Riego de la Vega - Leon

Parece evidente que, al menos una parte de la administración judicial, tiene auténtica mala suerte a la hora de investigar y llevar adelante los procesos en los casos de corrupción que afectan al PP. Tanto, que han llegado a perder los papeles. Incluso literalmente, no en sentido figurado.


Sabíamos que la Justicia era lenta. Y de ello tenemos miles de pruebas. Lo que no sabíamos era que, además, en ocasiones es muy despistada. Mientras en otros procesos es capaz de custodiar fielmente legajos por décadas, como por otra parte es su obligación, en otras ocasiones, como en el sumario abierto por la manipulación de los ordenadores del PP que usaba Luis Bárcenas y en los que presuntamente se borró información clave que dejaría al descubierto los chanchullos financieros del partido de la gaviota, además de pereza en investigar, muestran desidia en la custodia.

El sumario, además de congelado, está extraviado. El Juez Ruz ha tenido que reenviar toda la documentación al Juzgado de Instrucción número 32 de Madrid para que de una vez se ponga a investigar, ya que fue precipitadamente archivado en octubre de 2013 y ahora, que deberían analizarse los recursos contra el apresurado sobreseimiento, pues los papeles, como la información de los discos duros, han volado.

Y no es que se haya perdido gran cosa. Tres años después de que estallase el escándalo del borrado de la información solicitada por la Justicia, todavía no se ha avanzado ni un paso en esclarecer lo sucedido.

Lo grave es que esta desidia, y ahora nos referimos a las dos, a la inicial de no haberse tomado la más mínima molestia en averiguar lo sucedido en unos hechos que apestan a presunta ocultación de pruebas y obstrucción a la Justicia, y la desidia sobrevenida de perder los papeles del caso, quedarán absolutamente impunes.

Nadie pone el grito en el cielo por tamaña desfachatez, que alimenta y justifica la sensación de impunidad que percibe la ciudadanía cuando de juzgar los delitos de corrupción política de la derecha se trata, sino que tampoco nadie asume responsabilidades ni se molesta en investigar lo sucedido.

¿Se imaginan si la ‘distracción’ documental y la apatía procesal se hubiese producido en otros sumarios? El clamor de la caverna se habría escuchado en Alaska. Y luego se extrañará el Consejo General del Poder Judicial del descrédito de la ‘casta togada’.Para mearse y no echar ni gota, hace falta en este desgraciado país una revolución social que acabe con tanto desmadre y corrupción.