Riego de la Vega - Leon

No dimite el ministro del Interior porque nuestra sociedad está acostumbrada a confundir cargo con persona. Porque las cosas se olvidan, incluso las tragedias, y el tiempo pasa, los conservadores se enquistan y la memoria se pierde.

Debería dimitir porque bajo su mandato se lanzaron pelotas de goma a inmigrantes asustados que trataban de salvar sus vidas. Víctimas ahogadas entre las que se encontraban mujeres y niño, asustados sin esperanza, la vida perdida y el futuro sin porvenir.

Debería dimitir por no mostrar las imágenes que pudiendo ser reveladoras, se ocultan a la opinión pública de forma lesiva para la democracia, para la transparencia y para el mínimo respeto a los derechos humanos.

Debería dimitir por no cesar a su director general, responsable de unos hechos que han avergonzado a un país entero. Por no cesar a un responsable que debería pasar a la historia por haber faltado a la verdad.

Debería dimitir por no haber destituido, en tiempo y forma, al delegado del Gobierno, a aquel cuyas explicaciones no estuvieron a la altura de una nación que merece un Gobierno que no les mienta.

Debería dimitir por tratar de justificar lo injustificable. Por defender lo indefendible, ya no en un debate político al uso, sino en relación a toda una tragedia que se ha llevado por delante tantas vidas humanas.

Debería haber dimitido antes por tener sembrada la geografía española de subdelegados y delegados de Gobierno que, en algunos casos, han convertido las calles de nuestras ciudades en campos de batalla.

Debería dimitir por mantener cuchillas frente al otro lado de la vida. Por haberlas justificado mirando hacia atrás.Como explicaría la muerte de estos seres humanos,¿iguales al ABORTO tal vez?. Por haber demostrado que para él hay ciudadanos de distintas clases y distintos derechos.

Debería dimitir por haber encomendado al Altísimo su gestión. Probablemente desde sus creencias, que respeto, le hayan pedido también la dimisión para no seguir enturbiando la razón y el corazón de tantos.

Debería dimitir por haber permitido que se dieran órdenes de lanzar pelotas de goma contra ciudadanos que morían bajo las frías aguas del Mediterráneo. Debería dimitir si le cabe dignidad en su gestión. Debería.