La siesta (un invento español sin inventor conocido).
Hay una costumbre muy española, un "invento" sin inventor reconocido pero muy cierto, llamada
siesta. Enormemente denostada, vilipendiada e infamada anteriormente en la esfera de influencia del mundo anglosajón y sus "descendientes" más o menos directos (léase población USA), pero cada vez cuenta con más
practicantes en esos mismos ambientes socioculturales. A medida que han venido a
turistear por nuestra piel de toro y se han ido imbuyendo de nuestro espíritu y forma de ser y entender la vida y sus tocatas.
Llamada por Camilo José Cela
el yoga ibérico, siempre se mostró ferviente entusiasta de las siestas de
pijama, padrenuestro y orinal, cuya duración oscila entre las 2 y las 3 horas. Esta modalidad no es del todo recomendable, ya que sus practicantes suelen despertar aletargados, con fuerte halitosis y enorme desorientación tanto temporal como de localización.
Las más corrientes y practicadas suelen ser las de
sofá o sillón, cuya duración es de 15-30 minutos; y las
cameras o catreras, según se practiquen en cama o en catre, que van de los 30 a los 60 minutos.
Tampoco son infrecuentes las
del carnero, que se hacen antes de la comida (del almuerzo), que resultan tan relajantes y beneficiosas como las anteriores.
Es tan beneficiosa la siesta que, durante una franja horaria que va de las 12 y las 2 del mediodía, hasta las 6 ó las 7 de la tarde, los humanos se dividen en dos categorías: las "personas" (quienes la han dormido o practicado -ambas expresiones son perfectamente correctas-) y los "zombis" (quienes no lo han hecho).
La siesta es (además de beneficiosa) tan contagiosa, que durante la Guerra de Cuba (finalizada en 189

, librada contra los por entonces emergentes Estados Unidos de América, por tácito y no escrito acuerdo, no se oía un sólo disparo desde la 1 del mediodía hasta las 5 ó 6 de la tarde.
En resumen: es un invento, una costumbre, que cada vez cuenta con mayores adeptos a lo largo y ancho del mundo actual.