El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 82ª Sección Y los Ángeles que volvieron del cielo dejando allá el Alma de Esteban, le dieron gracias a María, por los favores que había hecho con el discípulo Esteban, hasta colocarle en la felicidad eterna de la que ahora gozaba para toda la eternidad.- Murió terrenalmente Esteban a los nueve meses después de la Pasión y Muerte de Jesucristo, el veintiséis de Diciembre, y aquel día cumplía treinta y cuatro años de edad, y también era el año treinta y cuatro del nacimiento de Jesucristo ya cumplido, un día entrado el año de treinta y cinco. De manera que Esteban nació también otro día después del nacimiento de Jesús y sólo tuvo Esteban de más edad los nueve meses que pasaron de la muerte de Cristo hasta la suya, pero en un día concurrió su nacimiento y su martirio.- La oración de María y la de Esteban, merecieron la conversión de Saulo, y para que fuese más gloriosa, permitió el Señor que el mismo Saulo desde este día tomase por su cuenta perseguir la Iglesia y destruirla, señalándose sobre todos los judíos en la persecución que se movía después de la muerte de Esteban, por haber quedado indignados contra los nuevos creyentes. Recogieron los discípulos el cuerpo del invicto Mártir y le dieron sepultura con grande llanto, por haberles faltado un varón tan sabio y defensor de la Ley de Gracia.- El mismo día que fue Esteban apedreado y muerto, se levantó una gran persecución contra la Nueva Iglesia Evangélica Cristiana, que estaba en Jerusalén, y Saulo la devastaba, inquiriendo por toda la ciudad a los seguidores de Cristo para prenderlos o denunciarlos ante los magistrados, como lo hizo con muchos creyentes que fueron presos y maltratados y algunos muertos en esta persecución. Y aunque fue muy terrible por el odio que los príncipes de los sacerdotes tenían concebido contra todos los seguidores de Cristo y porque Saulo se mostraba entre todos más acérrimo defensor y emulador de la ley de Moisés, pero tenía esta indignación judaica otra causa oculta, que ellos mismos aunque la sentían en los efectos la ignoraban en su principio dónde se originaba.- Esta causa era la solicitud de Lucifer y sus demonios, que con el martirio de Esteban se turbaron, alteraron y conmovieron con diabólica indignación contra los fieles, y más contra la Iglesia de María. Le permitió el Señor a este Dragón, para mayor confusión suya, que la viese cuando la llevaron los Ángeles a la presencia de Esteban. Y de este beneficio tan extraordinario y de la constancia y sabiduría de Esteban, sospechó Lucifer que la poderosa Reina haría lo mismo con otros Mártires que se ofrecerían a morir por el nombre de Cristo, o que por lo menos ella les ayudaría y asistiría con su protección y amparo para que no temiesen los tormentos y la muerte pero se entregasen a ella con invencible corazón. Era este medio de los tormentos y dolores el que la diabólica astucia había arbitrado para acobardar a los fieles y retraerlos de la escuela de Cristo, pareciéndole que los hombres aman tanto su vida y temen la muerte y los dolores, y más cuanto más violentos, que por no llegar a padecerlos y morir en ellos negarían la fe y se retraerían de admitirla. Y este arbitrio siguió siempre la serpiente, aunque en el discurso de la Iglesia le engañó con él su propia malicia, como le había sucedido con la cabeza de los santos, empezando con Jesucristo, donde primeramente se engañó así mismo Lucifer.- Los cuidados y trabajo de los Apóstoles en esta persecución fueron mayores que en los otros fieles, porque como maestros y fundadores de la Iglesia. Y aunque estaban llenos de ciencia y dones del Espíritu Santo, con todo eso la empresa era tan ardua y la contradicción tan poderosa, que muchas veces sin el consejo y dirección de su única Maestra, se hallaran algo atajados y oprimidos. Y por eso la consultaban frecuentemente a María, y ella los llamaba y ordenaba y los juntaba para darles conferencias y para tratar lo que más convenía, conforme a las ocasiones y negocios que ocurrían, porque sola ella penetraba las cosas presentes y prevenía con certeza las futuras. Entre todas estas ocupaciones propias y tribulaciones de sus fieles, que amaba y cuidaba como a hijos, estaba María inmutable en un ser perfectísimo de tranquilidad y sosiego, con inviolable serenidad de su espíritu. Disponía las acciones de manera que le quedaba tiempo para retirarse muchas veces a solas, y aunque para orar no le impedían las obras exteriores, pero en soledad hacía muchas reservadas para el secreto de sí misma. Se postraba en tierra, se pegaba con el polvo, suspiraba y lloraba por el remedio de los mortales y por la caída de tantos como conocía réprobos.- 406 Creación de la Oración del CREDO.- Reunidos los doce Apóstoles, celebraron la reunión Sacramental y Pedro comulgo a María y a los otros Apóstoles, y acabada se postraron en tierra, orando e invocando al divino Espíritu, y lo mismo hizo María. Y habiendo orado por algún espacio de tiempo, se oyó un trueno como cuando el Espíritu Santo vino la primera vez sobre todos los fieles que estaban congregados y al punto fue lleno de luz y resplandor admirable todo cenáculo donde estaban reunidos, y todos fueron ilustrados y llenos del Espíritu Santo. Y luego María les pidió que cada uno pronunciase y declarase un misterio, o lo que el Espíritu Divino les administraba. Comenzó Pedro y prosiguieron todos en esta forma:.- 1º Pedro: Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.- 2º Andrés: Y en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor.- 3º Santiago Mayor: Que fue concebido por obra del Espíritu Santo, que nació de María Virgen. 4º Juan: Padeció debajo del poder de Poncio Piloto, fue crucificado, muerto y sepultado.- 5º Tomás: Bajó a los infiernos, y resucitó al tercero día de entre los muertos.- 6º Santiago Menor: Subió a los cielos y está asentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso. 7º Felipe: Y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.- 8º Bartolomé: Creo en el Espíritu Santo.- 9º Mateo: En La Santa Iglesia, en la comunión de los Santos.- 10º Simón: En el perdón de los pecados.- 11º Judas Tadeo: En la resurrección de la carne.- 12º Matías: Y en la vida perdurable. Amén.- Este Símbolo, que se llama El Credo, lo ordenaron los Apóstoles después del martirio de Esteban y antes que se cumpliera el año de la muerte de nuestro Salvador. Y después la Iglesia, para convencer la herejía de Arrío, que niega a la divinidad de Jesús y otros herejes en los concilios que contra ellos hizo, explicó más los misterios que contiene el Símbolo de los Apóstoles y compuso el Símbolo o Credo que se canta en las reuniones Sacramentales. Pero en sustancia y entre ambos, son una misma cosa y contienen los doce artículos que nos propone la doctrina cristiana para catequizarnos en la fe, con la cual tenemos obligación de creerlos para ser salvos. Y al punto que los Apóstoles acabaron de pronunciar todo este Símbolo, el Espíritu Santo lo aprobó con una voz que se oyó en medio de todos y dijo: Bien habéis determinado. Acto seguido, María, la Reina y Señora de los cielos dio gracias al Muy Alto con todos los Apóstoles, y también se las dio a ellos porque habían merecido la asistencia del divino Espíritu para hablar como instrumentos suyos con tanto acierto en gloria del Señor y beneficio de la Nueva Iglesia. Y para mayor confirmación y ejemplo de sus fieles, se puso de rodillas María a los pies de Pedro y profesó la Santa FE Cristiana, como se entiende en el contenido que acabaron de pronunciar. Y esto hizo por sí y por todos los hijos de la Iglesia con estas palabras, hablando con Pedro le dijo: Señor mío, a quien reconozco por Vicario de mi Hijo, en vuestras manos, yo vil gusanillo, en mi nombre y en el de todos los fieles de la Iglesia, confieso y confirmo todo lo que habéis determinado por verdades infalibles y divinas de la FE Cristiana, y en ellas bendigo y alabo al Altísimo de quien proceden.- 407 Y María Besó la mano al Vicario de Cristo y a los demás Apóstoles, siendo la primera que profesó la FE, de la nueva Iglesia después que se determinaron sus artículos. Con esta instrucción y diligencias, en muy pocos días se distribuyó el Credo de los Apóstoles entre los fieles de la Iglesia, con increíble fruto y consuelo de todos, porque con el fervor que comúnmente todos tenían lo recibieron con suma veneración y devoción. Y el Espíritu divino, que lo había ordenado para firmeza de la Nueva Iglesia, lo fue confirmando luego con nuevos milagros y prodigios, no sólo por mano de los Apóstoles y discípulos, sino también por la de otros muchos creyentes. Muchos que le recibieron escrito con especial veneración y afecto, recibieron al Espíritu Santo en forma visible, que venía sobre ellos con una divina luz que los rodeaba exteriormente y los llenaba de ciencia y celestiales efectos.- Y con esta maravilla se movían y encendían otros en el deseo ardentísimo de tenerle y reverenciarle. Otros con poner el Credo sobre los enfermos, muertos y endemoniados les daban salud a los enfermos, resucitaban los difuntos y expelían a los demonios. Y entre estas maravillas sucedió un día que un judío incrédulo, oyendo a un CRISTIANO que leía con devoción la Oración de CREDO, se irritó contra el creyente con gran furor y fue a quitárselo de las manos, y antes de ejecutarlo cayó el judío muerto a los pies del Cristiano. A los que desde entonces se iban bautizando como eran adultos, se les mandaba que luego profesara la fe por medio del Símbolo del CREDO Apostólico, y con esta confesión y práctica, venía sobre ellos el Espíritu Santo visiblemente.- El Apóstol Pedro.- Pasado ya un año de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, con inspiración divina trataron los Apóstoles de salir a predicar la fe por todo el mundo, porque ya era tiempo se publicase a las gentes el nombre de Dios y se les enseñase el camino de la salvación eterna. Y para saber la voluntad del Señor en la distribución de los reinos y provincias que a cada uno le habían de tocar en su predicación, por consejo de María, determinaron ayunar y orar diez días continuos. El día último celebró Reunión Sacramental el Vicario de Cristo y comulgó María y los once Apóstoles. Terminada la reunión y la comunión, estuvieron todos con la Reina en altísima oración, invocando singularmente al Espíritu Santo para que les asistiese y manifestase su voluntad santa en aquel negocio. Pedro les dijo: Queridos hermanos, postrémonos todos juntos ante el acatamiento divino y de todo corazón y suma reverencia confesemos a nuestro Señor Jesucristo por verdadero Dios, Maestro y Redentor del mundo, y hablemos de su santa fe con el Símbolo del CREDO, que nos ha dado por el Espíritu Santo, ofreciéndonos al cumplimiento de su divina voluntad.- Lo hicieron así y dijeron el Credo y luego prosiguieron en voz con el mismo Pedro, diciendo: Altísimo Dios eterno, estos viles gusanillos y pobres hombres, a quienes nuestro Señor Jesucristo por la dignación de sola su clemencia eligió por ministros para enseñar su Doctrina y predicar su Santa Ley y fundar su Iglesia por todo el mundo, nos postramos en Vuestra divina presencia con un mismo corazón y un alma. Y para el cumplimiento de Vuestra voluntad eterna y santa nos ofrecemos a padecer y sacrificar nuestras vidas por la confesión de vuestra santa fe, enseñarla y predicarla por todo el mundo, como nuestro Señor y Maestro Jesús nos lo dejó mandado. Y no queremos perdonar trabajo, ni molestia, ni tribulación, que para esta obra fuere necesario padecer hasta la muerte. Pero desconfiando de nuestra fragilidad,os suplicamos. 408 Señor y Dios altísimo, enviéis sobre nosotros a vuestro divino Espíritu que nos gobierne y encamine nuestros pasos por el camino recto e imitación de nuestro Maestro y nos vista de nueva fortaleza, y ahora nos manifieste y enseñe a qué reino o provincias será más agradable a Vuestro beneplácito que nos repartamos para predicar Vuestro Santo Nombre.- Acabada esta oración y petición, descendió sobre el cenáculo una admirable luz que los rodeó a todos y se oyó una voz que dijo: Mi vicario Pedro señala a cada uno las provincias y esa será su suerte. Yo le gobernaré y asistiré con mi luz y espíritu.- Este mandato lo remitió Pedro a sus sucesores, los cuales había de estar sujetos y subordinados como a Vicarios de Cristo. Oyendo Pedro aquella voz, comenzó por sí mismo el repartimiento de los reinos, y Pedro dijo: Yo, Señor, me ofrezco a padecer y morir, siguiendo a mi Redentor y Maestro, predicando su santo nombre y fe ahora en Jerusalén y después en Ponto, Galacia, Bitinia y Capadocia, provincias del Asia, y tomaré asiento primero en Antioquía y después en Roma, donde asentaré y fundaré la Cátedra de Jesucristo nuestro Salvador y Maestro, para que allí tenga su lugar la cabeza de su Santa Iglesia. Esto dijo Pedro, porque tenía orden del Señor para que señalase a la Iglesia Romana por asiento y para cabeza de toda la Iglesia Universal. Y Prosiguiendo Pedro dijo: Andrés: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, seguirá predicando su santa fe en las provincias situadas en Europa, Epiro y Tracia, y desde la ciudad de Patras en Acaya, gobernará a toda aquella provincia y lo demás de su suerte, en lo que pudiere.- Santiago el Mayor: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, le seguirá en la predicación de la fe en Judea, en Samaria y en España, de donde volverá a esta ciudad de Jerusalén y predicará la doctrina de nuestro Señor y Maestro.- Juan: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, obedecerá la voluntad de nuestro Salvador y Maestro, como se la manifestó desde la Cruz. Cumplirá con el oficio de hijo con nuestra Madre y Señora María. La servirá y la asistirá con reverencia y fidelidad de hijo y la administrará el Sagrado Misterio de la Eucaristía, y cuidará también de los fieles de Jerusalén en nuestra ausencia. Y cuando nuestro Dios y Redentor llevare consigo a los Cielos a su beatísima Madre, Juan, seguirá a su Maestro en la predicación de Asia Menor y cuidará de aquellas iglesias desde la isla de Pasmos, a donde irá por la persecución.- Tomás: Seguirá predicando en la India, en Persia, y en Asia. Bautizará a los tres Reyes Magos y les dará noticia de todo lo que esperan y le buscarán estos mismos Reyes, por la fama que oirán de su predicación y milagros que efectuará.- Jacobo: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, como Obispo seguirá en Jerusalén, donde predicará al judaísmo y acompañará a Juan en la asistencia y servicio de la gran Madre de nuestro Salvador.- Felipe: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, seguirá con la predicación y enseñanza en las provincias de Frigia y Sitia del Asia y en la ciudad llamada Hierópolis de Frigia.- Bartolomé: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, seguirá predicando en Gliconia, parte de Capadocia en el Asia, y pasará a la India Citerior y después a la Menor Armenia.- Mateo: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo enseñará primero a los hebreos y después seguirá a su Maestro pasando a predicar en Egipto y en Etiopía.- 409 Simón: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, seguirá predicando en Babilonia, Persia y también en el Reino de Egipto.- Judas Tadeo: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, seguirá predicando en Mesopotámica y después se juntará con Simón para predicar en Babilonia y en la Persia.- Matías: El siervo de Cristo, nuestro hermano carísimo, seguirá predicando su santa fe en el interior de Etiopía y en la Arabia y después volverá a Palestina.- Y el Espíritu del Altísimo nos encamine a todos y nos gobierne y asista, para que en todo lugar y tiempo hagamos su voluntad perfecta y santa, y ahora nos dé su bendición, en cuyo nombre la doy a todos vosotros.- Pedro, cuando acabó de hablar se oyó un trueno de gran potencia y se llenó el cenáculo de resplandor, como de la presencia del Espíritu Santo. Y en medio de esta luz se oyó una voz suave y fuerte, que dijo: Admitid cada uno la suerte que le ha tocado.- Se postraron en tierra y dijeron todos juntos: Señor Altísimo, a Vuestra palabra y de Vuestro Vicario obedecemos con prontitud y alegría de corazón, y nuestro espíritu está gozoso y lleno de Vuestra suavidad en medio de Vuestras obras admirables.- Recibieron los Apóstoles, nueva luz y ciencia de todas las naciones y provincias que Pedro les había señalado, y conocieron cada uno de los Apóstoles, las naturales, condiciones y costumbres de los reinos que le tocaban, la disposición de la tierra y su situación en el mundo, como si lo escribieran interiormente en un mapa. Les dio el Altísimo nuevo don de fortaleza para los trabajos, de agilidad para los caminos, aunque en ellos les habían de ayudar muchas veces los Ángeles, y en el interior quedaron encendidos como serafines con la llama del divino amor, elevados sobre la condición y esfera de la naturaleza.- María, estaba presente a todo esto y le era patente cuanto el poder divino obraba en los Apóstoles y en ella misma, que de las influencias de la divinidad participó en esta ocasión más que todos juntos, porque estaba en grado superior a todas las criaturas, y por eso el aumento de sus dones había de ser proporcionado y trascender a todos los demás sin medida.- Renovó el Altísimo en el purísimo espíritu de su Madre la ciencia infusa de todas las criaturas y en especial la de todos los reinos y naciones que a los Apóstoles se les había asignado, y conoció Su Alteza lo que ellos conocían, y más que todos, porque tuvo ciencia y noticia individual de todas las personas a quienes en todos los Reinos habían de predicar la FE de Jesucristo, y quedó en esta ciencia tan capaz en toda la tierra y sus moradores, como respectivamente lo estaba de su oratorio y de los que en él entraban. Esta ciencia era como de Suprema Maestra, Madre, Gobernadora y Señora de la Nueva Iglesia, que el Todopoderoso había puesto en sus manos. Y para que no le faltase este mérito y perfección, la concedió el Altísimo toda esta ciencia por el tiempo que fue mediadora. Y junto con esta plenitud de especies y ciencias infusas tenía el dominio de sus potencias, para no admitir otras especies o imágenes adquiridas fuera de las que eran necesarias para el uso preciso de la vida, o para alguna obra de caridad o perfección de las virtudes. Con este adorno y hermosura patente a los ángeles y santos era la divina Señora objeto de admiración y alabanza en que glorificaban al Muy Alto por el digno empleo de todos sus atributos en María.- 410 |