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Laguna de Negrillos - Leon

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13-05-14 06:23 #12016531
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 25ª Sección
y por otra parte conocía y ponderaba el riesgo de la peligrosa carrera de la vida mortal; y entre el temor y la obediencia se detenía con el miedo y se movía con prontitud. Quisiera resistir y quería obedecer, y decía consigo mismo: ¿A dónde voy, si entro en el conflicto del peligro de perder a Dios? ¿Cómo me entregaré a la conversación de los mortales, donde tantos se deslumbran, pierden el seso y camino de la vida? En tinieblas estoy en el vientre de mi madre, pero a otras paso de mayor peligro. Oprimido estaba desde que recibí la luz de la razón, pero más me aflige el ensanche y libertad de los mortales. Pero vamos, Señor, con vuestra voluntad al mundo, que siempre el ejecutarla es lo mejor, y si en vuestro servicio, oh Rey altísimo, se puede emplear mi vida y mis potencias, esto sólo me facilitará salir a la luz y admitir la carrera. Dadme, Señor, vuestra bendición para pasar al mundo terrenal.-

Mereció con esta petición el precursor de Cristo que Su Majestad al punto del nacer le diese de nuevo su bendición y gracia. Y así lo conoció el dichoso niño, porque tuvo presente a Dios en su mente y que le enviaba a obrar cosas grandes en su servicio y le prometía su gracia para ejecutarlas. Y antes de referir el parto felicísimo de Santa Isabel, para ajustar el tiempo en que sucedió con el texto de los sagrados evangelistas, advierto que el embarazo de esta admirable concepción duró nueve meses menos nueve días; porque, en virtud del milagro con que se le dio fecundidad a la madre estéril, se perfeccionó el concepto en este tiempo y llegó al estado de nacer; y cuando el Arcángel Gabriel dijo a María que su prima Isabel estaba embarazada en el sexto mes, este tiempo, todavía no era cumplido, porque le faltaba nueve días, para los seis meses.-

Advierto asimismo que, cuando el evangelista dice que María estuvo casi tres meses en casa de Isabel, sólo faltaron dos días para cumplirse.-

Conforme a esta cuenta es forzoso que María, se hallase no sólo en el parto de Isabel y nacimiento de Juan Bautista, también en la circuncisión y determinación de su misterioso nombre. Porque contando ocho días después que encarnó el Verbo, llegó María con José a casa de Zacarías, el día dos del mes de abril, conforme nuestra cuenta, en los meses solares, y llegó aquel día por la tarde; añadiendo ahora otros tres meses menos dos días, que se comienzan desde el día tres de abril, se cumple este término el primero de julio inclusive, que es el día octavo de la natividad de Juan Bautista y el de su circuncisión; y a otro día de mañana partió María, de vuelta a Nazaret.-

Acercándose, pues, la hora del deseado parto, sintió la madre Isabel que se movía en su vientre el niño, como si se pusiera en pie; y todo era efecto de la misma naturaleza y de la obediencia del infante. Y con algunos dolores moderados que sobrevinieron a la madre, dio aviso a la princesa María, pero no la llamó para que asistiese presente al parto, porque la digna reverencia debida a la excelencia de María y al fruto que tenía en su virginal vientre la detuvo prudentemente para no pedir lo que no parecía decencia.-

Tampoco fue la gran Señora en persona a donde estaba su prima, pero le envió las mantillas y fajos que tenía prevenidos para envolver al dichoso infante. Nació luego muy perfecto y crecido, testificando en la limpieza de su cuerpo la que traía en su alma, porque no tuvo tantas impuridades como otros niños. Le envolvió en las mantillas, que antes eran grandes reliquias dignas de veneración. Y dentro de algún conveniente espacio, estando ya Isabel compuesta y aliñada, salió María de su oratorio, mandándoselo el Señor, y fue a visitar al niño y a la madre y a darle la enhorabuena.-
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María, recibió en sus brazos al recién nacido a petición de su madre y le ofreció como oblación nueva al eterno Padre, y Su Majestad la recibió con aprobación y agrado y como primicias de las obras del Verbo humanizado y ejecución de sus divinos decretos. El felicísimo niño, que lleno del Espíritu Santo conoció a su legítima Reina y Señora, la hizo reverencia no sólo en su interior, sino también en el exterior, con una disimulada inclinación de la cabeza, y de nuevo adoró al Verbo Divino hecho hombre en el tálamo de su Madre purísima, donde se le manifestó entonces con especialísima luz. Y como también conocía el beneficio que entre los mortales había recibido, hizo el reconocido infante grandes actos de agradecimiento, amor, humildad y veneración a Dios hombre y a su Madre María.-

Y ofreciéndole la divina Señora al Padre eterno, hizo María esta oración: Altísimo Señor y Padre nuestro, santo y poderoso, recibid en vuestro servicio las estrenas y temporáneo fruto de vuestro Hijo santísimo y mi Señor. Este es el santificado y rescatado por vuestro Unigénito del poder y efectos del pecado y de vuestros antiguos enemigos. Recibid este sacrificio matutino e infundid en él con vuestra santa bendición vuestro divino Espíritu, para que sea fiel dispensador del misterio a que le destináis en honra vuestra y de vuestro Unigénito.-

Fue en todo eficaz esta oración de María, y conoció cómo el Altísimo enriquecía al niño señalado y escogido para su precursor, y él también sintió en su espíritu el efecto de tan admirables beneficios.-

María: La Reina y Señora del Universo, tuvo en sus brazos al infante Juan Bautista, estuvo disimuladamente en un éxtasis dulcísimo por algún breve espacio, y en él hizo la oración y ofrecimiento por el niño, teniéndole reclinado en su pecho, donde en breve espacio había de reclinar al Unigénito del Padre y suyo. Esta fue singularísima prerrogativa y excelencia del gran precursor, no alcanzada de otro alguno de los santos. Y no es mucho que el Ángel le predicase por grande en la presencia del Señor, pues antes de nacer le visitó y santificó, y en naciendo fue levantado y puesto en el trono de la gracia y estrenó los brazos en que se había de reclinar el mismo Dios humanizado, y dio motivo a su madre dulcísima para que desease recibir en ellos a su mismo Hijo y Señor y que esta memoria le causase regalados afectos con su precursor, niño recién nacido.-

Conoció Isabel estos divinos sacramentos, porque se los manifestaba el Señor, mirando a su milagroso hijo en los brazos de la que era más Madre que ella misma; pues a Isabel le debía la naturaleza terrenal y a María el ser de tan excelente gracia (Porque María es la Medianera de todas las Gracias Divinas, como Hija, como Esposa y como Madre del Dios Humanizado de su Hijo Jesucristo). Todo esto hacía una suavísima consonancia en el pecho de las dos felicísimas y dichosas madres, y del niño, que también tenía luz de tan venerables misterios; y con las demostraciones párvulas de sus tiernos miembros declaraba el júbilo de su espíritu y se inclinaba ante María y solicitaba sus caricias y no apartarse de ella.-

María: Con tanta majestad y templanza lo veía, que jamás le besó, como suele hacerse y permitirse a tal edad, porque sus castísimos labios los guardó y reservó intactos para su Hijo. Ni tampoco miró a Juan, con atención a la cara del niño, porque toda esta mirada de María, la puso en el alma de Juan, y apenas le conociera por las especies de sus ojos. Tal era la prudencia y modestia de la gran Reina y Señora del Cielo.
Luego se divulgó el nacimiento de Juan Bautista, y toda la parentela y vecindad vinieron a dar la enhorabuena a Zacarías y a Isabel, porque su casa era rica, noble y estimada por toda la comarca, y la santidad de los dos tenía granjeados los corazones de cuantos los conocían. Y por estas razones, y haberlos visto tantos años sin sucesión de hijos, y haber llegado Isabel a edad madura y estéril, causó en todos mayor novedad y admiración y suma de alegría, conociendo que aquél era más hijo del milagro que de la naturaleza.-
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Zacarías estaba siempre mudo para manifestar su júbilo, porque no era llegada la hora en que tan misteriosamente se le había de soltar su lengua. Pero con otras demostraciones daba señales del gozo interior que tenía y al Altísimo ofrecía afectuosas alabanzas y repetidas gracias por el beneficio tan raro que ya reconocía después de su incredulidad.-

Era inexcusable la vuelta de María para Nazaret, habiendo ya nacido el precursor de Cristo; y aunque Isabel como prudente y sabia se conformaba en esto con la divina disposición, y con ella moderaba en parte su dolor, con todo eso deseaba recompensar en algo su soledad con la enseñanza y doctrina de la Madre de la sabiduría. Con este intento la habló, y la dijo: Señora mía y Madre de mi Creador, yo conozco que ya disponéis vuestra partida y mi soledad, en que me ha de faltar vuestra amable compañía, amparo y protección.-

Os suplico, prima mía, que en ausencia vuestra merezca yo quedar con alguna instrucción que me ayude a gobernar todas mis acciones para mayor agrado del Altísimo. En vuestro virginal tálamo tenéis al maestro que enmienda a los sabios y a la misma fuente de la luz y por él venís a participarla para todos; comunicad a vuestra sierva alguno de los rayos que reverberan en vuestro purísimo espíritu, para que el mío sea ilustrado y encaminado por las sendas rectas de la justicia, hasta llegar a ver el Dios de los dioses en Sión.-

Estas razones de Isabel conmovieron en María ternura y compasión, y con ella respondió, dándole a su prima celestiales documentos para gobernarse en lo que le restaba de vida y que sería breve; pero que el Altísimo cuidaría del niño, y que también María se lo pediría a Su Majestad.-

Dijo María a Isabel: Prima y amiga mía, el Señor os eligió para sus obras y sacramentos altísimos, de que se dignó comunicaros tanta luz y que yo os manifestase de mi corazón. En él os llevo escrita para presentaros ante su grandeza, y no me olvidaré de vuestra piedad y humildad que habéis mostrado con la más inútil de las criaturas; pero de mi Hijo santísimo y mi Señor espero recibiréis copiosa remuneración. Levantad siempre vuestro espíritu y mente a las alturas y con la luz de la gracia que tenéis no perdáis de vista al inmutable ser de Dios eterno e infinito y la dignación de su bondad inmensa con que se movió a crear, hacer de nada las criaturas, para levantarlas a su gloria y enriquecerlas con sus dones. Esta deuda común de toda criatura la hizo más propia para nosotras la misericordia del Altísimo, cuando nos adelantó en esta noticia y luz, para que nos dilatemos hasta recompensar con nuevo agradecimiento la ciega ingratitud de los mortales, que con ella están más lejos de conocer y magnificar a su Criador. Y éste ha de ser nuestro oficio, desembarazando el corazón, porque libre y suelto camine a su dichoso fin. Para esto, amiga mía, os encargo que os alejéis y desviéis de todo lo terrenal, aunque sea de las cosas propias, para que desprendida de los impedimentos de la tierra os levantéis a los divinos llamamientos y esperando la venida del Señor, y que cuando llegue respondáis con alegría y sin violencia dolorosa, que el alma siente cuando es tiempo de dividirse del cuerpo y de todo lo demás que ama con demasía.- 123

Ahora que es el tiempo de padecer y de adquirir la corona, procuremos merecerla y caminar con velocidad para llegar a la íntima unión de nuestro verdadero y sumo bien.-

A Zacarías, vuestro marido y cabeza, el tiempo que tuviere de vida, procurad con especial rendimiento obedecerle, amarle y servirle. A vuestro milagroso hijo ofrecedle siempre a su Creador, y en Su Majestad y para él, podéis amarle como madre, porque será gran profeta, y con el celo de Elías, que le dará el Altísimo defenderá su ley y su honor, procurando la exaltación de su santo nombre. Y mi Hijo santísimo, que lo ha elegido por su precursor y embajador de su venida y doctrina, le favorecerá como a su privado y llenará de dones de su diestra y le hará grande y admirable en las generaciones y generaciones y manifestará al mundo su grandeza y santidad.-

En toda vuestra casa y familia procurad con ardiente celo que sea temido, venerado y reverenciado el santo nombre de nuestro Dios y Señor de Abrahán, Isaac y Jacob. Y sobre este cuidado le tendréis grande de favorecer a los necesitados y pobres cuanto fuere posible; enriquecedlos con los bienes temporales que con abundante mano os concedió el Altísimo, para que con la misma liberalidad los dispenséis con los más necesitados, pues son más suyos que vuestros cuando todos somos hijos de un Padre que está en los cielos, que todo lo ha creado; y no es razón que siendo el padre rico, quiera un hijo ser y estar sobrado para que su hermano viva pobre y desvalido, y en eso seréis muy aceptable al Dios de las misericordias inmortal. Continuad lo que hacéis y ejecutad lo que tenéis pensado, pues Zacarías lo remite a vuestra disposición; con este permiso podéis ser liberal.-

Con todos los trabajos que el Señor os diere confirmaréis vuestra esperanza y con las criaturas seréis benigna, mansa, humilde, apacible y muy paciente, con interior júbilo del alma, aunque sean algunas instrumento de vuestro ejercicio y corona. Por los altísimos misterios que el Señor os ha manifestado, bendecidle eternamente y pedidle la salud del alma con incesante amor y celo; y por mí rogaréis a su grandeza me gobierne y encamine para que yo dispense dignamente y con su agrado el sacramento que de tan humilde y pobre sierva ha fiado su bondad inmensa. Disponed la circuncisión de vuestro niño y ponedle por nombre Juan; porque éste nombre se lo ha dado el Altísimo y es decreto de su inmutable voluntad. Y Mandar a buscar a mi esposo José para que me acompañe en la vuelta a mi casa de Nazaret.-

Más Isabel la dijo: Señora mía y Reina de todo lo creado, entre mi dolor y mi consuelo estoy enmudecida. Oíd las palabras de lo íntimo de mi corazón, que allí se forman las que no puedo manifestar. Mis afectos os dirán lo que mi lengua no puede pronunciar. Al Todopoderoso remito el retorno de lo que me favorecéis, que es el remunerador de lo que los pobres recibimos. Sólo os pido que, pues en todo sois mi amparo y causa de mi bien, me alcancéis gracia y fuerzas para ejecutar vuestra doctrina y tolerar La ausencia de vuestra dulce compañía, porque es grande mi dolor.-

Trato María, la circuncisión del niño de Isabel, porque ya se llegaba el tiempo determinado por la ley. Y conforme a la costumbre de los judíos, en especial de los nobles, se juntaron en casa de Zacarías muchos deudos de su linaje y otros conocidos y llegaron a conferir qué nombre se le daría al infante; porque a más de que en esto solían hacer grandes reparos y consultas y era costumbre en ellos ventilar el nombre que se había de poner a los hijos, en esta ocasión la razón era extraordinaria, por la calidad de Zacarías y Isabel y porque todos ponderaban mucho la maravilla de haber concebido y parido siendo Isabel estéril y en ello suponían algún misterio grande.-
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Estaba mudo Zacarías, y así fue necesario que su mujer Isabel presidiese en aquella junta; y sobre el concepto y veneración que de ella todos hacían, estaba tan renovada y realzada en santidad, después de la visita y conocimiento de María y de la larga conversación que tuvo con ella, que todos los deudos y vecinos y otros muchos conocieron esta mudanza; porque hasta en el rostro manifestaba un linaje de resplandor que la hacía venerable y admirable, y se conoció en ella la reverberación de los rayos de la divinidad, en cuya vecindad vivía.-

Se hallaba presente en esta reunión María, porque Isabel se lo pidió con mucha insistencia, y la convenció para esto, interponiendo un género de mandato muy reverencial y humilde. Obedeció María, pero alcanzando primero del Altísimo que no la diese a conocer ni manifestase cosa alguna de sus ocultos beneficios por donde fuese aplaudida y celebrada. Consiguió su deseo la humildísima entre los humildes. Y como los del mundo dejan humillar a los que con ostentación no se manifiestan y señalan, no hubo quien reparase en ella con atención particular, más que solo Isabel, que la miraba con interior y exterior veneración y reconocía que por su dirección se gobernaba el acierto de aquella determinación. Sucedió luego, que unos llamaban al niño Zacarías como a su padre, pero la prudente madre, asistida de la Maestra dijo: Mi hijo se ha de llamar Juan.-

Replicaron todos los deudos que nadie de su linaje había tenido tal nombre; porque siempre se ha hecho grande estimación de los nombres de los más ilustres antecesores para imitarlos en algo. Isabel hizo nueva instancia que el niño se llamase Juan.-

Aunque estaba mudo Zacarías, desearon los parientes saber por señas lo que sentía sobre esto, y pidiendo con ellas la pluma escribió Juan. Al mismo tiempo que lo escribía, usando María de la potestad que tenía de Reina, concedida por Dios sobre las cosas naturales creadas, mandó a la mudez de Zacarías que le dejase libre y a su lengua que se desatase y bendijese al Señor, que era ya tiempo. Y a este divino imperio se halló libre y comenzó a hablar con admiración y temor de todos los presentes, Y aunque es verdad que el Arcángel Gabriel, le dijo a Zacarías que por su incredulidad quedaría mudo hasta que se cumpliese lo que le anunciaba.-

Conoció entonces Zacarías la unión de las dos naturalezas en la persona del Verbo y con claridad sobrenatural vio este gran misterio ejecutado en el tálamo virginal de María. Entendió asimismo la exaltación de la humanidad del Verbo con el triunfo que había de alcanzar Cristo Dios y hombre, dando salud eterna al linaje humano, conforme a las promesas divinas hechas al Rey David, su padre y ascendiente. Y que esta misma promesa estaba hecha al mundo por las profecías de los Santos y de los Profetas, desde su principio; porque desde la creación y primera formación comenzó Dios a encaminar la naturaleza y la gracia para su venida al mundo, encaminando desde Adán todas sus obras para este dichoso fin.-

El infante fue circuncidado y le pusieron por nombre Juan, en el que su Padre y Madre milagrosamente concurrieron, y cumplieron en todo con la ley; y en las montañas de Judea se divulgaron estas maravillas. Y aunque el Evangelista dice en la Biblia, que la vuelta de María, fue antes del parto de Isabel, este dato es erróneo. María que soy la que dicta mi vida a María de Jesús, le comunico que me fui de casa de mi prima Isabel, después de la Circuncisión de Juan.-

María le dice a Isabel, por dos razones fueron ocultos los efectos Divinos que mi Hijo
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