Matanza de los Oteros - León

Esperemos que la realidad -excelente foto- supere el proyecto.

Parecen los pinchos de un "vieldo" herido, gastado y viejo, que imprecadores reclaman al cielo a cuantos hijos tuvieron que marchar de estas tierras áridas y secas. La maquinaria los alejó, burlonamente abandonados en territorios desconocidos, cual si de hijos malditos de su tierra debieran cumplir y pagar la deuda de haber nacido en tal tiempo. Tiempo de desarraigo, tiempo de dolor y simpleza.
Parecen los dientes de una destrozada "horca purridera", después de un agotador verano de purrir mieses al carro del deseo. Y la luz del fondo debil "hoguera de encina" sobre un horizonte amplio, altar del sacrificio a Ceres,-la espigadora-, para inmolar tantos deseos y añoranzas de los hijos de la diáspora. ¡Ay de vosotros, que habéis gozado de continuo de la tierra que nos vió nacer! ¡Ay de vosotros, si el lugar de nuestra niñez se despuebla, por vuestro cansancio y desapego! ¡Que san Pedro os lo tenga en cuenta y la Virgen del Rosario no sea vuestra valedora! ¿Vivís felices y tranquilos en vuetro continuo solar? La gran ciudad, que vosotros de tarde en tarde visitáis, que véis casi de continuo por la pantalla y el cine, no es oro todo cuanto de ella reluce. No abandonéis nuestras antiguas costumbres por la insidia de las nuevas que llegan de fuera. Seguiz jugando a la peonza, al trompo, a las cartetas y a correr el aro. ¡Que el viejo frontón no duerma enmudecido por la joven desídia, rechazado por su orgullo y su palmito! Seguiz buscando nidos en mayo y cogiendo cangrejos en el "valle del toro", y a mano. Seguiz cantando a la rana verde en la fuente de "Diana", que del camino de Castrillo es señora y en la de "Apolo", que era abrevadero de pastores para sus ovejas y del "borriquero" y que, -desde el final de la "Chopera"-, conduce a la Carrelina de tantos recuerdos gratos. Corred las liebres por entre los barcillares, antes de que el invierno fiero las aleje hacia el monte de encinas.huyendo de la blanca y crujiente escarcha. Cansad a las perdices cuesta arriba, sin apurarlas, para que asustadas y agotadas eviten levantar el vuelo a trechos y se pierdan, riendose de tu cansancio e inesperiencia.
¿Donde están los "ramos de mayo y el mayo" que no le veo? Debe ser que ya no hay quintos ni quintas a quien ponerselo. ¡Ay de vosotros que olvidáis las costumbres del pueblo que os alimenta y os sostiene en dulce cuna mullidos! ¡Desde la diáspora! Julio Arce. carrelinamj@gmail.com