Curillas - Leon

La siega del trigo marcaba el ecuador de la temporada dedicada al menester campesino. La cosecha y las tierras dedicadas al cultivo del centeno siempre era mayor que la sementera dedicada al cultivo del trigo. La siega del trigo y de la cebada se realizaba ya con más alegría pensando en que muy pronto iba a terminar el suplicio que era estar al sol sin que defensas que un triste sombrero de paja. El sombrero en la cabeza y en el pies una albarcas de goma que fabricaban con neumáticos de automóvil. Eso en el mejor de los casos ya que había algunos que ni para eso tenían y se compraban unas zapatillas de esparto que eran casi molestas a la vista de lo horrorosas que eran.
Bien tempranito, casi de noche, partíamos con los aperos necesarios a segar el trigo de los quiñones del monte. A lo que llevábamos cuando segábamos el centeno ahora había que añadir el “cuelmo” con el que atábamos los manojos del trigo. El “cuelmo” se obtenía de aquellos manojos de centeno que tuvieran una caña larga y que, una vez majados convenientemente con los “porros”, se empleaba para atar los manojos del trigo. Previamente había que meterlo en agua para el reblandecimiento de la caña. Por eso era frecuente ver en las pozas de las fuentes cuelmos en remojo. Una de esas fuentes era la fuente del “lueyo”. Una fuente que tenia muy buena el agua y con un caudal bastante grande. Actualmente si la observamos mediante el satélite que nos proporciona el “google” con las coordenadas siguientes 42º22´07.75´´ N 6º05´32.80´´ O, a 400 pies de altura, veremos una charca rectangular que parece una piscina. Pues bien, antes ahí había unas cuantas pozas y ahí metíamos el “cuelmo” para que se reblandeciera y poder luego atar con el los manojos. El “cuelmo” también se utilizaba para el relleno de los colchones que eran de paja antes de que se instruyese la gente y empezaran a utilizar la lana en vez del “cuelmo”.
Todo el campo que comprende “Pisafuelles” y “Refuello” prácticamente estaba todo sembrado de trigo y allí sin que corriera el aire por ninguna parte nos torrábamos al sol y nos entreteníamos en nuestros quehaceres. Muy cerca de allí estaba la carretera y al otro lado de la carretera, ya en el campo de Destriana, estaba “la fuente linda” a donde a mi me mandaban con el botijo a por agua y donde yo me entretenía esperando que pasara algún “aiga” en un sentido o en otro…
Eran muy frecuentes los remolinos que se formaban en esta zona y, de vez en cuando, aparecía alguno que traía tal virulencia que levantaba los manojos ya atados y, las gavillas que aun estaban por atar, desaparecían esparcidas por todo el campo sin que nada ni nadie lo pudiera remediar, pese a que las mujeres ponían las hoces en cruz y exclamaban ¡ya viene, la bruja, la bruja!, pero la bruja venia y las hoces en cruz. y los dedos en cruz también, nada hacían sino era hacer, prácticamente, el indio, pues el remolino hacía las que hacía y se iba casi siempre tal y como había venido.
Recuerdo muy bien el estar segando entre Fonseca y el Paleiro, allí teníamos una finca al lado del pozo del Ti Gabriel. A este pozo le tenía yo pánico. Me parecía, como a todos cuando se es pequeño, un pozo enorme con una profundidad enorme y unas dimensiones enormes. Tanto me dejo marcado ese puñetero pozo que más de una vez, y más de dos, y más de tres, ha sido escenario de horribles sueños donde el final siempre terminaba siendo feliz al despertar y ver, con dudas, que no te encontrabas en aquellas inmensas profundidades típicas de los más horrorosos infiernos. Estando en esta finca a mi me mandaban a por el “cuelmo” que estaba en remojo en las pozas de la fuente del Paleiro y allí me entretenía mirando a los sapos y las ranas que me observaban desde el centro de la charca el mismo tiempo que tomaban el sol, Hablando de las fuentes conviene destacar el manantial que poseían las tres más importantes. La primera era la de “llamas” conocida por la “riguerada”, seguida por la del Paleiro donde estaban prestas y dispuestas unas piedras que hacían de lavadero, y por ultimo la fuente que antes cité que es la del “luego” donde también iba gente a lavar la ropa, la lana y todo aquello que fuera susceptible de ser lavado.
Cuando estábamos en esta finca y otros pequeños minifundios que por alli teniamos, a la hora de comer, fuimos a cobijarnos a la sombra de una encina grande que hay en la parte más baja de la pradera de Fonceca donde coincidimos con Soledad y Julián, y Rafaelicos y Guadalupe. Allí se estaba muy bien y se agradecía muchísimo aquella sombra tan impresionante proporcionada por aquella encina tan enorme. Actualmente allí sigue impávida viendo pasar el tiempo sin que para ella el tiempo le haga la menor mella; cada día que pasa más grande y más hermosa es. ¿Cuántas generaciones habrán disfrutado de su sombra…?.
Bien de mañana llevábamos el “cuelmo” a ponerlo en remojo en las pozas de la fuente del Paleiro. Desde allí se oían los tac, tac, tac, de los “gatos” de la noria del Ti Joaquín y del Ti David que regaban las patatas antes de ir a segar. La Ti Quica y la Ti Carmen, en el huerto de al lado, daban voces y mas voces, una a la otra y la otra a la una, sin que se entendieran en nada de lo que realmente se querían decir. Era como un dialogo de besugos o, mejor dicho, una conversación de sordos. Sin embargo entre voz y voz, el agua iba corriendo de surco en surco refrescando las patatas, las judías, los pimientos y, a veces, las remolachas… Era de lo poco que quedaba verde en los campos: los huertos y las viñas que realizaban la fotosíntesis al radiante sol de mes de julio.
Hay en el hombre una constante innata que, generación tras generación se acrecienta y que a mí nunca me ha gustado. Me refiero a los presumidos, a los fantasmas, a los prepotentes y a lo que quieren hacer creer que tienen, cuando realmente no lo tienen. El problema es una cosa psicológica que, como digo, es innata en el hombre. El presumir entonces de que se tenia, cuando allí nadie tenia nada, era un síntoma del ser más… porque el ser más era ser más poderoso, y aparentar ser más era ser envidiado, etc, etc. En este caso nadie, o casi nadie, podía presumir ser más que el otro, debido a que ni el otro ni tú, ni ninguno ni nadie, teníamo nada que sobre saliera de los demas. El llevar un barril de vino, ya era motivo de poder, pero si el barril era grande el poder, la envidia y la apariencia era mucho mayor. Ahora claro, si el barril era pequeño o grande no importaba mucho, lo que realmente importaba era el vino que iba dentro. Y, en este caso, descubrí que el vecino de la finca de al lado, cuando estábamos todos merendando, le dice a su hijo “anda, anda, bebe más”. A lo que el hijo le contesto con voz gangosa “yo si fuera vino si, pero agua no”. El barril era grande pero el vino brillaba en él por su ausencia. Digo esto, aunque no digo la familia, porque a si fue lo que paso y quien propino que pasara no era, precisamente, en dueño de la viña mas grande y mejor del pueblo. En este caso hay que comentar que la mejor viña del pueblo, además con diferencia, era la del Ti Tomas y la Ti Rita, la cual se hallaba cerca del “cembón” a la izquierda conforme de baja por el camino “del sardonal”. Por cierto, el Ti Tomas era el dueño de una de las dos únicas prensas que había en el pueblo y que la tenía colocada al lado de la casa del Ti Paulino (en tamboritero). La otra prensa le tenía el Ti Nicanor en su casa.
Conviene decir ahora aquel dicho que dice “a perro flaco todo se le vuelven pulgas o huesos”. Pues bien, eso era lo que ha veces nos pasaba en el pueblo. El año que llovía poco porque llovía poco, el año que llovía mucho porque llovía mucho, el año que no llovía porque no llovía y el año que venia bien, casi a gusto de todos, caía una tormenta y arramblaba con todo lo que pillaba a su paso. Recuerdo ahora una tormenta que apareció por el monte y se vengo por todo el pueblo pasando al otro lado y dejando las cepas de las uvas totalmente desintegradas. La cosecha del vino, con esa tremenda tormenta, paso a mejor vida y el vino desapareció como por arte de magia. De este fenómeno atmosférico hablare en el próximo relato.

ESTÁ MUY BIEN ESO DEL CUELMO, Y DE LA TI Y DEL VINO.PERO LO MEJOR ES EL TERROR DEL POZO DE AL LADO DEL TI GABRIEL.