Sarkozy al rescate Mientras nuestro ZP duerme aletargado como cualquier reptil, Sarkozy se planta en dos horas en Chad recoge a las azafatas españolas y se las lleva a Paris. ¡ VIVA ZARKOZY ! Es un líder como la copa de un pino. En esta ocasión, el escenario es el Chad, donde Francia tiene desplegadas tropas y posee una inmensa influencia, pero da igual. Lo relevante es que Nicolás Sarkozy se ha vuelto a arremangar, ha cogido el toro por los cuernos y volverá de Njamena con las cuatro azafatas españolas. Y mientras tanto, la pregunta que flota en el aire es: ¿Qué han hecho los nuestros?. ¿Dónde estaba Zapatero? ¿Qué gestiones ha realizado Moratinos? ¿Cuántas declaraciones serias y exigencias concretas ha realizado Rajoy? Nadie, por muy ingenuo que sea, podría imaginar al presidente del Gobierno español realizando una acción similar a la ejecutada por el presidente galo. Es cierto que en Chad pesa poco España, pero situaciones similares a las del secuestro de los pilotos y azafatas hemos vividos en paises como Guinea y nunca ha habido políticos en La Moncloa capaces de plantarles cara. SIN POLÍTICA EXTERIOR, NI ALIADOS lA política exterior es uno de los fracasos más rotundos del Gobierno Zapatero. Por expresarlo de la manera más sencilla posible: España carece en estos momentos de una política exterior digna de tal nombre. En apenas cuatro años se han desbaratado los progresivos aciertos cosechados durante décadas por los sucesivos gobiernos de la democracia. Guiada por clichés trasnochados y una falta de rigor y fundamentos que revela la enorme debilidad intelectual en sus artífices, la política exterior española parece hallarse en manos de aficionados, y no sólo en lo relativo a su diseño, sino a la propia gestión del día a día, que no deja de acumular torpezas y negligencias. De hecho, atravesamos por un escenario en el que la respetabilidad internacional de España está bajo mínimos. Sin crédito y sufriendo todo tipo de agravios, proyectamos la imagen de un país irrelevante que parece vivir instalado en una preocupante marginalidad, al menos de acuerdo con los parámetros que se suponen aplicables a democracias de nuestro entorno europeo y occidental. Que España se encuentre en una situación así resulta inadmisible, máxime cuando partíamos de una posición privilegiada que podía haber sido rentabilizada para mejorar nuestros intereses estratégicos. Por desgracia, el balance ha sido muy distinto; de hecho, no ha habido una sola iniciativa exterior que haya tenido éxito. Más allá de lograr una presencia aventajada en el Caribe gracias al trato especial dispensado a Cuba o Venezuela, ninguna de las áreas estratégicas de interés para nuestro país se ha visto reforzada durante esta legislatura. Más bien todo lo contrario: carecemos de interlocución con los Estados Unidos después de nuestra retirada de Irak y del cúmulo de desencuentros provocados por las torpezas del presidente Rodríguez Zapatero. Nuestra posición en Europa se ha visto igualmente debilitada: no podemos esgrimir ninguna complicidad estratégica dentro de la UE, y estamos alejados del núcleo privilegiado de los países con poder de decisión. El balance en Iberoamérica es muy parecido. A pesar del enorme peso de nuestras inversiones, nunca como hasta ahora hemos tenido menos capacidad de influencia en la región. En el Mediterráneo, Francia nos ha arrebatado claramente el liderazgo que quisimos impulsar a raíz de la Conferencia de Barcelona, tal y como demuestra el estado de las relaciones con los países árabes e Israel, que no atraviesa precisamente por un buen momento. Peor es el escenario que ofrece el norte de África. De hecho, comienza a ser inquietante, ya que al grave desencuentro diplomático que vivimos con Marruecos hay que añadir que nos hemos enajenado nuestra amistad tradicional con el pueblo saharaui y Argelia, país fundamental para nuestra economía debido a nuestra dependencia energética. Así las cosas, que Marruecos sea capaz de mostrar tanta agresividad diplomática hacia nuestro país merece una mención aparte, sobre todo después del trato privilegiado dispensado por el Gobierno de Zapatero a nuestro vecino del sur. Está claro cuáles son las relaciones que le importan a Rabat después de la visita del presidente Sarkozy hace unas semanas: en tan sólo dos días le dio a Francia todo lo que no fue capaz de ofrecer a España a lo largo de estos años de supuesta relación de buena vecindad. Lo más grave de la situación no es el desprecio hacia los intereses económicos de nuestro país, sino que Marruecos parece haberle cogido la medida a nuestra Gobierno y está dispuesto a tensar la cuerda en cualquier momento, tal y como se ha visto con la retirada de su embajador y el ofensivo despliegue diplomático que ha puesto en marcha tras el anuncio de la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. PERIODISTAS, POLÍTICOS Y PAYASOS Escribía este jueves Alfonso Rojo un artículo en ABC titulado "Periodistas, políticos, payasos", en el quye comenzaba proclamando todo su apoyo a Sarkozy. Lo reproducimos, porque compartimos la tesis: Todo mi apoyo a Sarkozy. Y en esta ocasión, no por sus opiniones sobre el terrorismo o por su postura a favor de restaurar la autoridad del profesor en las escuelas. Lo que aplaudo hoy es que mandara a paseo a Lesley Stahl. Seguro que han visto el vídeo y tienen fresca en la retina la imagen del presidente francés levantándose, dando una palmadita en el hombro a la periodista norteamericana y despidiéndose del equipo de la CBS con una despectivo «ánimo». Le sobró, sin duda, llamar «imbécil» a su secretaria de prensa, por concertar la entrevista en mal día, pero en el resto estuvo impecable. Sarkozy ya había hablado un par de veces con la norteamericana y dejado claro que considera lo relacionado con su mujer un «asunto privado». Textualmente: «Tengo mucho que hacer y trabajar para ponerme a discutir con usted de todo eso». El problema es que en todos los sitios cuecen «tomates». A pesar de la advertencia y consciente de que el chismorreo sube el índice de audiencia, Lesley arrancó preguntando por las desavenencias matrimoniales del presidente. Y este, veloz como el rayo, le espetó: «Si tuviese que decir algo sobre Cecilia no lo diría aquí». La americana hizo que no se enteraba, insistió y Sarko la mandó a hacer puñetas. Ha sido criticado en tertulias de radio y televisión, porque aquí se estila que el político de turno pase la mano por el lomo del periodista, acepte un tuteo sonrojante y sonría como un pasmado, cuando esos reporteros provocadores, que se han convertido en ingrediente obligado de toda cadena, se plantan micrófono en ristre en un acto oficial y formulan una pregunta grotesca o impertinente. Pues no. Ni «oye Mariano», ni «escucha Alfredo». Va siendo hora de que quienes nos gobiernan o pretenden hacerlo, pongan coto a tanta memez. A mí se me cae el alma a los pies cada vez que veo a personajes, en principio respetables, estirar los labios y buscar una frase ingeniosa, para «quedar bien» con el payaso de turno y divertir a la parroquia. Yo quiero líderes como Sarkozy.
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