Moratalla - Murcia

España está en bacarrota. Valencia, sin ir más lejos, está logrando de momento evitar la quiebra con la colaboración "interesada" de la gran banca, que le está prestando su apoyo para hacer frente a una deuda millonaria a cambio, imagino, de condicionar su política económica futura y obtener antes o después grandes réditos de esta inversión. Sin duda alguna, cuando toque Rajoy sabrá pagarles con creces el favor. Hemos vivido "años dorados", inmersos en una vorágine de despilfarro, que tiene en Valencia un ejemplo para la historia. Más de mil millones costó la construcción de la Ciudad de las Artes y las Ciencias; el aeropuerto de Castellón, hoy sin aviones ni pasejeros, es un agujero negro, que hasta la fecha ha absorbido más de 300 millones de euros. Y todo ello por no hablar del circuito de Fórmula 1. Algún día alguien hará cuentas y sabremos cuál es el precio real de estas infraestructuras. Dinero público gastado a manos llenas, sin que nadie pusiera un mínimo de cordura ante tanto despilfarro. Valencia ha sido considerada un ejemplo de progreso y desarrollo, cuando en realidad ha sido el paraiso de la corrupción y el pelotazo. Ahora, llega la resaca y quienes son responsables de todo este caos escapan con las manos llenas mientras la ciudadanía, ajena a toda esta bacanal de vino y rosas, paga los platos rotos. El desempleo, la reforma laboral, la precariedad, el copago, el recorte de los salarios,... son sólo el inicio de una larga resaca, que nos acompañará muchos años. No hay Ibuprofeno que termine con ella, ni tan siquiera alivie sus síntomas. En medio de todo este jolgorio, Iñaki Urdangarín hizo lo mismo que vió que hacían todos en su entorno: robar con impunidad en la convicción de que cuando vinieran mal dadas se salvarían de la quema. (J.M)