Diciembre. Extraido del libro:"Un año en la vida de la España Salvaje " y alguana cosa ina de mi propia cosecha. "Poco a poco, de forma lenta y callada los días se han ido acortando y las noches se han hecho cada vez más frias,acompañadas a veces por vunos vientos que soplan fuerte y helados atrayendo nubes que descargan un blanco manto sobre los campos del Val.;las jornadas de estos dís finales del otoño,envueltas en nieblas densas,heladoras,dan paso a noches serenas y estrelladas donde el hielo atenaza la vida en los campos abiertos,confiriendo al ambiete un aspecto puramente invernal.Los días se van consumiendo entre fuertes ventarrones helados,nieblas y pequeños periódos de bonanza climatológica.Las plantas están en completo reposo,aguardando la llegade de la lejana primavera,mientras la fauna se se esfuerza por sobrevivir en estos días dificiles y bellos del invierno. Un intenso e inmenso cielo arrebolado por mil matices de grana,rojo,purpura y naranja,que tenuemente van cambiando de tonalidad a medida que el sol se oculta mansamente más allá del Teleno,preside el ambiente crepuscular de una jornada más en los campos que rodean el pueblo.El hielo de finales de més va dibujando un minusculo y brillante tapiz de cristales en los terros y ásperos pliegues de los barbechos de VegaelPozo.Los cantos lastimeros de las avefrías,los reclamos de los mochuelos en la fragüa y la llamada nocturna y lejana del alcaraván recorren el frío aire para perderse entre los terruños,eriale y sementeras que rodean el pueblo.La actividad para las criaturas del día ya ha tocado a su fin;los bandos de fringilidos y bisbitas hace rato que se han refugiado en sus abrigos nocturnos.Los grupo veloces de estorninos y palomas ya pasaron en dirección al pueblo y a los bosquetes para encarar la noche helada que se avecina... Sin enbargo,en los chopos del Junquillo,y camino del Val de Arriba,un grupo de grandes aves apura los últimos resplandores tras un azaroso día de caza.Llegan raseando en todas las direcciones del espacio y se perchanen los denudos árboles,se levantan de los tesos y baldíos en los que habían aguardado el momento preciso para retirarse al multitudinario dormidero donde se congregan por centenares, como todas las noches de invierno..Vuelan en torno a los chops,casi fastasmales en estas horas tenues del crepusculo,con una facilidad que sorprende,se posan y levantan;inquietos,revolotenan masivamente como una nube turbulenta y se calman reorganizando sus posiciones en las ramas más altas.Mientras algunas liebres corretean por el campo incipientemente helado y se intensifica la serenata de las aves de la noche,cuando ya la oscuridad se ha adueñado de todo el paisaje,los últimos milanos reales,apenas sombras inciertas, rodean con sus vuelos vaporosos el perdido bosque y se mimetizan en su enrramada.Aunque cuando finaliza diciembre el invierno se deja sentir con toda su crudeza en estas altas tierras del interior,durante los últimos años algunos grupos de cigüeñas blancas se empeñan en trastocar sus ancestrales hábitos,permaneciendo entre nosotros practicamente durante toda la estación.Estas grandes zancudas parecen haber renunciadoa la larga emigración y se reunen a la caída de la tarde en dormideros comunes.Mucho más numerosas son las calandrias,que llenan las mañanas con sus idas y venidas;reunidas en grandes bandos,estos alaúdidos recurren a la estrategia de la masa,tanto para buscar alimento durante el día como calor por la noche,asi como para burlar el ataque de los-por desgracia cada vez más escasos-halcones que de vez en cuando se dejan ver parullando por la llanada. Las urracas,entre gritos y revuelos se congregan en las desnudas arboledas de los rios y regatos,en los pequeños setos que rodean los campos desnudos para pasar estas negras y frías noches de invierno.Mientras,en el subsuelode las escasa vegas y navazos,en cunetas y cultivos,las masas de topillos campesinos que medra en estos campos,se reunen para pasar el inviernoen nutridos clanes,generalmente,gobernados poruna vieja y experimentada hembra.Sin enbargo,en la superficie,en las laderas cubiertas de ralos y secos arbustos,las perdices rojas se reunen en bandos de mayor entidad; de esta manera buscaran las semillas y brotes que necesitan para mantenerse vivas un invierno más,quizás bajo la atenta y penetrante vista del halcón peregrino,que sobrevuela sus amplios y helados feudos." Que estas lineas sirvan para muchos años y no como un mero recordatorio de algo que fué y luego nosotros acabamos por destruir. Un abrazo desde Asturias a todos los valuros. |