¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! Javier Parra La derecha española sigue su caminar torpe, suicida y destructor de todo lo que se haya levantado en este país con el sudor y la sangre de sus hombres y mujeres y de cualquier rastro de dignidad que haya quedado impregnado en las ciudades y pueblos de España. Lo hace con el convencimiento de quien se cree invencible pero se sostiene sobre unos pies de barro tan débiles como su honradez y su convencimiento democrático. En un nuevo intento de reescribir la historia con la sangre de sus víctimas, la derecha pretende borrar ahora el nombre de Rafael Alberti,pero no sabe que tarde o temprano la Historia de España acabará borrando el nombre de los malditos de sus páginas y se limitará a citarlo acaso en aquellas más oscuras. La política que está desarrollando lo más rancio de España en pleno año 2012 puede ser calificada de verdadera barbarie y sinrazón. Jamás desde hace siglos – excepto en aquellos años en los que media España dejó a la otra media enterrada en las cunetas -, habíamos vivido una época tan tenebrosa y lúgubre, retrógrada y antidemocrática, como en la que nos estamos adentrando. Pretenden enterrar los derechos, echar cal viva sobre la memoria, dejar bajo tierra a los demócratas, fortalecer la impunidad de los asesinos, atemorizar a cada hombre y cada mujer, convertirnos en esclavos, y si replicamos en terroristas. Pero aunque lo crean no son ellos quienes cabalgan, sino quien dijo el poeta que hoy los malditos maldicen: A corazón suenan, resuenan, resuenan las tierras de España, en las herraduras. Galopa, jinete del pueblo, caballo cuatralbo, caballo de espuma. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! A Galopar, de Rafael Alberti Las tierras, las tierras, las tierras de España, las grandes, las solas, desiertas llanuras. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo, al sol y a la luna. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! A corazón suenan, resuenan, resuenan las tierras de España, en las herraduras. Galopa, jinete del pueblo, caballo cuatralbo, caballo de espuma. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie; que es nadie la muerte si va en tu montura. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo, que la tierra es tuya. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! |