camino del Puerto, la vida le saludaba por doquier y nada del entorno le era ajeno o desconocido.
Juan, a secas, como se le conocía en el pueblo, porque había un “Juanón” y un “Juanín” iba animoso porque le gustaba pescar y era buen pescador. Nunca se llevaba más piezas de las necesarias para comer o vender en Guardo en casa de sus “parroquianos”.
Observó sorprendido y con gesto contrariado al asomarse al río que uno de sus lugares favoritos estaba ocupado por otro pescador. Pero su sorpresa fue aún mayor cuando vio que era una mujer. No es que fuese algo raro, pero sí, poco frecuente. En cada pueblo había alguna pescadora de todos conocida. Ésta, o era de otro pueblo, cosa que no iba a permitir o alguna novata.
Se agazapó escondido entre las zaldes y zarzas de la orilla, mientras no perdía detalle de su forma de pescar. Comenzaba a disfrutar de las torpezas de ella en el río y, no porque fuese mujer, que las había muy expertas en la pesca, sino por los pocos reflejos y lo poco avezada que estaba en dicho arte. Parecía un hombre cavernario con el tenedor en la mano y los rudos golpes que descargaba en el agua.
El sol, avanzaba lentamente en el cielo. Se dio cuenta de que perdía el tiempo y, compadecido, se acercó a la pescadora con el ánimo de enseñarle algún truco, cuando se dio cuenta de que era María.
Ya pensaba él - novata debía de ser.
Esbozó una sonrisa al verla remangada de aquella manera y le dijo-¿Deseas ayuda?
Ella, sorprendida le miró y se miró exclamando- Dios mío, Juan, y yo con estas pintas.
Hacía algún tiempo que ella se había fijado en él. Dos seres más afines y solos en el pueblo no había, Pero,- ¡Era tan tímido!
Un calorcillo recorrió su cuerpo hasta instalarse en sus mejillas y, para disimularlo, mientras se acercaba, mojó su pañuelo en el agua del río y se lavo la cara.
Le dijo- ¿Si pudieras ayudarme a pescar algo?
Nunca se pudo explicar de dónde sacó el valor para hacerle aquel ruego y, jamás le diría que aquel instante fue el comienzo de su vida en común.
Tampoco él, se explicaría en mucho tiempo las razones por las cuales no había logrado pescar aquel hermoso ejemplar de trucha, ni con el butrón, ni con el tenedor, ni con ningún otro arte.
Aquel encuentro y sobre todo, aquel regreso a casa, fue lo mejor que le había pasado hasta ahora en su vida y, fue además el principio de su despertar amoroso. Nada a partir de entonces fue igual. Su forma de ver la vida y de vivirla cambió para siempre.
Y… ahora de nuevo volvía al principio. La vida la había regalado unos años hermosos que,cada día debía revivirlos como consuelo.
Partió su rescaño al medio. Metió dentro el chorizo asado y, lentamente se puso a comer bocados de pan y de recuerdos.
Nunca supo, ni quiso pensar en qué rincón de su conciencia se fraguó aquella decisión.
Nunca pensó en las razones que motivaron la misma. Quizás, fuese la enorme soledad que se le venía encima. Jamás se volvió a preguntar por qué. Pero a la mañana siguiente antes de que el sol saliese, cerró la puerta de su humilde casa. Se despidió de su querido perro, dándole razones por las que no podía llevarle esta vez. E, introduciendo una carta y la llave de su casa por debajo de la puerta de su amigo José se despidió del pueblo.
En su mano, una vieja y pequeña maleta de duro cartón con cuatro pertenencias. En su cabeza, el vago sentimiento de que tarde o temprano debía volver.
Todo lo vivido, quedaba atrás, y todo volvía a ser nuevo adelante. Antes de que el sol despertará la mañana, él, ya estaría lejos, rumbo a la gran ciudad.
Palencia lo recibió con indiferencia, todo nuevo, desconocido, sin nadie a la espera para recibir una sonrisa o palabra de ánimo.
Claro que tampoco había avisado a su sobrino de sus intenciones.
De lo profundo del bolsillo interior de su chaqueta, sacó una dirección escrita en un trozo de papel que el paso del tiempo había puesto de color sepia y se quedó un rato pensando sin saber qué hacer. Atrás, lo viejo, su pueblo y su vida. Adelante, lo nuevo, y la ciudad que lo confundía y comenzaba a oprimirle, pero era lo elegido.

No sabía, si la vida le daría tiempo para vaciar su alma de toda la nostalgia.
Juan sólo volvió al pueblo años más tarde para ser enterrado al lado de su amada mujer.
Puntos:
05-06-12 16:09 #10145307 -> 10140898
Por:angeles 1963

RE: Una historia pasada
Una historia muy bonita.
Luis sigue así recopilando y contando cosas e historias del pueblo.
Gracias.
Puntos:

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