Albares de la Ribera - León

El vil metal

04/09/2010



Irreverencias | C. CHAMORRo


Después del merecido descanso volvemos con nuestras irreverencias para sembrar de dudas al lector, a pesar de que hay noticias que nos arraigan en «certezas sospechadas desde siempre». Es posible que algunas le hayan pasado desapercibidas por la escasa cobertura, tal es el caso de la visita de la señora Obama a Marbella (ya ha habido otros acontecimientos casi sin cobertura; así, no sé si sabrá que murió lady Di en un accidente de tráfico o que se derrumbaron las Torres Gemelas por un atentado). Decía que las sospechas se confirman porque la fonda escogida para tan mediática visita es digna de un jeque del petrodólar, de un ricachón, de un bon vivant, de un billgates cualquiera y, por lo que se ve, de presidentas consortes venidas a más. Y es que ¿qué tendrá lo bueno y lo caro, que nos gusta a todos?; qué cosas, a los progres y a los conservatas, de izquierdas y de derechas o demócratas y republicanos.

A mi ya me parecía desde mi tierna infancia que la buena vida era una vida muy buena, al menos lo sospechaba, dadas mis limitaciones. Tengo para mi que el resto de los paisanos tiene gustos semejantes (con excepción de misioneros que dedican su austera vida a ayudar a los demás y por los que siento una admiración extraordinaria). La cuestión está en reconocerlo o parecer consecuente con las ideas que representas y predicar con el ejemplo, sin extremos. Para algunas personas, que alguien rico, conservador y esas cosas veranee en un lugar caro, tenga casas y coches fantásticos puede gustar más o menos, pero entra dentro de lo esperable.

Para esas personas, que alguien muy progre, de izquierdas (no es del todo el caso de Obama, ya que en Estados Unidos son conservadores y menos conservadores) se gaste un montón de pasta gansa en un superhotel que usted, como yo, no sabía ni que existía, acompañada de unos 20.000 amigos y 300.000 guardaespaldas, no entra dentro de lo esperable y chirría. No se trata de que alguien que «trabaja» como eventual de esposa del presi más presi se aloje en la fonda de la señora Polda, pero ¿a que hay otras posibilidades? Pues lo mismo chirría para alguien que un expresidente socialista tenga una mansión del copón en Marruecos, o que a un presidente del Congreso se le despisten un par de áticos en la Castellana y un chalé no sé donde, o que una ministra quiera vender su mansión en República Dominicana por 800.000 pavos para comprarse otra con playita casi por el doble; vamos, lo mismo que usted y que yo. ¿Crítica al hecho o envidia? No; crítica a la hipocresía y a que no pocos ejemplos coinciden «casualmente» con cargos políticos. ¿Habrían conseguido lo mismo trabajando por libre?