Laguna de Negrillos - Leon

Que la habían de asistir a María y guardar. Conoció asimismo toda su genealogía y todo lo restante al Pueblo escogido de Dios, como son los Patriarcas y Profetas, y cuan admirable había sido Su Majestad en los dones, gracias y favores que con ellos había obrado.-

Y es digno de toda admiración que, siendo aquel cuerpecito, en el primer instante que recibió el Alma de María, tan pequeño que apenas se pudieran percibir sus potencias exteriores, con todo eso, para que no le faltase alguna milagrosa excelencia de las que podían engrandecer a la escogida María, para ser la Madre del Dios humanizado, ordenó su poder y diestra Divina que con el conocimiento y dolor de la caída del hombre llorase y derramase lágrimas en el vientre de su madre Ana, conociendo la gravedad del pecado contra el sumo bien que ella como Madre les daba.-

Con este milagroso afecto pidió luego, en el instante de su ser, por el remedio de los hombres, comenzando con estas primeras lágrimas, derramadas en el propio vientre de su madre Ana, el oficio de medianera, abogada y reparadora de la humanidad, haciéndolo siempre en el nombre de su Hijo Jesucristo; y presentó a Dios los clamores de los Santos Padres y de los justos de la tierra, para que su misericordia no dilatase la salud de los mortales, a quienes miraba ya como hermanos. Y antes de conversar con ellos los amaba con ardentísima caridad y tan presto como tuvo el ser natural tuvo el ser su bien hechura, con el amor divino y fraternal que ardía en su abrasado corazón.-

Estas peticiones del Alma de María, aún sin haber nacido terrenalmente, las aceptó el Altísimo con más agrado que todas las oraciones de los Santos y Ángeles, y le fue manifestado a la que era creada para Madre del mismo Dios humanizado, aunque ignorando ella esta finalidad, hasta cumplido el tiempo de poderlo conocer, pero No ahora; pero el Alma de María, conoció el amor del mismo Señor y el deseo de bajar del cielo a redimir a toda la humanidad. Y era justo que se diese por más obligado, para acelerar esta venida, de los ruegos y peticiones de aquella criatura por quien principalmente venía, y en quien había de recibir carne de sus mismas entrañas y obrar en ella la más admirable de todas sus obras y el fin de todas ellas juntas.-

El Alma de María, pidió también en el mismo instante de su concepción por sus padres naturales, Joaquín y Ana, que antes dé verlos con el cuerpo físico de la naturaleza humana, María los vio y conoció en Dios y luego ejercitó en ellos la virtud del amor, reverencia y agradecimiento de hija, reconociéndolos por causa segunda de su ser natural. Y con la ciencia que tenía compuso luego cánticos de alabanza en su mente y corazón, por haber hallado a la puerta, de la vida, el drama preciso que perdió la humanidad en su principio.-

Hallando la humanidad, la gracia que le salió al encuentro y a la divinidad que la esperaba en los umbrales de la naturaleza. Y sus potencias toparon en el instante de su ser al nobilísimo objeto que las movió y estrenó, porque se criaban sólo para Él; y habiendo de ser suyas en todo y por todo, se le debían las primicias de sus operaciones, que fueron el conocimiento y amor divino, sin que hubiese en esta Señora ser sin conocer a Dios, ni conocimiento sin amor, ni amor sin merecimiento.-

Ni en esto hubo cosa pequeña, ni medida con las leyes comunes y reglas generales. Grande fue todo y grande salió de la mano del Altísimo para caminar, crecer y llegar hasta ser tan grande que solo Dios fuese mayor que el Alma de María.-
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El Apóstol Juan dice:
Composición Intelectual y de Ciencia del Alma de María.-
El misterio de la concepción de María, concebida en gracia. Su Majestad muchos de los misterios que encierra Juan el Evangelista del Apocalipsis Dice:, Y yo Juan vi, la Ciudad Santa de Jerusalén nueva, que bajaba de Dios desde el cielo, preparada como esposa adornada para su esposo. Y oí una gran voz del trono que decía: Mirad al tabernáculo de Dios con los hombres y habitará entre ellos. Y ellos serán su pueblo y el mismo Dios estará con ellos y será su Dios; y enjugará Dios toda lágrima de sus ojos y no quedará muerte, ni llanto, ni clamor, ni restará ya dolor porque las primeras ya se fueron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: Advierte que todas las cosas hago nuevas. Y díjome Dios: Escribe, porque estas palabras son fidelísimas y verdaderas. Y me dijo: Ya está hecho; Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin. Yo daré de gracia al sediento de la fuente de la vida. El que venciere poseerá estas cosas y seré para él Dios y él para mí será mi hijo, pero a los tímidos, incrédulos, malditos, homicidas, fornicarios, hechiceros, idólatras y a todos los mentirosos, su parte les será en el estanque ardiente con fuego y con azufre, que es la segunda muerte. La segunda muerte equivale a ser separados de mi presencia, la humanidad que no me acepte.-

1º El Apóstol Juan dice: Esta es la primera de las tres partes y que ahora explicaré el significado oculto en la Biblia que hasta ahora así ha sido, pero el velo se ha corrido, porque los tiempos así lo exigen y para conocimiento de toda la humanidad:

Vi, un cielo nuevo y nueva tierra. El Significado real de esto es, que María sale de las manos del Omnipotente Dios y puesta ya en el mundo la materia inmediata de que se había de formar la Humanidad Santísima del Verbo, que había de morir por el hombre, digo que vi, un cielo nuevo y nueva tierra. No sin gran propiedad se pudo llamar Cielo nuevo aquella naturaleza y el vientre, donde se formó el Dios Humanizado; pues en este Cielo comenzó a habitar Dios por nuevo modo, diferente del que hasta entonces había tenido en el Cielo antiguo y en todas las criaturas. Pero también se llamó Cielo nuevo el de los Santos, después del misterio de la encarnación, porque de aquí nació la novedad, que antes no había en él, de ocupar este Cielo los hombres mortales, y la renovación que hizo en el Cielo la gloria de la Humanidad Santísima de Jesucristo y también de su Madre; María, que fue llena, después de la gloria esencial, que bastó para renovar los Cielos y darles nueva hermosura y resplandor. Y aunque estaban en estos Cielos los buenos Ángeles, esto era ya como cosa antigua y vieja; y así vino a ser cosa muy nueva que el Unigénito del Padre con su muerte restituyese a los hombres el derecho de la gloria, perdido por el pecado de Adán y Eva, y mereciéndola de nuevo los mortales, los introduce en el nuevo cielo, de donde estaban ya despedidos e imposibilitados de adquirirle por sí mismos. Y porque toda esta novedad para el cielo tuvo principio en María, cuando la vio Juan el Evangelista concebida sin el pecado que lo impedía todo, dije y escribí, que había visto un nuevo cielo.-

2º Vi, también una nueva tierra. Porque la tierra antigua de Adán era maldita, manchada y rea de la culpa y condenación eterna; pero la tierra santa y bendita de María fue nueva tierra sin culpa ni maldición de Adán; y tan nueva, que desde aquella primera formación no se había visto ni conocido en el mundo otra tierra nueva hasta María; y fue tan nueva y libre de la maldición de la tierra antigua y vieja, que en esta bendita tierra se renovó toda lo demás restante de los hijos de Adán, pues por la tierra de María, y con ella y en ella, quedó bendita, renovada y vivificada la masa terrena de Adán, que hasta entonces había estado maldita y envejecida en su maldición, pero toda se renovó por María y su inocencia; y como en ella se
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dio principio a esta renovación de la humana y terrena naturaleza, dijo Juan que en María concebida sin pecado vi un Cielo Nuevo, una Tierra Nueva. Porque se fue el cielo primero y la primera tierra. Consiguiente era que viniendo al mundo y apareciéndose en él la nueva tierra y nuevo cielo de María y su Hijo, hombre y Dios verdadero, desapareciese el antiguo cielo y la tierra envejecida de la humana y terrena naturaleza con el pecado.-

Hubo nuevo cielo para la divinidad en la naturaleza humana, que, preservada y libre de culpa, daba nueva habitación al mismo Dios en la unión hipostática y en la Persona del Verbo. Y dejó ya de ser el cielo primero, que Dios había creado en Adán y Eva, que se manchó e inhabilitó para que Dios viviese en él. Este Cielo se fue y vino otro Cielo nuevo con la venida de María.-

Hubo juntamente nuevo cielo de la gloria para la naturaleza humana, no porque se moviese ni desapareciese el empíreo, sino porque faltó en él el estar sin hombres el Cielo, como lo había estado por tantos siglos; y en cuanto a esto, dejó de ser el primer Cielo y fue nuevo por los merecimientos de Jesucristo, que ya comenzaban a resplandecer en la aurora de la gracia, mediante María su Madre terrenal.-

Y así se fue el primer Cielo y la primera tierra, que hasta entonces había estado sin remedio. Y el mar dejó de ser, porque el mar de abominaciones y pecados, que tenía inundado él mundo y anegada la tierra de nuestra naturaleza, dejó ya de ser con la venida de María y de Jesucristo, pues el mar de Su Sangre súper abundó y sobre pujó al de los pecados en la suficiencia, en cuya comparación y valor es cierto que ninguna culpa tiene ser. Y si los mortales quisieran aprovecharse de aquel mar infinito de la divina misericordia y mérito de Jesucristo, por el que dejaran de ser todos los pecados del mundo, para los que el Cordero de Dios vino para deshacerlos y desviarlos.-

3º La Ciudad Santa y Nueva de Jerusalén. Yo Juan el Apóstol Evangelista, vi, que descendía de Dios desde el cielo, preparada como la esposa adornada para su varón. Porque todos estos sacramentos comenzaban en María y se fundaban en ella, que la vi en forma de la Ciudad Santa de Jerusalén, y que la Reina y Señora del Cielo me mando que la escribiese en forma de metáfora en los evangelios.-

Y a Juan le he dado que la viese, para que conociera el tesoro que al pie de la cruz se le había encomendado y fiado y con aprecio digno la guardase. Y aunque ninguna prevención pudiera equivaler a la falta presencial del Hijo de la Virgen, pero, entrando Juan en su lugar, era conveniente que fuese ilustrado conforme a la dignidad y oficio que recibía, sustituyendo por el Hijo natural.-

Por los misterios que Dios obró en la Ciudad Santa de Jerusalén, era más a propósito para simbolizar de la que era su Madre y el centro y mapa de todas las maravillas del Omnipotente. Y por esta misma razón lo es también de las Iglesias Militantes, Triunfantes y Cristianas, y a todas se extendió la vista del águila generosa de Juan, por la correspondencia y analogía que entre sí tienen estas místicas Ciudades de Jerusalén.-

Pero señaladamente miró como mojón de lindero, a la Jerusalén suprema de María, donde están cifradas y recopiladas todas las gracias, dones, maravillas y excelencias de todas las Iglesias Militantes, Triunfantes y Cristianas; y todo lo que se obró en la Jerusalén de Palestina, y lo que significa ella y sus moradores, todo está reducido en la persona humanizada de
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María, (con el sobrenombre en el Apocalipsis escrito por Juan, de Ciudad Santa de Dios), con mayor admiración y excelencia que en lo restante al cielo y a la tierra y de todos sus moradores. Por esto la llama Jerusalén nueva, porque todos sus dones, grandeza y virtudes son nuevas y causan nueva maravilla; y nueva, porque fue después de todos los Padres Antiguos, Patriarcas y Profetas, porque en el Alma de María se cumplieron y renovaron sus clamores, oráculos y promesas; y nueva, porque viene sin el contagio de la culpa y desciende de la gracia por nuevo orden suyo y lejos de la común ley del pecado; y nueva, porque entra en el mundo triunfando sobre Lucifer y del primer engaño, que es la cosa más nueva que en él se había visto desde su principio.-

Que bajaba del Cielo. Y aunque por el común orden de la naturaleza desciende de Adán, pero no viene por el camino real y ordinario de la culpa, sendereado para todos los predecesores hijos de aquel primer delincuente.-

Sola para esta Señora, hubo nuevo decreto en la Divina predestinación y se abrió nueva senda por donde viniese con su Hijo Santísimo al mundo, sin acompañar en el orden de la gracia a otro alguno de los mortales, ni que alguno de ellos la acompañase a ella y a Jesucristo. Y así bajó nueva desde el Cielo de la mente y determinación de Dios. Y cuando los demás hijos de Adán descienden de la tierra, y maculados por ella, esta Reina y Señora del Cielo y de todo lo creado, viene directamente del Cielo, como descendiente sólo de Dios por la inocencia y gracia; que comúnmente decimos, viene de aquella casa de donde desciende y desciende de donde recibió el ser que tiene. Y el ser natural de María, que recibió por Adán, apenas se divisa mirándola Madre del Verbo eterno y como a su lado del eterno Padre, con la gracia y participación que para esta dignidad recibió de su Divinidad. Y siendo esto en ella el ser principal, viene a ser como accesorio y menos principal el ser de la naturaleza que tiene; y así Juan Evangelista miró a lo principal, que bajó del cielo, y no a lo accesorio, que vino de la tierra.-

El Alma de María, venía preparada como esposa adornada, Para el día del desposorio se busca entre los mortales el mayor adorno y aliño que se puede hallar para componer la esposa terrenal, aunque las joyas ricas se busquen prestadas, porque nada le falte según su calidad y estado. Pues si confesamos, como es forzoso confesarlo, que María de tal suerte, fue Esposa de la Divina Trinidad, que juntamente fuese Madre de la Persona del Hijo, y que para estas dignidades fue adornada y preparada por el mismo Dios Omnipotente, infinito y rico sin medida y tasa ¿qué adorno, qué preparación, qué joyas serían estas, con que aliñó a su Esposa y a su Madre para que fuese digna como Madre y digna como Esposa? ¿Reservaría por ventura alguna joya en sus tesoros? ¿Le negaría alguna gracia de cuantas su brazo poderoso le podía enriquecer y aliñar? ¿Dejaría la fea y desaliñada en alguna parte o en algún instante? ¿O sería escaso y avariento con su Madre y Esposa el que derrama pródigamente los tesoros de su Divinidad con las almas, que en su comparación son menos que siervas y menos que esclavas de su casa? Todas confiesan con él mismo Señor que es una la escogida y la perfecta, a quien las demás han de reconocer, predicar y magnificar por Inmaculada entre las mujeres y de quien, admiradas con júbilo y alabanza, preguntan: ¿Quién es ésta que sale como aurora, hermosa como la luna, escogida como el sol y terrible como los ejércitos bien ordenados.-

Esta es María, única Esposa y Madre del Omnipotente, que bajó al mundo adornada y preparada como Esposa de la Divina Trinidad para su Esposo y para su Hijo. Y esta venida y entrada fue con tantos dones de la Divinidad, que su luz la hizo más agradable que la aurora,
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más hermosa que la luna y más electa y singular que el sol, sin haber segunda, más fuerte y poderosa que todos los ejércitos del Cielo.-

María Bajó adornada y preparada por Dios, que la dio todo lo que quiso darla y quiso darla todo lo que pudo y pudo darla todo lo que no era ser Dios, pero lo más inmediato a su Divinidad y lo más lejos del pecado que pudo caber en pura criatura. Fue entero y perfecto este adorno y no lo fuera si algo le faltara y le faltara si algún punto estuviera sin la inocencia y la gracia.-

Y si esto tampoco fuera bastante para hacerla tan hermosa, si el adorno y las joyas de la gracia cayeran sobre un rostro feo, de naturaleza maculada por culpa, o sobre un vestido manchado. Siempre tuviera alguna tacha, de donde por más diligencias no pudiera jamás salir del todo la señal o sombra de la mancha. Todo esto era menos decente para María, Madre y esposa de Dios; y, siéndolo para ella, lo fuera también para él, que la hubiera adornado y preparado, no con amor de esposo, ni con cuidado de hijo y, teniéndose en casa la tela más rica y preciosa, hubiera buscado otra manchada y vieja para vestir a su Madre y Esposa y a sí mismo.-

El Apóstol Juan sigue diciendo: Y oí una gran voz del trono, que decía: Mira al tabernáculo de Dios con los hombres, que habitará con ellos y ellos serán su pueblo.-

La voz del Altísimo es grande, fuerte, suave y eficaz para mover y arrebatar a sí toda la criatura. Tal fue esta voz que oyó Juan y que salía del trono de la Divina Trinidad; con que le llevó toda la atención que se le pedía, diciéndole que atendiese o mirase al Tabernáculo de Dios; para que atento y circunspecto conociese perfectamente el misterio que se le manifestaba, de ver el Tabernáculo de Dios con los hombres y que viva con ellos y sea su Dios y ellos su pueblo.-

Todo este misterio, se encerraba en ver a María descender del Cielo, porque estando este Divino Tabernáculo de Dios en el mundo, era consiguiente que el mismo Dios estuviera también con los hombres, pues vivía y estaba en su tabernáculo sin apartarse de él. Y fue como decirle al evangelista: El Rey tiene su casa y corte en el mundo y claro está que será para ir a ser morador en ella.-

Y de tal suerte había de habitar Dios en este tabernáculo, que Él mismo tomase la forma humanizada, en la cual había de ser morador en el mundo y habitar con los hombres y ser su Dios para ellos y ellos pueblo suyo, como herencia de su Padre y también de su Madre María.-

Del Padre Eterno fuimos herencia para su Hijo santísimo, no sólo porque en Él y por Él creó todas las cosas y se las dio por herencia en la eterna generación, pero también porque como hombre nos redimió en nuestra misma naturaleza y nos adquirió por su pueblo y herencia paternal y nos hizo hermanos suyos. Y por la misma razón de la naturaleza humana fuimos y somos herencia legítima de su Madre; porque María le dio la forma de la carne humana con que Dios nos adquirió para sí. Y, siendo Ella Madre suya e Hija y Esposa de la Divina Trinidad, era Señora de todo lo creado y todo lo había de heredar su Unigénito; y lo que las humanas leyes conceden, siendo puesto en razón natural, no había de faltar en las divinas.

El Apóstol Juan prosigue diciendo: Y vino uno de los siete Ángeles, que tenían siete copas, llenas de siete plagas novísimas, y habló conmigo, diciendo: Ven, y te mostraré la esposa,
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