La ingerencia política y la falta de rigor de los directivos El ‘ladrillo’ arrasa con el sistema financiero valenciano. La injerencia política y la falta de rigor de los directivos causan el desastre. Caixa Ontinyent (47 oficinas y 226 empleados) se ha convertido, como la aldea gala de Astérix, en el último reducto del mundo financiero valenciano. Una región que tuvo la tercera y la cuarta caja de ahorros de España, y una entidad, el Banco de Valencia, con 111 años de historia, que fue motor industrial, contempla con resignación cómo cae su imperio financiero. En menos de dos años se ha hundido casi todo. El último ha sido el Banco de Valencia, cuyo agujero se desconoce, pero podría superar los 800 millones. La mayor parte de la factura la pagarán los ciudadanos. ¿Cómo se ha podido llegar a esto en tan poco tiempo? El crecimiento desmedido de la región bajo el monocultivo de la construcción y las faraónicas obras de la Generalitat (Ciudad de las Artes y de las Ciencias, la cinematográfica Ciudad de la Luz, en Alicante y el ruinoso parque temático de Terra Mítica) han acelerado la caída. Además, las entidades valencianas se hicieron accionistas de los ruinosos proyectos de Polaris Word de Murcia, de Martinsa y de Francisco Hernando, el Pocero, en Seseña (Toledo). La CAM tiene 2.300 millones en pisos y suelo. El Banco de Valencia presenta 3.995 millones en “activos problemáticos”. |