Es "un vivir" Vivir los lilorios, ya de anochecida. Lilorios y rosarios. Rezan la abuela Elisa y la Madre Eufemia antes del lilorio. Acompaña el señor Marcelino a la señora Venina, de lilorio. El señor Simón y la señora Carmina van de lilorio hasta el barrio de la iglesia, hasta la casa de su hermana. Vivir lilorios cuando el sol se pone, cuando las brasas de la hornilla son ceniza. Vivir el lilorio de costumbre, como el porvenir, como se habla. Y no viene nunca, sólo algunas veces. Vivir lilorios casi en la sombra oscurecida, en los peldaños ciegos de la tarde, en las sílabas contadas. Vivir del silencio, vivir del vértigo, de la orilla del verano, ya. Vivir donde la abuela sube la escalera, todavía. Vivir donde duermen los pájaros tristes, en verales sin salida. Vivir como el hurí de aquellos cuentos. Vivir en la alcoba solitaria, donde un abuelo serio, retratado, en la pared clarea. Vivir en esa llanura de Lantanilla, llena de azul sereno, vacía de rotas nubes. Vivir en las tardes de junio el graznar de las cornejas en la casa "vieja", el vuelo lento y suicida de águilas blancas en el Escobar. Y aquellas mujeres bellas que se salvan de morir, en el espejo. Vivir junto al retrato de mi abuelo, donde el sol de junio se alejaba, donde esta tierra responde al nombre de La Arcadia, donde los caballos mozucos rompen sus pezuñas herradas, donde hay azucar debajo de la noche. Y montes de siete puertas. Y tierras que roturaron. Y leña que cortaron. Y su honor y su nombre. Y lilorios y guaspadas. Vivir de tanto vivir en estas llanuras inmensas y páramos de asceta. Vivir de lilorios por las noches, por la mañana dolor y por la tarde esperanza. Un saludo, atravesados. |