Muerto cada amanecer En ocasiones la realidad no solo supera a la ficción sino que sirve de tajada para construir ficciones. En los años treinta, cuarenta y cincuenta en EEUU se intentaron ocultar a los ciudadanos muchas cosas pero algunos cineastas fueron bastante lejos (al menos para aquella época) reflejando el malestar social y la miseria promocionada por la política y la banca a través de ficciones que, sin abandonar la narración clásica -aunque con influencias de la literatura y posteriormente el neorrealismo- consiguieron desvelar más de un secreto. Crónicas relativamente valientes sobre los verdaderos masacrados por la Gran Depresión o el llamado “crack” del 29. Filmes sobre la situación de miedo, pobreza y sus secuelas, sobre el cinismo de la prensa, sobre el crimen organizado o la corrupción gubernamental (¿les suena?) llenaron de fatalismo una sociedad opulenta que después cargo contra todos los disidentes que “fueron demasiado lejos” en su denuncia y compromiso. En la época de Roosevelt se hicieron cambios para “salir de la crisis”, en la Europa de Merkel, Putin etc. se hacen cambios en el sentido contrario. En los años cincuenta empezó la guerra fría, la mordaza como ley no escrita, algunos recortes en “libertad de expresión” y también la caza de brujas orquestada por el senador McCarthy que no dejaba de ser una marioneta en manos del FBI y los gobiernos conservadores. La censura prohibió muchas cosas pero las mujeres fatales de los cuarenta y los jóvenes rebeldes de los cincuenta revelaron que algo estaba pasando también en el terreno de las costumbres y los roles de género. En la llamada esfera privada. En los años sesenta Lillian Hellman (que estuvo a punto de entrar en prisión por apoyar a la República Española y viajar a Rusia) y Arthur Penn se atrevieron a insinuar en su ópera social “La jauría humana” que los hermanos Kennedy, Luther King u otros activistas por los derechos civiles no murieron en manos de un francotirador ni un loco sino de una extrema derecha bien organizada, conectada con la alta política y con un respaldo social más que evidente. Algo que era un secreto a voces. En cualquier caso, y aunque lo mismo pasó en Europa con Pasolini y en EEUU posteriormente con Malcom X o Harvey Milk, el partido demócrata en cuestiones de política exterior demostró ser igual de prepotente que cualquier otra fuerza” democrática” o igualmente vulnerable a los grandes intereses de las economías poderosas, que casi siempre tienen la última palabra en otros países. Algo que sigue pasando hoy en una Palestina masacrada, ante el silencio o la perplejidad internacional. Dentro se conquistaron algunos derechos de “minorías raciales” o “grupos sexuales”, nació el feminismo y el movimiento LGTB aunque a base de batallas que hoy desaprobaría nuestro civilizado espectro político- activista, cada vez más sumiso a los dictados políticos. Es muy triste que la historia de la humanidad haya tenido que avanzar así como triste es que a pesar de la importante movilización social que logró frenar nada menos que al insaciable Ayuntamiento Burgalés sea todavía el Partido Popular el más votado, no solo, pero también allí, en Gamonal. Por eso más que nunca es necesario lo que nos están quitando el acceso de los ciudadanos a la cultura, la información plural, los derechos civiles y el derecho a vivir en una democracia real donde el hecho de participar en una huelga o manifestarse contra crueles injusticias no suponga una amenaza para tu puesto de trabajo o situación sociolaboral. Si las fuerzas del “orden púbico” en vez de reprimir manifestantes, proteger negocios sucios o escoltar bancos se comportaran como ciudadanos solidarios otra cosa sería o podría ser. Pero no fueron entrenados para eso, ni antes ni ahora. El avance de “Podemos” demuestra ese lado afortunadamente “rojeras” que siempre ha tenido un país masacrado por el fascismo y donde los hijos de los que fusilaban o encarcelaban de por vida siguen sin querer que se abran las fosas de la barbarie. Pero para eso tenía que haber habido una transición de verdad no una falsa conciliación entre opresores y oprimidos para sacar adelante una democracia monárquica y temerosa que cada vez se parece más a una dictadura no bananera sino de las antiguas. Viejos y jóvenes del Partido Popular citan a Goebbels (bueno al menos leen algo) pero para aprender estrategias del fascismo en muchos países como unificar al enemigo. No eres de los suyos luego eres un “terrorista”. Antes eras un comunista. Esa forma de dividir y enfrentar sirve para despistar ante el hecho que el expolio de lo público, los recortes en lo más básico y la sangría bancaria van a seguir por mucho tiempo. Hoy ya el número de muertos por la “llamada crisis” supera con creces a los muertos por el “llamado terrorismo” que yo desapruebo como desapruebo el que los bancos maten lentamente a las personas o los empresarios echen a los trabajadores con eufemismos como “expediente de regulación de empleo” o “déficit bancario”. Estos últimos años, estos últimos meses hemos visto como la ciudadanía no se queda quieta ni dentro ni sobre todo fuera de las urnas. Esa es la verdadera política. Pronto los edificios destinados a hacer y deshacer políticos serán virtuales o se instalaran en otro planeta ya que su lejanía del ciudadano supera la velocidad y el precio de la luz. |