San Martín de Valdeiglesias - Madrid

Cuando yo estudiaba bachillerato, a finales de los 60, los libros nos decían que España era un país en vías de desarrollo. Es decir que estaba saliendo del subdesarrollo y acercándose al status de los países desarrollados.
Hoy se habla de los países del sureste asiático, Latinoamérica y alguno del norte de África como países en vías de desarrollo.
Son países que hace unos años cumplían las condiciones de lo que los expertos denominaban subdesarrollo. Pero que hoy, fundamentalmente gracias a la industrialización se estarían acercando a las llamadas sociedades desarrolladas.
El término subdesarrollo siempre ha sido controvertido. Algunos autores hacen referencia a la preeminencia del sector primario, otros a la insuficiencia de relaciones comerciales, otros a la ausencia de clases medias y de estado de bienestar... Pero todos coinciden en señalar
la pobreza más o menos generalizada como la principal característica común del subdesarrollo.
Los primeros en hablar de subdesarrollo fueron algunos economistas alemanes del S. XIX que discutían la idea de Adam Smith según la cual todas las regiones, profesiones y poblaciones pueden progresar económicamente a un ritmo parecido.
Y han sido siempre autores de formación marxista los que más han estudiado y analizado el término, las causas y el fenómeno en sí.
Los liberales siempre han preferido hablar de Tercer Mundo, un concepto mucho más equívoco aún y que deja de tener sentido cuando la "caída del muro" hizo desaparecer de golpe lo que ellos denominaban Segundo Mundo, que estaba constituido por los países de economía comunista.
De manera que podemos entender que la evolución "natural" de las sociedades sería la progresiva transición desde un estado de subdesarrollo hacia unos grados siempre mayores de desarrollo.
Se ha considerado siempre que la industrialización y sobre todo la terciarización de la economía eran el camino más claro para avanzar en esta evolución.
La actual crisis económica, sobre todo en los países del sur de Europa, está cambiando el paradigma: sociedades que pasaron de basar la economía en el sector primario a ser sociedades industrializadas y posteriormente a basar su economía en el sector servicios; ahora se encuentran en una situación en la que gran parte de la población no encuentra trabajo ni tiene esperanza de poder hacerlo, ni siquiera a medio plazo, y ni siquiera la ocupación garantiza un salario suficiente para hacer frente a las necesidades familiares que cada vez son mayores por el desmantelamiento de los servicios públicos y la desinversión en políticas sociales.
El "estado del bienestar", que era en gran medida lo que distinguía a las sociedades desarrolladas está siendo desmantelado por quienes siempre han puesto en cuestión la necesidad de su existencia.
Caminamos pues hacia el subdesarrollo. Un subdesarrollo de nuevo cuño con una economía basada en un sector terciario que solo progresará a base de la explotación salvaje de una mano de obra barata y sin prestaciones y en la vuelta a la especulación financiera que nos ha traído a esta situación.