| 03-02-13 11:10 | #11027107 |
Por:Dianakaz   |   |
| Hay que reconocerlo. Ayer, Mariano Rajoy estuvo de película. Hay que reconocerlo. Ayer, Mariano Rajoy estuvo de película. Y no porque sus explicaciones, que no existieron, fueran brillantes, sino porque su comparecencia fue eso, de cine, ya que estuvo grabada. No es que no permitiese preguntas, es que ni apareció por la sala de prensa. Ayer Rajoy, cobarde hasta para comparecer en persona en una rueda de prensa que no admitía preguntas, fue más Rajoy que nunca. No es que esperásemos mucho del tan cacareado aplazamiento de las explicaciones sobre toda la inmensa montaña de indicios que se han conocido en la semana que ahora concluye sobre las alcantarillas de la derecha, que oler, huelen mal, pero hay que ver como lucen en las cuentas corrientes. “Presuntamente”, por supuesto. Decíamos que no esperábamos gran cosa pero es que el Presidente se ha superado a si mismo: no sólo ha dicho obviedades y simplezas como si estuviese rebelando las tablas de la Ley, como es su costumbre. Es que encima se ha reído de la opinión pública. De todos los españoles, pero especialmente de los millones de confiados e ingenuos que le votaron en noviembre de 2011. Rajoy, para convencernos de la falsedad de los papeles con la letra de Bárcenas, con los apuntes de Bárcenas, con el reconocimiento de la veracidad de lo apuntado por parte de algunos de los señalados, ofreció ayer el argumento definitivo: dinero, lo que se dice dinero, tiene de sobra. Según explicó el Presidente, su caso no es como el de su antiguo compañero Eduardo Zaplana, que confesó que estaba en política para hacerse rico (y por cierto, lo ha conseguido). Mariano Rajoy ya viene de una familia de posibles y, según detalló, se podría ganar la vida muy bien como registrador de la propiedad y no necesita la política para enriquecerse. Lo que no nos explicó Don Mariano es que, en realidad, lo que ha hecho es coger lo mejor de los dos mundos. Lleva 25 años cobrando sustanciosos sueldos públicos, como cargo público y como cargo privado del PP (aunque los sobres fuesen inventados que presuntamente no lo parecen). Pero, según informaciones no desmentidas, sigue recibiendo sustanciosos réditos de su plaza en propiedad de registrador de la propiedad, que es atendida por un propio en su nombre. Efectivamente, Rajoy no parece que necesite la política para hacerse rico. Le basta con sus nóminas en el PP, con sus nóminas en la Administración, con sus réditos de los negocios en marcha… Sin embargo, y a pesar de que es difícil resistirse a comentar la patética actitud del presidente del PP, negando la evidencia y ofreciendo como prueba irrefutable su devaluada palabra, que llamarla de honor sería calificarla demasiado, lo que más llama la atención es el papelón hecho por los diferentes barones territoriales de la derecha, que han tenido que venir a Madrid un sábado para arropar a su jefe y aplaudir una opereta mal escrita, mal interpretada y, sobre todo, increíble. Profundamente increíble. Es difícil encontrar un colectivo humano que se haya dignado, más o menos voluntariamente, a rebajarse tanto. Es difícil de creer que nadie se haya atrevido a discrepar, ni siquiera un poquito. En las declaraciones previas, parecía que algunos barones regionales llegarían a la capital con ganas de hablar y con pocas ganas de comulgar con ruedas de molino. Sin embargo, desconociendo aún lo que se habló a puerta cerrada, cuando se abrieron las compuertas, reinó el silencio. Los pocos encargados subalternos del PP en provincias que tuvieron la osadía que no tuvo su presidente, la de acercarse a los micrófonos de la prensa, agotaron todo su valor en el gesto de admitir una pregunta comprometida. Porque las respuestas, desde luego, no fueron comprometidas; más bien, parecían las respuestas prometidas al Jefe. Pero los cientos de miles de militantes honrados del PP no se merecen este bochorno. Los miles de concejales honrados del PP no tienen por qué ser confundidos y juzgados como iguales y equivalentes a unos líderes que han demostrado su amor al cargo, que no al partido. Su amor, si no a los presuntos sobres, que a lo mejor para todos, presuntamente, no habría, si a la posibilidad de llegar, presuntamente, a merecerlos. Ayer, la nomenclatura del PP perdió una ocasión histórica para limpiar el buen nombre de su partido. Prefirió encharcarse en el lodazal en el que chapotean los desmentidos sin argumentos, ´porque lo digo yo´, a, aunque fuese tímidamente, aparentar un asomo de dignidad y solicitar una gestora que, sin sombras de complicidad con direcciones pasadas, pudiese llevar adelante una investigación digna de tal nombre. Llaman la atención las palabras fotocopiadas, calcadas, pactadas, recitadas unísonamente por los pocos barones que se atrevieron a hablar. Se acercaron para, al parecer sin sarcasmo ni ironía en la declaración, alabar la firmeza y contundencia de Rajoy en la negativa de las acusaciones. Al parecer, le agradecían que no dijese, como Soraya Sáenz de Santamaria, en los albores del escándalo, que ella sólo respondía de su propia honradez. Algo es algo. Pero también llaman la atención los silencios, los clamorosos silencios de algunos sectores del partido, como la habitualmente tan lenguaraz Esperanza Aguirre, que ha repartido estratégicamente sus presencias y sus ausencias. Todos esperamos mucho más de ella. Y la lideresa, generalmente, no gusta de defraudar a sus incondicionales. Seguiremos observando. Porque está claro que la crisis del PP no ha concluido. Esta vez no le valdrá con una maniobra legal para desbaratar las pruebas de su corrupción y salir de rositas. Esta vez, si no al tiempo, la cuña que está actuando es la peor de las posibles, porque es la de la misma madera. Esta vez, no valdrá con otra ‘refundación’ ni con otro ‘viajecito al centro’ para intentar lavarse la cara. Esta vez, si no al tiempo, la crisis se llevará por delante a algunos que se creyeron soberbiamente impunes. Es lo menos que se merecen los miles de honrados cargos electos del PP que no tienen por qué seguir pasando la vergüenza de verse representados por según qué tipo de individuos. | |
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