andrés trapiello . una caña que piensa
He encontrado en google….a un escritor que me parece interesante, me fije porque abajo decía que había hablado con su hermano p. que acababa de llegar de Calzadilla de los Hermanillos…..también escribe poesía….es Leonés aunque afincado en Madrid creo que merece la pena leerlo os dejo lo que escribe de Calzadilla y una pequeña historieta de un pueblo de Madrid y su alcalde que fueron timados.
andrés trapiello
una caña que piensa
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diseño gráfico (s.g. e.) y *
ilustración de la cubierta: san jerónimo (fragmento), por carpaccio
primera edición: diciembre, 1998
© andrés trapiello, 1998
© de la presente edición:
PRE-TEXTOS, 1998
luis santángel, 10
46005 valencia
impreso en espaÑa / printed in spain
isbn: 84-8191-233-6
depósito legal: m. 48.171-1998
ARTEGRAF, s.a. tel. 91 475 45 70 - sebastián gómez, 5
28026 madrid
andrés trapiello nació en manzaneda de torío, león, en 1953. desde 1975 vive en madrid.
es autor de las novelas la tinta simpática (198
, el buque fantasma (1992, premio plaza janés) y la malandanza (1996), así como de un diario titulado salón de pasos perdidos, del que lleva publicadas, con ésta, las siete primeras entregas, aparecidas todas ellas en la editorial pre-textos, al igual que mil de mil (1995) y todo es menos (1997), también de pre-textos, libros que con el azul
relativo (1999) pueden considerarse dentro de este ciclo diarístico. como ensayista ha publicado clásicos de traje gris(1990), sólo eran sombras(1997), viajeros y estables(1993), las vidas de miguel de cervantes(1993), las armas y las letras. literatura y guerra civil (1936-1939) (1994.
premio don juan de borbón, 1995) y los nietos del cid. la nueva edad de oro (1898-1914) (1997).
su poesía se ha reunido en las tradiciones (1991), volumen al que siguió acaso una verdad
(pretextos, 1993. premio nacional de la crítica). HE hablado con mi hermano p. acababa de llegar de un pueblo que se llama calzadilla de los hermanillos, cerca de sahagún, en la abrasiva estepa castellana. calzadilla de los hermanillos. imagina uno a sus habitantes como gnomos o enanitos de blancanieves, marchando uno detrás de otro, con la azada al hombro, dirigiéndose a los campos yermos y helados a entresacar remolacha. no he podido disipar en toda la mañana ese nombre, me venía a la cabeza y me daba la risa, como si fuese idiota. yo, que conozco el aspecto de los habitantes de ese pueblo, me los imaginé vestidos como pitufos. r., que me vio sonreír, me preguntó en qué pensaba. se lo he contado. se ha encogido de hombros. es muy raro lo que le hace gracia a uno o a otro. se conoce que eso es como los sabores, el que le gusta a uno, a otro le parecerá ingrato. o como los sueños. nadie sueña nunca por la noche, mientras duerme, el mismo sueño que otro, aunque se duerma a su lado. por eso los sueños son tan sospechosos. se diría que los sueños son la anarquía congénita del hombre... calzadilla de los hermanillos. parece que le hubiera puesto el nombre una teresiana.
RESULTA sorprendente la importancia que damos a historias de difícil o imposible verificación. en cierta ocasión le oímos referir a x que "el problema de j.r.j. es que fue onanista". lo afirmó con aplomo, como si se refiriese al irrebatible color de su pelo o de su traje. x, claro, conoció a j.r.j., que editó su primer libro en 192-3. no es la primera vez que ha oído uno hablar del "onanismo" de j.r.j. se recuerda a veces en las tertulias que hacen los poetas, en medio del regocijo general.
muchas veces en este jolgorio ni siquiera hay una mala intención. es el regocijo del joven frente al viejo al que imaginamos con vicios impropios de su edad. naturalmente no es sólo que eso es algo intrascendente, y desde luego nunca un problema, sino cómo y por qué se da carta de naturaleza a algo que no es más que un puro chisme, pues es bastante improbable que el propio j.r.j. llamara un día a x y, en un aparte, le confesara: "verá usted, me la machaco". y sin embargo, circula un abultado número de historias de esta naturaleza que condicionan los juicios de las personas incluso juiciosas.
LA sinceridad en los diarios es un valor fundamental, y sin embargo es algo que, pasado algún tiempo, carece de importancia. ¿quién, dentro de cien años, sabrá si fuimos o no sinceros? por tanto, la sinceridad vale para la vida, en el trato personal y diario, pero no para la literatura, ¿o acaso acaba siendo como una especia que da sabor al resto?
hoy podaste árboles que tú mismo plantaste hace ocho años. las ramas que caían al suelo eran parte de ti mismo, mucho más que las que seguían en el árbol. el ruido de las tijeras de podar era seco y tenía algo de quirúrgico. los gorriones ni siquiera dejaban de cantar. al mover unas ramas, se marchaban a otras. esquiladas éstas, volvían a ellas.
hiciste también montones de hojas secas y les pegaste fuego. fumatas avivadas por ventoleras frías. como en uno de esos poemas de la dickinson, lo que ardía eras tú mismo, y las lágrimas que arrancaba el frío, unas lágrimas casi felices, quizá porque estabas viviendo lo de todos los años.
¿quién podará estos árboles? ¿quién hará montones con las hojas secas? ¿de dónde vendrá el fuego cuando estés muerto? ¿y cuando sople el viento, respetará tu memoria, la avivará, o la aventará como cenizas?
AYER nos contó p. una de esas historias inverosímiles que parecen nacer de la vida para pasar directamente a la literatura. claro que también está el mérito del narrador, el mismo que hace años nos hizo reparar en algo extraordinario de aquel crimen barbárico de puerto urraco, el detalle de que los asesinos habían salido del pueblo temprano y se habían pasado todo aquel día abrasador, con las cananas puestas y las escopetas cargadas, bebiendo de una botella de dos litros fanta caliente, a la sombra de un olivo, que como se sabe es un árbol que apenas da sombra. siempre dijo que aquel detalle, haber bebido fanta caliente durante todo uno de esos tórridos días extremeños en las horas que precedieron al crimen, debió ser considerado, si hubiesen tenido un abogado competente, exculpatorio de necesidad.
la historia o novela ejemplar que nos contó ayer (p.) tenía como principal protagonista al alcalde de ***, a quien timaron de una manera espectacular. el disgusto del alcalde fue mayúsculo y todos creen en el pueblo que murió a consecuencia de eso mismo, hace ya cinco años.
*** es un pueblo que está aquí al lado. es un pueblo anodino, ni grande ni pequeño, con casas modestas y blanqueadas más bonitas cuanto más sencillas y antiguas, muchas de las cuales las están tirando para levantar otras de dos y tres pisos de ladrillo requemado y ventanas de aluminio. hace años tenía un parque recoleto, provinciano, con palmeras y arriates llenos de rosales vetustos. había en él unos bancos de hierro fundido de estilo modernista en los que siempre se adormilaban al sol unos cuantos viejos.
alrededor tenía una verja de hierro de lanzas aparentes y venerables, que daban a aquel jardín provinciano un empaque indiscutible. pero llegó un alcalde, no sé si el del cuento u otro, mandó los bancos y la verja a un chatarrero, sustituyó los unos por bancos de estilo neomoderno, y la verja por otra raquítica de cuadradillos huecos dispuestos y pintados de colores según las normas universales del op art.
la entrada del pueblo, pasada la casa cuartel de la guardia civil, se hace por una calle exageradamente ancha, como para que entren también por ella algún día dos viejos pegando tiros, y de hecho cada verano suele haber por allí uno o dos crímenes célebres, el típico de un cuñado que le abre la cabeza con un hacha al hermano de su mujer, o el de un viejo que le clava en el cuello unas tijeras de esquilar a una vecina.
Éste es, pues, el escenario. el caso es que hace ocho años llegaron al pueblo, en un mercedes 540 negro, rutilante y encerado, unos tipos muy bien vestidos. llevaban todos ellos unas carteras de buen cuero llenas de documentos, como las de los ministros, y zapatos que al andar hacían el ruido característico de la piel curtida en italia, que se encarga de recordarle a todo el mundo lo que valen en las zapaterías de lujo.
fueron a ver al alcalde. Éste les recibió solícito, pero con circunspecta reserva, porque la visión de los trajes que traían, las carteras y aquellos zapatos en los que ni siquiera el polvo se atrevía a posarse, le impresionaron.
a aquella primera reunión asistieron también algunos concejales del pueblo. después de las presentaciones les informaron de que representaban a ciertos países árabes que tenían la intención de invertir en el medio rural español. la empresa que habían creado a tal efecto se llamaba así: "empresa para la intervención y promoción de medios rurales. sociedad anónima", einpromersa, o algo parecido.
yo pregunté entonces si se habían presentado directamente sin concertar la visita o si ya la habían concertado antes. p. no lo sabía, pero creía que debían de traerla concertada de antes.
a esa primera reunión se sucedieron varias más, en el pueblo y en madrid. allí les citaban en una oficina lujosa, donde había una o dos secretarias vistosas y una panorámica de madrid desde las alturas, creo que por la zona del eurobuilding. los lugareños aprovechaban el día para pasear por madrid y se volvían a la tarde a su pueblo con la cabeza llena de proyectos e ilusiones.
por fin un día le trajeron a un moro vestido de jeque, envuelto en una sábana inmaculada, con gafas negras y en unro l l s, lo pasearon por todo el pueblo sin que el moro abriese la boca. lo montaron de nuevo en elro l ls y lo despidieron en la plaza. entonces, los representantes del moro le dijeron al alcalde:
-fulano ha quedado encantado con este pueblo.
se referían al moro. dijeron también, es de la clase de pueblos que se adapta a la idea que tienen ellos de promoción. se referían siempre a "ellos", y se suponía que "ellos" eran los moros, o más exactamente la nación árabe propietaria de todos y cada uno de los pozos de petróleo de la vasta arabia. de momento ha dicho, añadieron, que es una vergüenza que este pueblo no tenga un centro para la tercera edad.
el alcalde y los concejales sintieron como una lanzada en su amor propio y se mostraron de acuerdo en que en un pueblo como *** a los viejos había que robárselos a las familias que los cuidaban, y meterlos en un asilo. pero no tenían dinero para construirlo.
aquí vino la primera intervención de los gestores. dijeron: ningún problema. corremos con todos los gastos. ustedes sólo tendrán que proporcionar un terreno municipal.
así se hizo, y les construyeron una especie de casino-asilo. a eso siguió una plaza de toros nueva, porque si bien los moros, según dijeron, no amaban especialmente las corridas de toros, tenían como objetivo primordial en su labor de inversión los intereses sociales de los pueblos en los que iban a invertir su dinero. así que se tiró la plaza vieja que había, hecha de tablas, y se levantó otra, encalada y con las aristas perfectas, como los cementerios nuevos.
dijeron lo mismo del estado de las calles, y se procedió al asfaltado de toda la zona sur del pueblo.
cuando ya estaban realizadas esas inversiones, los representantes llamaron al alcalde y le plantearon que para que la cooperación siguiera su curso era necesario fundar una nueva sociedad anónima en la que entrarían a formar parte ellos, en representación de la nación árabe, y el alcalde y la corporación, en representación del ayuntamiento, al que únicamente se le pedía que pusiera como garantía los bienes inmuebles y raíces de que dispusiera, terrenos, fincas, bosques, edificios, etcétera.
el alcalde y los concejales se asesoraron con un abogado del pueblo y a todos les pareció bien el asunto, convencidos de que en absoluto iba aquello a perjudicar al pueblo, sino al contrario.
cuando estuvo establecida la sociedad, firmadas las escrituras ante notario y demás trámites, dos de los socios se fueron con las escrituras a un banco catalán y pidieron a cuenta de ellas créditos por valor de varios cientos de millones. los bancos comprobaron que todo estaba en orden, que aquello era absolutamente legal, y les concedieron el crédito que pedían. los presuntos moros, cuando lo obtuvieron, desaparecieron, de modo que, en la actualidad, de las casas, pinares y terrenos de los que era propietario el ayuntamiento de *** es nuevo dueño un banco catalán. del moro y de sus socios no se ha vuelto a saber nada, y el alcalde al poco tiempo se murió, parece que del disgusto.
en el pueblo, por lo demás, nadie quiere volver a hablar del asunto, corridos de vergüenza, pues quien más quien menos, como en "bienvenido mr. marshall", había hecho ya sus planes con los moros a quienes unos iban a pedir tanto y otros cuanto. así que no quieren ni oír mentar el asunto. daría para un bonito relato, si no resultara tan costumbrista y, claro, es muy difícil encontrar para eso un lenguaje apropiado que no fuese eso, neorrealista.