JULIO de través... Julio de cielo limpio, sin brumas. Cielo de brillo líquido, sin nubes turbias. En el jardín de la laguna hay rosas bellas todavía. Son rosas de contaste paredaño y poco abiertas. Una mujer enlutada todos los días corta una rosa y la deposita en el mármol frío de la tumba de su hermana. En las Eras, los hombres hacen visera con sus manos y miran lontananza. Alguien descubre en lo alto de la iglesia una bandera tremolada. Todos respetan el silencio que allí se instaura. ¡Contra ese horizonte no hay nada!, cuando el rastrojo y la niebla viran hacia el amarillo indio de la mañana. Pronto el Monte de la Reguera será una sosegada lámpara. ¡y los Zalces una hoguera! Pronto el rastrojo y el cielo de Lantanilla se fundirán donde la realidad confirma su duda abarcadera. A mediodía las piedras de los lizares y los sosegados pájaros reflejan el ardor guerrero del sol. Las nubes son sólo blancura en un azul de espejos vagos. La solana de los hombres más viejos en el banco de las Huertas evidencia la tristeza de su voz. De un coche blanco, supermirafiori, baja la dignidad de un jóven soldado que vuelve a casa de su padre, ya enterrado. En las siestas confiadas vuelve el sol rumiante de las campanas. Girasol de voces y el runrún del dolor en todas las casas cerradas. Casas al estilo del país, con su ceguera, con su vejez. Moradas de una vida antigua, nada estéril. Hacia las seis de la tarde se levanta todos los días ese viento fresco que de los Linares viene. Ese viento que acaricia y perfuma el rostro de las solanas nuevas. Después vuelve el silencio que se cuaja en todos los rincones del Cercado. La mágica transición del crepúsculo se produce con una luna en afiladísimo menguante. Un sombrero demasiado pequeño para un mes tan saltarín. Se azoga el agua en la Fuente Grande. Y la noche incluso. Y lo gallos mancos. Julio de través... De muecas frutales, de inmensas alas que no cambian de color, la fragancia, el deseo, la sonoridad del viento quitagalbanas. Julio de través... En la memoria un pueblo nada lazareto. Nubes jaldas por Candeate y vino híbrido para brindar por un cielo más azul. Julio de través... De abuelos con sus manos sarmentosas, triunfantes, de abultadas venas, con manchas de café. Julio sin jaula. ¡Lo que cambia un día! Viejos y heroicos guerreros se alejan de Lantanilla haciendo lluvia. Dejadla caer. Un saludo, atravesados. |