Riego de la Vega - Leon

Se entiende por “sistema” el sistema económico imperante en una sociedad, que determina siempre el poder político dominante.
En el caso español, por sus orígenes, el sistema está tan unido al poder político surgido en 1939, que no hace falta hacer la precisión de que economía y política son una consecuencia una de la otra. Son la misma cosa en este caso.


Asistimos al destape a raciones diarias de la corrupción española de los últimos treinta años, por ir a períodos mas recientes.
Los defensores del sistema, los que viven de él, los bienpensantes interesados y los miedosos, nos advierten graciosamente de que lo que se está descubriendo como la normalidad española de los últimos treinta años, va a afectar al propio sistema y su credibilidad.
Esto es una gilipollez. O no tanta para los ingenuos que se creían lo de la “modelo transición española”.
Como siempre ocurre con las cosas de España, uno nunca sabe si los que tienen esos temores nunca entendieron lo que ocurría o una vez más tratan de despistar y/o tomarnos el pelo.

Las cosas ciertas son exactamente al revés.
El sistema español no es el ofendido por sus hijos los corruptos. Es el sistema español el que ha creado los hijos corruptos.
La perversa gallina solamente puede crear hijos corruptos, no son los huevos podridos los que desacreditan a la gallina, si no que estando podrida la gallina solamente puede crear huevos podridos.

Por lo tanto, con ese discurso falso de hijos pródigos que envilecen a la madre, España nunca saldrá de la mierda porque a quién hay que sustituir es a la madre. La madre de todas las madres. No a pequeñeces como Rajoy.