El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 39ª Sección María: Salió toda renovada de esta visión extática y fue a la presencia de su Hijo y postrada a sus pies le dijo: Señor mío, mi luz y mi maestro, aquí está vuestra indigna Madre, preparada para el cumplimiento de vuestra santa voluntad. Admitidme de nuevo por discípula y sierva y tomad en vuestra poderosa mano el instrumento de vuestra sabiduría y querer. Ejecutad en mí el beneplácito del Padre Eterno y vuestro.- Recibió el Hijo a su Madre con majestad y autoridad de maestro y la hizo unas amonestaciones altísimas. Le enseñó a su Madre, con poderosas razones y con gran peso el valor y la profundidad que contenían las misteriosas obras que el Padre Eterno le había encomendado sobre el negocio de la Redención humana y la fundación de la Nueva Iglesia y la Ley Evangélica, que en la divina mente se había determinado.- Le declaró y le manifestó de nuevo, cómo en la ejecución de tan altos y escondidos misterios ella había de ser su compañera y coadjutora, estrenando y recibiendo las primicias de la gracia, y que para esto había de asistirle la purísima Señora en sus trabajos hasta la muerte en la cruz, siguiéndole con ánimo aparejado, grande, constante, invencible y dilatado. Le dio, Celestial Doctrina, encaminada a que se preparase para recibir toda la Ley Evangélica, entenderla, penetrarla y ejecutar todos sus preceptos y consejos con altísima perfección. Otros grandes sacramentos declaró el infante Jesús a su Madre, en esta ocasión sobre las obras que haría en el mundo. Y a todo se ofreció la Divina Señora con profunda humildad y obediencia, reverencia, agradecimiento y amor decentísimo y afectuoso.- En la edad y en las obras iba creciendo nuestro Salvador, pasando ya de la pubertad, y en todas consumando las obras que en cada una le encomendó el Eterno Padre en beneficio de los hombres. No predicaba en público, ni tampoco hacía entonces en Galilea tan patentes milagros como hizo después y había hecho antes en algunos de Egipto, pero oculta y disimuladamente siempre obraba grandes efectos en las almas y en los cuerpos de muchos. Visitaba a los pobres y enfermos, consolaba a los tristes y afligidos y a estos y otros muchos reducía a la salvación eterna de las almas, ilustrándolas con el consejo particular y moviéndolas con internas inspiraciones y favores, para que se convirtiesen a su Creador y se apartasen del demonio y de la muerte eterna.- Estos beneficios eran continuos, y para que Jesús los pudiera hacer, salía muchas veces de casa de su Madre. Y aunque los hombres conocían que con las palabras y presencia de Jesús eran movidos y renovados, pero, como en el misterio estaban ignorantes, enmudecían no sabiendo a quién atribuirlo más que al mismo Dios. La gran Señora del mundo conocía en el espejo del alma santísima de su Hijo y por otros medios todas estas maravillas que Jesús hacía, y estando juntos le adoraba y le daba gracias por ellas, postrada María, siempre a sus pies.- Más el Hijo le decía a su Madre: El fruto de mis obras en que quiero fundar la Iglesia ha de ser una Doctrina y Ciencia, que creída y ejecutada sea de vida y salvación para la humanidad. Una Ley Santa y eficaz, poderosa para extinguir el mortal veneno que Lucifer derramó en los corazones humanos por la primera culpa. Quiero que por medio de mis preceptos y consejos se espiritualicen y levanten a la participación y semejanza de mí mismo y sean depósitos de mis tesoros viviendo en la carne, y después lleguen a la participación de mi eterna gloria. 191 Quiero dar al mundo renovada, mejorada y con nueva luz y eficacia la ley que di a Moisés, para que la humanidad comprenda los preceptos y los consejos. Donde se comprende la suma de la perfección Evangélica en la que se fundará la nueva Iglesia, declarando por bienaventurados a todos los que me siguiesen. Dijo el Maestro.- La Primera Bienaventuranza, que dijo el Maestro de la vida evangélica es: Bienaventurados, los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Y aunque los Apóstoles la entendieron altamente, sola María fue la que llegó a penetrar y pesar la grandeza de la pobreza del espíritu; y como la entendió, y la ejecutó hasta lo último de su potencia. No entró en el corazón de María, imagen de riquezas temporales, ni conoció esta inclinación, sino que, amando las cosas como hechuras del Señor, las aborrecía en cuanto eran tropiezo y embarazo del amor Divino y usó de ellas parcialmente y sólo en cuanto la movían o ayudaban a glorificar al Creador. A esta perfectísima y admirable pobreza era como debida la posesión de Reina de todos los Cielos y criaturas. Todo esto es verdad; pero todo es poco para lo que entendió, apreció y obró María el tesoro de la pobreza de Espíritu, que es la primera bienaventuranza.- La segunda: Bienaventuranza, la de los mansos, porque ellos poseerán la tierra. En esta doctrina y en su ejecución excedió María con su mansedumbre, no sólo a todos los mortales, como Moisés en su tiempo, sino a los mismos Ángeles y Serafines, porque esta paloma en carne mortal estuvo más libre en su interior y potencias de turbarse y airarse en ellas, que los espíritus que no tienen sensibilidad como nosotros. Y en este grado inexplicable fue Señora de sus potencias y operaciones del cuerpo terrenal y también de los corazones de todos los que la trataban, y poseía la tierra de todas maneras, sujetándose a su obediencia apacible.- La tercera: Bienaventuranza, los que lloran, porque serán consolados. Entendió María la excelencia de las lágrimas y su valor, y también la Necedad y el peligro de la Risa y la Alegría mundana, más de lo que ninguna lengua puede explicar; pues cuando todos los hijos de Adán, concebidos en pecado original y después manchados con los actuales, se entregan a la risa y deleites, María, sin tener culpa alguna ni haberla tenido, conoció que la vida mortal era para llorar la ausencia del sumo bien y los pecados que contra él fueron y son cometidos; María, los lloró dolorosamente por todos, y merecieron estas lágrimas inocentísimas las consolaciones y favores que recibió del Señor. Siempre estuvo su purísimo corazón en prensa a la vista de las ofensas hechas a su amado y Dios eterno, con que destilaba agua que derramaban sus ojos y su pan de día y de noche era llorar las ingratitudes de los pecadores contra su Creador y Redentor.- La cuarta Bienaventuranza, Dios la dedica a los sedientos y hambrientos de la justicia. Alcanzó María el misterio de esta hambre y sed y la padeció mayor que el hastío de ella que todos los enemigos de Dios han tenido y tendrán. Porque llegando a lo supremo de la justicia y santidad, siempre estuvo sedienta de hacer más por ella y a esta sed correspondía la plenitud de la gracia con que la saciaba el Señor, aplicándole el torrente de sus tesoros y suavidad de la divinidad.- La quinta Bienaventuranza: Dios señala a los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia de Dios. María tuvo un grado tan excelente y noble que sólo en ella se pudo hallar; por donde se la llama, Madre de la Misericordia, como el Señor se llama Padre de las Misericordias. 192 Y fue que, siendo ella inocentísima, sin culpa alguna de que pedir a Dios misericordia, la tuvo en supremo grado de todo el linaje humano y la remedió con ella. Y porque conoció con altísima ciencia la excelencia de esta virtud. Jamás la negó ni negará a nadie que se la pidiere, imitando en esto perfectísimamente al mismo Dios, como también en adelantarse y salir al encuentro de los pobres y necesitados para ofrecerles el remedio.- La sexta Bienaventuranza: Dios distingue a los limpios de corazón, para ver a Dios, estuvo en María sin semejante. Porque era electa como el sol, imitando al verdadero Sol de Justicia y al material que nos alumbra y no se mancha de las cosas inferiores e inmundas; y en el corazón y potencias de nuestra Princesa jamás entró especie ni imagen de cosa impura, antes en esto estaba como imposibilitada por la pureza de sus limpísimos pensamientos, que desde el primer instante pudo corresponder la visión que tuvo en él de la Divinidad.- La séptima Bienaventuranza: Dios se fija en los pacíficos que se llamarán hijos de Dios, se le concedió a María, con admirable sabiduría, como la había menester para conservar la paz de su corazón y potencias en los sobresaltos y tribulaciones de la vida, pasión y muerte de su Hijo. Y en todas estas ocasiones y las demás fue un vivo retrato de su pacificación. Nunca se turbó desordenadamente y supo admitir las mayores penas con la suprema paz, quedando en todo perfecta Hija del Padre Celestial.- La octava Bienaventuranza: Dios beatifica a los que padecen por la justicia, llegó en María a lo sumo posible; pues quitarle la honra y la vida a su Hijo y Señor del mundo, por predicar la justicia y enseñarla a los hombres, y con las condiciones que tuvo esta injuria, solo María y el mismo Dios la padecieron con alguna igualdad, pues era ella verdadera Madre, como el Señor era Padre de su Unigénito. Y sola María imitó a Su Majestad en sufrir esta persecución y conoció que hasta allí había de ejecutar la doctrina que su Divino Maestro enseñaría en el Evangelio.- Artículo de la FE El fundamento inmutable de nuestra justificación y la raíz de toda la santidad es la FE, de las verdades que reveló Dios a su Iglesia; y así la fundó sobre esta firmeza, como arquitecto prudentísimo que edifica su casa sobre la piedra firme, para que los ímpetus furiosos de las avenidas y diluvios no la puedan mover. Esta es la estabilidad invencible de la Iglesia Evangélica, que es sola una, “”la CRISTIANA””, en la unidad de la FE, de la Esperanza y la Caridad que en ella se fundan; Una sin división ni contradicción, que son todas las falsas sectas, errores y herejías, tan tenebrosas y oscuras que no sólo se encuentran unas con otras y todas con la razón, pero cada una se encuentra consigo misma en sus errores, afirmando y creyendo cosas repugnantes y contrarias entre sí y que las unas derriban a las otras y prevalecen. Y contra todas queda siempre invicta nuestra santa FE, sin que las puertas del infierno prevalezcan ni una tilde contra ella, aunque más ha pretendido y pretende embestirla para ventilarla y zarandearla como trigo, como a su vicario Pedro, y en él a todos sus sucesores; así se lo dijo el Maestro de la vida. Para que nuestra divina Señora recibiera adecuada noticia de toda la Doctrina Evangélica y de la ley de gracia, era necesario que en el océano de estas maravillas y gracias entrara la noticia de todas las verdades CRISTIANAS, y que en el tiempo del Evangelio habían de ser creídas de parte de los fieles, y en particular de los artículos a donde como a sus principios y orígenes se reducen.- 193 Porque todo esto cabía en la capacidad de María y todo se pudo fiar de su incomparable sabiduría, hasta los mismos artículos y verdades CRISTIANAS, que le tocaban a ella y se habían de creer en la Iglesia; porque María, todo lo conoció, a través de Jesús su Hijo y la Divina Trinidad.- Con la circunstancia de los tiempos y lugares, medios y modos con que en los siglos futuros sucedería todo oportunamente, y cuando sea necesario. Para informar a María, especialmente de estos artículos, la dio el Señor una visión de la Divinidad en el modo abstractivo; y en ella se le manifestaron los ocultos Sacramentos de los investigables juicios del Altísimo y de su providencia, y conoció la clemencia de su infinita bondad con que había ordenado el beneficio de la FE INFUSA, para que las criaturas ausentes de la vista de la Divinidad la pudieran conocer breve y fácilmente sin diferencia y sin aguardar ni buscar esta noticia por la ciencia natural, que alcanzan muy pocos y éstos muy limitada; pero nuestra FE CRISTIANA desde el primer uso de razón nos lleva luego al conocimiento, no sólo de la Divinidad en las Tres Personas, sino de la humanidad de Jesucristo Señor y de los medios para conseguir la eterna vida; todo lo cual no alcanzan las ciencias humanas, infecundas y estériles si no que las realza la Fuerza y la Virtud de la FE Divina.- María, conoció en esta visión, todos estos misterios profundamente y cuanto en ellos se contiene, y que la IGLESIA EVANGÉLICA, tendría los catorce artículos de la FE CRISTIANA desde su principio, y que después determinaría en diversos tiempos muchas proposiciones y verdades que en ellos y en las Divinas Escrituras estaban encerrados como en su raíz, que cultivándola produce el fruto. Y después de conocer todo esto en el Señor, saliendo de la visión, lo vio con otra ordinaria. María, también conoció el alma santísima de su Hijo Jesucristo y conoció cómo toda esta fábrica estaba ideada en la mente del Divino Artífice, y después lo confirió todo con Su Majestad, cómo se había de ejecutar, y que María, era la primera que lo había de creer singular y perfectamente, y así lo fue ejecutando en cada uno de los artículos por sí misma. En el primero de los siete que pertenecen a la Divinidad, creyendo María, conoció cómo era uno solo el verdadero Dios, independiente, necesario, infinito, inmenso en sus atributos y perfecciones, inmutable y eterno; y cuan debido y justo y necesario era a las criaturas creer esta verdad y confesarla. Dio gracias por la revelación de este artículo, y pidió a su Hijo continuase este favor con el linaje humano y les diese gracia a los hombres para que lo admitiesen y conociesen la verdadera Divinidad. Con esta luz infalible, aunque oscura, conoció María, la culpa de la idolatría que ignora esta verdad y la lloró con amargura y dolor incomparable y en su oposición hizo grandiosos actos de FE y de reverencia al Dios único y verdadero.- Segundo Artículo, Creer que Él es Padre El segundo artículo, creer que Él es Padre, María lo creyó, y conoció que se daba para que los mortales pasasen del conocimiento de la Divinidad al de la Trinidad de las Personas que en ella hay y de los otros artículos la explican, para que llegasen a conocer perfectamente su último fin, cómo le habían de gozar y los medios para conseguirle. María, entendió cómo la persona del Padre no podía nacer ni proceder de otra y que María, era como el origen de todo, y así se le atribuye la creación de Cielo, de la tierra y de todas sus criaturas, como al que es sin principio y lo es de cuanto tiene ser. Por este artículo, María dio gracias en nombre de todo el linaje humano, y obró todo lo que pedía esta verdad.- 194 Tercer Artículo, Creer que Él es Hijo.- El tercero artículo, creer que Él es Hijo, María, lo creyó de la gracia con espacialísima luz y conocimiento de las procesiones; de las cuales la primera en orden de origen es la eterna generación del Hijo, que por obra de entendimiento es engendrado y lo será de solo el Padre, no siendo postrero sino igual en la Divinidad, eternidad, infinidad y atributos.- Cuarto Artículo, Creer en el Espíritu Santo.- El cuarto artículo, creer en el Espíritu Santo, María, lo creyó y entendió, conociendo que la tercera persona del Espíritu Santo procedía del Padre y del Hijo como de un principio por acto de voluntad, quedando igual con las dos personas, sin otra diferencia entre ellas más que la distinción personal que resulta de las emanaciones del entendimiento y la voluntad infinita. Y de este misterio María las tenía, por las noticias y pos visiones. Que en ésta se le renovaron con las condiciones y circunstancias de haber de ser artículos de FE en la Iglesia EVANGÉLICA y Cristiana y con inteligencia de las herejías que contra estos artículos sembraría Lucifer, como las había fraguado en su cabeza desde que fue expulsado del Cielo y conoció la Encarnación del Verbo. Y contra todos estos errores hizo María, grandes actos, de reverencia y amor hacia el Unigénito.- Quinto Artículo, Creer que el Señor es Creador.- Él quinto artículo, que el Señor es Creador. María, mediante su Alma conoció la creación de todas las cosas, aunque se las atribuye al Padre, pero María en este conocimiento es común, a todas las tres Personas, en cuanto son un solo Dios infinito y poderoso; y que de solo Él, dependen las criaturas en su ser y conservación y que ninguna tiene virtud para crear a otra produciéndola de nada, que es la creación, aunque sea Ángel y la criatura un gusanillo, porque sólo el que es independiente en su ser puede obrar sin dependencia de otra causa inferior o superior. María, Entendió la necesidad de este artículo en la IGLESIA EVANGÉLICA y Cristiana, contra los engaños de Lucifer, para que Dios fuese conocido y respetado por autor de todas las criaturas.- Sexto Artículo, Creer que Él, es el Salvador.- El sexto artículo, que es Salvador: María entendió de nuevo con todos los misterios que encierra de la predestinación, vocación y justificación final, y de los réprobos, que por no aprovecharse de los medios oportunos que la Misericordia Divina, que les había ofrecido y les daría, perderían la felicidad eterna. María, conoció también cómo convenía ser Salvador, mediante las Tres Divinas Personas y cómo a la del Verbo especialmente en cuanto que era hombre, porque Él se había de entregar en precio y rescate, y el mismo Dios lo había de aceptar, dándose por satisfecho por los pecados original y actuales. Y atendía María, a todos los sacramentos y misterios que la IGLESIA EVANGÉLICA y Cristiana, había de recibir y creer y en la inteligencia de todos, y María hacía heroicos actos de muchas virtudes.- Séptimo Artículo, Creer que es Glorificador.- El séptimo artículo, que es Glorificador: María, entendió lo que contenía para las criaturas mortales, de la felicidad que les estaba prevenida en la fruición y vista beatífica y cuánto les importa tener FE de esta verdad, para disponerse a conseguirla y reputarse no por vecinos de la tierra sino por peregrinos en ella y ciudadanos del cielo, en cuya FE y Esperanza viviesen consolados en este destierro.- 195 |