Saelices del Payuelo - Leon

¿Que queda de aquellos huertos? Propiedades que aportaron cierto rango y protagonismo familiar y
personal.
Hoy, algunos convertidos en viviendas y otros en evidente deterioro, aparentemente tierra de nadie.

Entre estos huertos, el del tío Leandro Panera fue el que obtuvo mas renombre por lo que representaron aquellos enormes manzanos, una tentación para tantos niños que fijaban sus miradas en aquellas manzanas ¡Fruto prohibido!

Merodeando bajo aquellas ramas que salían hacía la calle cargaditas de manzanas tan cerca e inaccesibles. Y no seria por no intentarlo. La técnica: atizarlas a pedradas, pero la piedra caía y la manzana quedaba.

Recuerdo el trillar en las eras de abajo y de ir con la botija a por agua a la fuente y, al llegar a los manzanos era parada obligada, rebuscar por si hubiera alguna caída.

Aquellos niños de la época, de pantalón corto y que estudiaban el catón para ayudar a misa, también estudiaron la estratégica para poder mangar alguna de aquellas inalcanzables manzanas.

Uno de tantos con la lección bien aprendida se lanzó a la aventura, entrar al huerto por la gatera, había tantas caídas que, en un pis pas, rellenó la camisa dispuesto a largarse con el botín, pero de pronto oyó chirriar la puerta… ¡Pies pa que os quiero! Sin soltar la mercancia intentó salir por donde había entrado, pero las manzanas se atravesaron y, ni pa alante ni pa atrás, maniobrando y estribijando logró retroceder e incorporarse, al ver al dueño, la camisa se aflojó desparramándose las preciadas manzanas.
El tío Leandro le cogió de las orejas y… ¡Cuánto le arregondió aquellos cuatro pasos hasta la calle! ¡Ala! esto pa que te acuerdes.
Retorciéndose y sintiendo que las orejas le ardían, echó la mano por si le faltaba alguna.
Todo tiene un precio. Seguro que esta experiencia le serviría para aprender a respetar lo ajeno.
Este buen hombre hizo lo correcto.


Un clásico poema.

Que linda en la rama
la fruta se ve,
si lanzo una piedra
tendrá que caer.

No es mío este huerto
no es mío lo se,
mas yo de esa fruta
quisiera comer.

Mi madre está lejos
mamá no me ve,
no hay otros niños,
¿Quién lo ha de saber?
Más no, no me atrevo;
yo no sé porqué;
parece que siempre unos ojos me ven.

Papá no querría
besarme otra vez,
mamá lloraría
de pena también.

Mis buenos maestros
dirían tal vez:
¡qué niño tan malo,
no jueguen con él!

No quiero, no quiero;
Yo nunca he de hacer
Sino lo que haría
si todos me ven.

Llegando a mi casa
caricias tendré,
Abrazos y besos
y frutas también.

Yo sé de unos que les mandaban a vigilar el"huerto Castro" a la hora de la siesta, y rendiditos de trabajar, se quedaban sobados. Los intrusos se aprovechaban de los vencidos; subían, vareaban, les enterraban entre las manzanas, se llevaban el postre y a los de la siestorra les sobrevenía sin remedio el manteo ¡Qué tiempos¡Sólo aliviaban la sed de fruta sin castigo los perucos de la Mata, pero.....y..... del atasco consiguiente, quién te libraba?Gracias por deleitarnos Sopasdeajo.

Gracias sopasdeajo por recordarnos aquellos tiempos tan memorabes,y que lo cuentas con tanta educación, por entonces la fruta aunque robarla era prohibido pero tambien era golosa.En el año1954 se hizo la casa obra de Mariano Reglero y el manzano desapareció de la calle en frente las puertonas del tió Siano por eso los foreros mas jóvenes nó estarán en el caso.
Por cierto el raterillo que entró por la gatera ¿nó seria mafern? yó pregunto.Este forero algo tendra que decirnos al respecto.

Jupinis, no me aparejes con albarda de burro extraño. Yo no recuerdo haber andado en esos trances, sopasdeajo que lo cuenta, sabra quien era.

Perdona mafern,equivocarse nó es pecado.