Santisteban del Puerto - Jaen

En estos días se ha quedado vacia otra habitación en mi casa, y para no darle vueltas a la cabeza me he puesto a reordenarlo todo. En estas estaba cuando he abierto uno de los libros que leian mis hijos de pequeños y me encuentro con este cuento:


EL PELUQUERO LADRADOR

Soñar es bonito, aunque muchos piensan que lo más bonito es que un sueño se convierta en realidad. Yo lo dudo, y hasta creo que lo mejor es que los sueños sigan siendo sueños. Escuchad si no la historia que voy a contaros de un sueño que llego a hacerse realidad.
Vivia una vez un peluquero, verdarero maestro en su oficio. Tennía muchos clientes ricos, por lo que no le faltaban buenas propinas. Primero, decidio llamarse "Coifeur" que en francés es lo mismo que peluquero, pero que a él le parecía más distinguido. Luego, prefirió llamarse "Hayrstylist", que significaba otro tanto, pero que al ser una palabra inglesa le parecía aún mucho más distinguida.
Pues bien, este peluquero visitó un dia el museo de pintura de la ciudad donde se exhibían cuadros de los pintores más famosos de todos los tiempos. Los cuadros le gustaron tanto que decidió adquirir uno para que todo el mundo se diese cuenta de que .él era un peluquero excepcional, un gran artista.
"Lo malo es que los cuadros de los pintores antiguos son sumamente caros"- pensó.
Preguntó a su ayudante y este le respondió:
- Maestro, tengo una idea mejor. Usted es un hombre sumamente hábil y lo que los clientes quiere de usted es un servicio bueno y rápido. ¿ Por qué no afeita a dos clientes al mismo tiempo, uno con la mano derecha y otro con la izquierda?
- Me parece una idea magnifica- respondió el maestro.
Y se dispuso a afeitar, a un tiempo, a los dos primeros clientes que entraron en la peluquería. El ayudantes les enjabonó la cara y, el maestro, comenzó el servicio simultaneo del afeitado con una navaja en cada mano. A los dos clientes siguientes el ayudante les lavó la cabeza y, luego, el maestro les cortó el pelo con una tijera en cada mano, siguiendo la evolución de sus movimientos por el espejo.
Los periódicos no tardaron el publicar la noticia y la gente se agolpaba ante la peluquería para ver cómo trabajaba el maestro. Su establecimiento estaba siempre repleto y su cuenta corriente crecía más y más. Pero por las noches, no podia descansar y gesticulaba con las dos manos como si estuviese afeitando o cortando el pelo a dos clientes.
Pasaron tres años y el director de su banco que sabía por qué el peluqueo trabajaba y con tanto afán, le telefoneó y le dijo:
- Ya tiene usted en su cuenta el dinero suficiente para adquirir un cuadro de un pintor clásico. En todo caso si no fuese auficiente, nuestro banco le concedería un crédito en condiciones muy ventajosas.
Al oir esto. dejo en manos de su ayudante a los dos clientes que ya estaban enjabonados y, salió corriendo de la peluqquería a escoger el cuadro que estaba decidido a comprar. Tardo bastante en decidirse pero, finalmente, eligió uno antiquisimo que costaba varios millones. Esto le acarrearía muchas deudas, pero no importaba, el cuadro era lo primero.
Lo colgó en su establecimiento y quedó totalmente satisfecho. Por fin su sueño anhelado se había convertido en realidad.
Al día siguiente por la tarde, cuando se disponía a cerrar, le advirtió su ayudante:
-Mestro,¿piensa usted dejar aquí sin viigilancia un cuadro tan valioso? ¿Y si alguien lo roba?
-¡Dios mío, es verdad! ¡No se me había ocurrido!
-Yo, en su lugar. me quedaría aquí esta noche y, mañana, compraría un buen perro guardián que lo vigile día y noche.
- Así lo haré- repondió el maestro agradeciendole la idea.
Se armó con dos navajas de afeitar y se quedó en la peluquería sentado en uno de los sillones giratorios. En cuanto percibía el menor ruido, agudizaba el oido temiendo que alguien viniese a robarle el cuadro. ¡Sería horrible! ¡Con las deudas que ahora tenía!. Así que decidio armarse, también, con las tijeras más grandes que poseía. Las puso sobre sus rodillas y, de esta forma, pasó en vela el resto de la noche.
A la mañana siguiente todos los clientes adimraron el valisísimo cuadro. Bueno, no todos. Tres de ellos salieron de la peluquería quejandose de que el maestro les había cortado al afeitarlos, cosa por otra parte comprensible, porque el peluquero apenas podía abrir los ojos de sueño. A uno de ellos, al más enfurecido, casi le había cortado una oreja. Pero esto con ser tan grave, no lo fue todo. Cuando llevaba del brazo su valioso cuadro (porque por nada del mundo se separaba de él) y se dirigía a una tienda de animales para comprar un perro guardián, comprobó que los perros guardianes eran muy caros. No obstante, con el dinero que le quedaba se compró uno de aspecto feroz.
Lo primero que hizo el perro fue morderle en una pierna y, luego, al entrar en la peluquería, se puso a ladrar con tal gesto amenazador que ahuyento a toda la clientela.
Para colmo, resultó de lo más exigente en cuanto a la comida. Sólo quería higado fresco. y ¡pobre del amo si no se lo daba Al cabo de unos días el peluquero se hartó de recibir mordiscos en las piernas y en las manos y lo vendió.
Y para que el cuadro no dejase de estar vigilado decidió dormir en la peluquería y ladrar de vez en cuando, a fin de que los ladrones creyesen que aún seguía allí el feroz perro guardián.

Y según me han referido
el infeliz peluquero

tiene el sueño muy ligero
y, apenas advierte un ruido,

ladra como un descosido,
imitando a un cancerbero.



Este cuento y otros 26, conforman uno de los libros que mi hijos leian cuando tenian siete u ocho años.Hoy son dos personas íntegras y felices, o, al menos eso creo.

Saludos
La Maripili