Riogordo - Malaga

Nunca nos cansaremos de agradecerle a Don Alexander Graham Bell el invento del teléfono; a veces sirve para dar o recibir noticias no muy gratas, otras abiertamente demoledoras, sin que falten (la mayoría) gratas y alegres. Eso sí, como todos los inventos y grandes gestas de la Humanidad, no faltan quienes se los atribuyan (con más o menos dosis de razón, todo hay que decirlo)...

Con los años (muchos años después), tras muchos y repetidos intentos y fracasos, se logró acabar con la interdependencia entre el teléfono y la línea, apareciendo en escena el teléfono "móvil". Como todos los artículos que salen al mercado, su precio, prestaciones, comodidad, fiabilidad y cobertura, han evolucionado hasta el punto de que hoy existen móviles de un sólo uso ("móviles de usar y tirar").

Si hoy una casa no cuenta con al menos un teléfono fijo y otro móvil (un "celular", que le llaman en Sudamérica), esa casa nos resulta "sospechosa", cuando menos.

Los teléfonos móviles tienen la ventaja añadida de contar con una "agenda de contactos". Raro será que al menos dos veces al año, no se contacte con algún número de los contenidos en dicha lista. Si se da ese caso... por algo será, y no demasiado agradable, además.

Bien, hoy he hecho un repaso a todos los números que tengo anotados. Y he caido en la cuenta de que dos números no me servían, dada su falta de uso; así que he optado por anularlos de la relación (para qué guardar lo que no va a servir más)...
Hay gente que no paran de añadir nuevos contactos, y luego no hacen uso de los mismos; es una variante moderna del "síndrome de Diógenes". Por mi parte, tengo mis "manías"; pero esa no se encuentra entre ellas...

Así que en el día de hoy, he borrado algunos números que tenía anotados y archivados; si no voy a hablar con esos individuos (al menos en teoría), al menos hago hueco para otros, que muestren más interés en hablar conmigo.

Es una experiencia que os recomiendo. Tras hacerlo entra un descanso y una paz... Deberíais probarlo.