Riego de la Vega - Leon

El nacionalismo españolista es en esencia totalitario, ya que basa su existencia, su esencia, en la negación de otras naciones y el reconocimiento de una única nación a la que llaman española.

Dos elementos, entre otros, han caracterizado su propaganda totalitaria.
Por un lado el patrioterismo de pandereta que ensalza la patria como un bien en si mismo a la que se le debe servir por encima de todo lo demás.
Poco a poco se ha venido sabiendo que los mayores patriotas españoles en el ámbito político, desde el rey Alfonso hasta el actual jefe del estado, pasando por los banqueros mas poderosos, mantienen sus fortunas fuera de la patria española.
Poco a poco se ha venido sabiendo que las estrellas mas destacadas de la música o del deporte, que en público dicen dar todo por su patria y son modelos oficiales de patriotas españoles, mantienen sus dineros en paraísos fiscales o similares.
Es decir, los mayores símbolos del patrioterismo español parece que lo son solo de pacotilla.

El otro elemento de propaganda viene siendo la negación de su nacionalismo. Construyen su nacionalismo desde un supuesto internacionalismo y en la negación por anacrónico de la construcción de nuevos estados y nuevas fronteras.
En si mismo, conociendo su nacionalismo casposo, ese discurso ya resulta ridículo y lleva a la risa. Pero cuando ya se muestra en todo su esplendor es cuando se le pone a prueba. Ya sea conquistando heroicamente Perejil, ya sea construyendo barreras criminales en sus fronteras.
En colaboración con el estado antidemocrático de Marruecos, se construyeron dos muros tremendos a lo largo de diez kms separados por una zanja y dotados con alambre de espino, para impedir que los que se mueren de hambre en sus países puedan acceder a un trozo de pan.
Además de dotarlos de todos los medios técnicos de detección, ahora se les han incorporado cuchillas afiladas como hojas de afeitar que al menor contacto desgarran la piel produciendo profundas heridas en todo el cuerpo.
Verdaderamente una salvajada.

Esta salvajada la construye un nacionalismo que dice no ser partidario de las fronteras, un nacionalismo que es confesionalmente católico y cristiano, dirigido todo por un ministro muy devoto del opusdei, todos ellos demócratas defensores de los derechos humanos.
El calvario de su cristo representado en su sanguinaria semana santa, una broma con los estragos que le producen a los cientos de africanos que por no tener que perder nada se atreven a exponerse a la tortura democrática.