Santa María del Páramo - Leon

CORNADA DE LOBO
Tajadas de hambre.




PEDRO TRAPIELLO 11/12/2011

Cuando Pedro Marcos llegaba de crío a casa con esa gazuza voraz con que se vuelve de la escuela y le preguntaba a su madre ¿qué hay de comer?, ella, quizá hartita de fogones o despensa breve, solía responderle: ¡Canguingos y tajadas de hambre!

Brutal y genial. Nunca lo oí.

¿Nos dirá Rajoy eso mismo cuando tenga que desvelar al fin lo que nos ha estado cocinando? ¡Canguingos y tajadas de hambre!, apuesta lo que quieras (los canguingos vienen a ser carajones o cagarrutos, me aclara Pedro).

Total, que me fui con los canguingos a internet y resultó ser cosa muy conocida por toda España, a juzgar por la cantidad de entradas que tiene esa palabreja que ni siquiera de lejos reconoce el diccionario. Y como España es muy diversa, atravesada y ocurrente, resulta que el dicho tiene sus variaciones no menos ingeniosas y ahí asoman: ¡canguingos y patas de peces!, dice alguna madre, o ¡canguingos y orejas de cangrejo!... y las hay barrocas: ¡confrondios y pasas largas!, ¡ancas de rana, cojones de grillo y picha de liebre!... (que también cabe en los planes económicos del próximo gobierno).

Al ¿qué hay de comer? responden las abuelas: ¡Cortapicos, callares y lengua de preguntador!, si no resuelven a lo antiguo con un quita allá, que te arreo con la caceta... aunque también cabe la lírica del absurdo: ¡Agua frita y papel asao! o... ¡Aire frito en sartén de palo! o... ¡Agua molida y viento raspao!...

Pero me reservo una de puro toque poético: ¡Chamarises a la varilla!

En casa de mi madre se contaba la historia de un mozo que llevaba la olla del almuerzo al padre que estaba en las tierras arando y por el camino le fue comiendo la mitad del pan y las pocas tajadas del potaje, así que cuando el padre le preguntó qué hay de comer, le espetó tan natural: pan, poco... y carne, nada... dijo madre que era gilia (vigilia).

Un chiste lo resuelve así: «maaá, ¿qué hay de comer?», urgió el típico gordito zampabollos ganándose un «¡mierda con cebolla!», a lo que el chaval, exagerando muecas de repugnacia, replicó: aggg, qué asco... ¡¡con cebolla!!

En la cocina europea está la Merkel con delantal y Sarkozy de marmitón, entra Rajoy y pregunta ¿qué hay?... Le fueron claros: Canguingos... ¡¡con cebolla!!

-- CORNADA DE LOBO
Dos bombazos

PEDRO TRAPIELLO 23/11/2011

Zapatero llegó a la cumbre con un no nos falles y bajó de ella con un no nos folles. Se le han hecho agua aquellos votos que llegaron en un cesto y se irá, seguramente, como Aznar, sin asimilar o explicarse la cuota personal que haya tenido en el guantazo.

Lo curioso es que también a Rajoy le ha prologado la victoria un zambombazo gigantesco con estragos que crecen y persistirán, la Gran Crisis, ese terrorismo bursátil que también deja muertos (del todo o de hambre), ese terrorífico desbarate total que siembra pánico por el mundo (en España, con fertilizante) y que al gallego electo le ha prestado graciosamente (veremos si gratuitamente) todo un carrao de votos que siempre le faltarían en cualquier otro momento electoral al que concurriera.

El coscorrón del miedo, del dinero achicado y del sin vivir laboral fue esta vez a la mollera de un Zapatero también terco (y cegato) cuando en su día asomó el lobo las orejas antes de venirnos con estos mordiscos despiadados que nos arrea en los cadriles.

Ahora sólo resta averiguar cómo asimilarán los socialistas su derrota, cómo recompondrán la cacharrería rota y si son capaces de encontrar una cara talismán de líder (será lideresa) que logre el «reagrupémonos todos» en la derrota final. El mercado de la política es así, necesitan perentoriamente una nueva cara (¿por qué no una nueva idea?) para pescar en el descontento general y ruidoso que se avecina.

Al menos, ZP entró a gobernar cumpliendo la promesa de sacar a España de la guerra de Irak. A Rajoy también se le votó para sacarnos de otra guerra, la del Mercado, pero la evacuación de nuestra maltrecha tropa se antoja imposible; «estamos rodeados, mi general».---