Mollina - Malaga

Setenta años después, la familia de García Lorca aún sigue asomada al borde de una fosa y, como entonces, hay poderoso interés en profanar la memoria, el significado y el legado del poeta español más internacional. Antes fueron los fascistas, que afirmaban su disminuida hombría asesinando a "poetas mar...cones" y decentes padres de familia. Y ahora es esa izquierda revanchista de nietos con más rencor que genética la que trata de afirmar su "superioridad moral" a costa de exhibir los huesos del poeta como trofeos de guerra. A estos sepultureros, que no han pasado de algunos versos del Romancero gitano, les importa un bledo Lorca sea universal por su obra, ellos quieren que sea universal por su muerte; lo que desean es beatificarlo como víctima del PP de Rajoy o de Aznar o del que venga más tarde y gritar "he ahí a los asesinos de Lorca".

No sin razón ni motivos, la familia de Lorca acaba de advertir a la Junta andaluza, que le puede el ansia de las reliquias, de que se reserva el derecho de identificar los restos y exige que se respete otro no menos sagrado: que permanezcan en el mismo sitio y para el resto de los días. En definitiva, lo que la familia del poeta granadino quiere es que no se saquen en laica procesión los huesos de Lorca para exorcizar a la derecha. Nunca quiso la familia que se removiera la tierra de aquella infamia y tiene a ello tanto derecho como el resto de las familias a recuperar los restos de sus parientes muertos y enterrados en cunetas y escombreras.

Nada puede ser más legítimo y razonable que el deseo de enterrar a los parientes asesinados como alimañas de manera digna y de rendirles el tributo que hasta ahora se les ha negado. Pasar página y no desandar la reconciliación emprendida hace treinta años exige también que los vivos y los muertos recuperen la paz de espíritu tantos años aplazada. Pero nada de todo esto tiene que ver con la carnavalada de reescribir la historia, que lo mismo arrumba la historia del Alcázar de Toledo que falsea los hechos de manera tan burda como sectaria. Y a esto ha dicho rotundamente no la familia de García Lorca, lo mismo que habría dicho el propio poeta, con toda seguridad