Villalfeide - Leon

Emilio ya es nieve
El que fuera único vecino de Piedrafita durante muchos duros inviernos falleció a los 90 años


Emilio López Álvarez, único habitante de Piedrafita durante muchos años.

La dedicatoria de un libro de Julio Llamazares (¿Memoria de la nieve?) que vio la luz pocos meses después de fallecer su padre, el maestro ‘don’ Nemesio, era muy escueta: “A mi padre, que ya es nieve”.
Lo mismo se podría decir de Emilio López Álvarez, ‘Emilio el de Piedrafita’, que esta misma semana “se fue a la nieve”. Y en el caso de este hombre de 90 años sería su destino natural pues vivió entre nieve buena parte de su vida. Emilio y su mujer Pilar Canseco fueron durante varios inviernos los únicos habitantes de esta pequeña localidad del municipio de Cármenes, situada a más de 1300 metros de altitud, lo que puede dar una idea de las grandes nevadas que caían en el lugar.
Con motivo de una de estas nevadas La Crónica 16 de León realizó un reportaje con este matrimonio. Allí se reflejaba cómo Emilio veía amanecer el día con más de dos metros de nieve y desde primeras horas de la mañana luchaba contra ella. Primero debía abrir un camino hasta la cuadra en la que tenía algunas vacas y su querida yegua, después les llevaba hierba que tenía en un pajar, ordeñaba… y así batallaba durante todo el día hasta que caía la noche. Pero nunca le faltaban unos minutos para sentarse a la mesa, sacar un vaso de un vino ‘toro’ casi sólido que él mismo compraba por pellejos y cortar unas raspas de cecina.
Y, sobre todo, para una amena y muy agradable conversación.
Una larga conservación en la que recordaba su vida en aquel pueblo. Sus paseos entre la nieve viendo algún lobo que le acompañaba a pocos metros sin una preocupación excesiva: “Cada uno iba a lo suyo”.
Parecía una vida dura pero era la que él había elegido y por nada del mundo quería abandonar aquel pueblo. Santos, el conductor del coche de línea, siempre recordaba que cuando viajaba a León para alguna gestión al regreso, sentado en los primeros asientos como para llegar antes, cuando el autobús atravesaba las Hoces de Vegacervera Emilio siempre comentaba: “Parece que ya respiro”.
Con ochenta años todavía era habitual encontrarlo picando leña para el invierno. Nunca le faltaba una broma que gastarte. Muchas veces, sabedor de que era el único habitante del pueblo, le preguntaba a quien se acercaba por allí. “¿A quién quiere ver, al cura, al alcalde, al gobernador? Dígame”.
–¿Están todos aquí?
– Delante de usted, yo soy.
Abierto, siempre dispuesto para la conversación, sin embargo era muy reacio a la ‘popularidad’. Una vez acudió a entreveistarlo el periodista Javier Tolentino, al que había contado preciosas historias de inviernos, lobos, nieve, trabajos... y fue incapaz de arrancarle una palabra cuando le colocó delante los micrófonos y toda la parafernalia necesaria para grabar sus recuerdos y vivencias.
En el año 1997 los organizadores de las fiestas patronales decidieron hacerle un homenaje, entregarle un cuadro con su retrato (el que aparece en esta misma página) y toda su preocupación era saber cómo le convencerían para que subiera al escenario a recogerlo.
Así era. Un tipo singular que cuando bajó a vivir para León no entendía muy bien que en los bares le dieran tapas con el vino. “Yo como en mi casa”, argumentaba.
Le costó mucho trabajo abandonar Piedrafita. Un ‘parkinson’ traidor le dificultó mucho arreglarse solo y tuvo que bajar con sus hijos para León. Paseaba con gentes de la comarca, se sentaba al sol en la plaza de las Palomas y cada vez que encontraba a alguien de su comarca realizaba la pregunta inevitable: “¿Qué tal por allá arriba?”.
Ya estaba soñando con regresar otro verano más, con ver las fiestas de Piedrafita desde la galería pues no era muy dado a las aglomeraciones, con sentarse en la plaza y tomar un vino en el bar de José Ramón, una mezcla de blanco y tinto que sólo él bebía; con charlar con quien llegara; con contar sus historias de los años duros…
Pero no pudo ser. Con 90 años, Emilio ya es nieve.