Saelices del Payuelo - Leon

"Hain y Gugh".

Un cuento de Navidad.

Cuando conducía mi caballo por las veredas de la montaña, cuatro años ha, una tarde de verano, a la hora de siesta, me apeé para que descansara un poco el fiel animal.
También yo deseaba reposar la comida, respirar la brisa que acaricia ambas laderas de la gran Hoz escarbada, con esmero, por el Torío .

Cuando se pierde de vista el último prado de Vegacervera, allí a la derecha, los caminantes se adentran en un paraje majestuoso. En todo el recorrido de la Hoz sólo hay dos recodos en los que pueda pacer un caballo.
Él comía a la izquierda del camino según se va en dirección a Felmín. Nos encontrábamos hacia la mitad de la Gran Hoz; él sofocando su sudor, yo respirando brisa y humo a la vez.

Sé que, llegando al final de este lugar fantástico, hay una curva a la izquierda. Y a la izquierda de la curva, una pradera de mejor gusto para un noble animal, pero aquel prado se usa para otros fines.
En él se producen sonidos metálicos: baja la cordada de trepar por las rocas. Damas y varones se liberan de sus cadenas exhaustos, resoplan, se despojan del arnés y se dirigen a beber y a lavarse en el río.

Faltaban pocos minutos para observar de nuevo esa escena de esfuerzo humano.
Mas he aquí que, mientras hacíamos tiempo, observamos que en el río, que discurre a unos 15 metros por debajo del sendero, había dos niños chapoteando. Se lanzaban agua a dos manos el uno al otro mientras reían, cual imagen de un amor recíproco.
Tendrían unos 8 ó 9 años. Vestían de igual modo: una prenda amarronada, algo deshilachada, que pendía de su cintura.
Al vernos, se sentaron en la orilla izquierda del Torío, la de allá, con las piernas estiradas, bañadas por la corriente. Su semblante infundía serenidad; eran dos criaturas preciosas, de tez más bien morena.

Callé. Entre otras razones, porque seguramente ya estarían sus padres al cuidado de las criaturas y porque tampoco conocía en qué lenguaje se expresaban.
Contando con mi fiel, éramos 4 quienes nos hallábamos en el país de las hadas.

Aquella tarde no se encontraban en la Gran Hoz quienes agujerean la roca. Era jueves.


Pasó el tiempo. Pasaron días, semanas.

Ya en otoño, una tarde fuimos a saludar a Bodón, ese peñasco que se yergue yendo hasta Lugueros.
Antes de llegar a Bodón paramos en la cascada de Valdeteja. Había allí unos bomberos haciendo prácticas. Se descolgaban por una cuerda, con todo el agua de la cascada cayéndoles en la cabeza, y, cuando descendían hacia la mitad de la cuerda se dejaban caer en el lago.

Al volver de Lugueros, relinchó mi noble.
A la derecha, según se viene, bajaban dos niños correteando uno tras otro, como persiguiéndose, por la ladera Este de Bodón. Reían.
Eran los mismos niños que habíamos visto bañándose en el Torío.

Entonces recapacité. En horas libres, me propuse buscarlos por Isoba, por Las Omañas, en Babia, en Laciana. Pero no, parece ser que hasta el Cueto Nidio no van.

He preguntado por ellos en La Vecilla, en Cármenes, en Campohermoso.
Dicen que el niño le llama Hain a su hermana, y que Hain a su gemelo le llama Gugh.
No es bien conocido dónde anidan, y menos cuando caen las nieves, pero todos dicen que se quieren.

¿Qué preciosidad Snoopy¡ menos mal que el Romanticismo siempre está y estará en auge. Feliz descanso o curro (asegún y adepende)

"¿Un cuento de Navidad?".

Bien creo que Hain y Gugh congeniarían con los alpinistas que descendían por las rocas de la Gran Hoz, con los bomberos que practicaban en Valdeteja y con Bodón, el peñasco.
Pero también me da la impresión de que con Yanukovich, el actual presidente de Ucrania, no. Va a ser que no.

Hoy toca contar una historia de AntiNavidad.
Os la dedico a todos, por ser personas tan comprensivas, tan afables.
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Pues resulta que estaba tomando un líquido en el bar a eso de las 20:15. Había por allí una revista del "XLSemanal"; la del día 12.
Publican una ’entrevista’ con Yulia Timoshenko, quien fue primera ministra de Ucrania hasta hace 3 años.
La entrevista no tiene desperdicio. Yulia no tiene derecho a la palabra; habla en nombre de ella su hija Eugenia. Lee unos papeles escritos a lápiz por su madre.
Yulia tiene hernia discal. Desde la cárcel le trasladaron al hospital y allí no le atienden.

Me venía al recuerdo Julia, mi querida vecina, recordada por todos los sahelicenses.
Ella también tenía hernia discal. Sufrió mucho durante unos años.

Yo veía a Julia arrastrando las piernas por la calle La Poza para comprarle algo al pescadero. Sufría de dolor, por cuanto también yo lo hacía.
La veía por la ventana que hay en medio de la segunda planta de casa. En aquéllas, yo trabajaba allí, o lo intentaba; hace ahora unos 20 años.

Le pregunta el entrevistador del "XLSemanal" a Yulia:
" - ¿Qué ve cuando mira por la ventana?".
" - Nada. Las ventanas están pintadas por dentro y por fuera. Todas las mañanas y todas las tardes oigo a la gente cantando canciones o leyendo poesías para apoyarme desde el exterior. Y también he aprendido a mirar a través de las ventanas veladas y los muros. Hoy veo y siento cómo ruge la plaza de la Independencia, cómo el sol sale sobre mi país".
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¡Manda narices!
¿Cómo puede ser que la UE permita que en un país civilizado ocurran estos desmanes?. Atrocidades, más bien, diría.

Quede escrito con amor por deseo de Hain y Gugh.

T'a luego.

Pues Snoopy, porque de atrocidades está el mundo lleno; esas que precisamente no comprenderían Hain ni Gugh, ni ninguno que esté dotado de un "corazón grande". Buenas tardes.

Snoopy, tu que sabes leer el cielo;
Que estrellas son las que estan estos dias en la posicion de la 5 de un reloj con respect a la luna.?
Una esta mas cerca de la luna y la otra mucho mas brillante esta mas distante de la luna. Pero, las dos en la direccion de las 4 y media o 5 de un reloj

Mafern: sí puedo responder a la mitad de tu pregunta.

Tienes la media respuesta en "Un vistazo al cielo sienta bien".

Es que, discúlpame, pero esta entrada está dedicada a las hazañas de Hain y Gugh. Continúo en vilo de sus movimientos.
Alguna travesura harán, ya lo verás. ¡Son niños ...!.
Estos días salen poco del nido. Sospecho que los Reyes les han traído aquel tablero con el juego de La Oca y el Parchís.

A los chinos no creo que jueguen; no tienen monedas.
¡Ah, bueno!, eso sí: podrían jugar con 3 diminutos cantos rodados.