17 llamadas que sacudieron la cúpula de Interior SEXTO ANIVERSARIO DEL FAISÁN Pese a los intentos de los por entonces máximos responsables del ministerio del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba y Antonio Camacho, por negar la evidencia, la investigación del chivatazo a ETA sacudió los cimientos del ministerio cuando el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska imputó directamente a tres altos cargos policiales como los autores del soplo. Exactamente, al por entonces director general de la Policía Nacional, Víctor García Hidalgo; al Jefe Superior de la Policía en el País Vasco, Enrique Pamiés; y al inspector de la Brigada de Información en Álava, José María Ballesteros. Los hechos fueron un paso más adelante cuando el teléfono móvil número 68674XXXX, utilizado por Camacho, entonces secretario de Estado de Seguridad, apareció en el sumario entre las 17 llamadas clave de la delación a ETA, según los investigadores. Según las pesquisas de los investigadores, la puesta en marcha del operativo llegó rápidamente a oídos del máximo responsable por aquel entonces de la Policía Nacional en el País Vasco, Enrique Pamiés, quien no habría dudado en ponerlo en conocimiento del director general del Cuerpo, Víctor García Hidalgo. Ambos habrían hablado en dos ocasiones, siempre por iniciativa de Pamiés. La primera vez, sobre las 22.00 horas, durante casi 28 minutos. La segunda vez, a las 22.43 horas, con una duración de 7 minutos. Tras conversar con el Jefe Superior de la Policía en el País Vasco, García Hidalgo se puso entonces en contacto con el por entonces secretario de Estado de Seguridad y mano derecha de Rubalcaba, Antonio Camacho. La primera de esas llamadas fue a las 22.50 horas, justo después de colgar a Pamiés, y tuvo una duración de 2 minutos. A las 22.52 horas una nueva conversación, pero tan sólo duró 21 segundos. Las conversaciones telefónicas continuaron esa noche. A las 23.20 horas, Pamiés volvió a ponerse en contacto con García Hidalgo, en una conversación telefónica que duró 10 minutos y 43 segundos. Tras esta llamada, el por entonces jefe de la Policía en la comunidad vasca habría intentado contactar con el dueño del bar Faisán. Al no poder hacerlo, se puso en contacto con uno de sus hombres de confianza, el inspector José María Ballesteros, que estaba destinado en la Brigada de Información de Álava, al que habría mandado ir la mañana siguiente hasta Irún, para contactar con Elosúa. |