Villanueva de los Castillejos - Huelva

La población de Castillejos seguía aumentando, siendo en julio de 1.806 de más de 4.000 habitantes. De este aumento se vio el núcleo urbano ampliado con las calles llamadas "de la Cruz” y "Valle de Santa Ana".Dentro del total de almas de la villa solamente contaban dos extranjeros, llegados del vecino país de Portugal.
Para atender a los fallecimientos disponía el cabildo de un cementerio perpetuo mandado construir en esta villa por el Señor Provisor y Vicario General del Arzobispado de Sevilla, a expensas y gastos de los caudales de la "fábrica” de esta Parroquia, aunque no concluido por falta de arbitrio alguno para su conservación.
Estaba construido en el ejido, aunque sin citarse el lugar exacto, rodeado por una cerca,"aunque no del todo sacada de cal", ni blanqueada. En este cementerio sólo había cincuenta sepulturas.

Los últimos años del reinado de Carlos IV están llenos de intrigas y confusos hechos, hechos que, con mucho retraso, eran conocidos en los pueblos y leídos, sin duda, con avidez, ya que del resultado de ellos dependía la vida de toda la nación, y en particular de la localidad.
El mes de octubre de 1.807, el Rey descubre una conjura dirigida por su hijo Fernando para destronarle.
Los conjurados son apresados y el hijo encerrado en sus habitaciones. Allí, fracasado su empeño, escribe a su padre la siguiente confesión:

"Señor: Papá mío: He delinquido: He faltado a T.M. como Rey y como Padre; pero me arrepiento y ofrezco a V.M. la obediencia más humilde. Nada debía hacer sin noticias de V.M., pero fui sorprendido; he delatado a los culpables; y he pedido a V.M, me perdone, permitiéndole besar sus Reales pies a su reconocido Hijo. Fernando. San Lorenzo. A cinco días de noviembre de 1807”.

Y a continuación se dirige a su Madre en estos términos:

"Señora: Mamá mía: Estoy arrepentido del grandísimo delito que he cometido contra mis Padres y Reyes; y así, con la mayor humildad, le pido a V.M. perdón de El, como también de la terquedad mía en negar la verdad la otra noche; y así, en lo íntimo de mi corazón, suplico a V.M. se digne de interceder con Papá para que permita ir a besar sus Reales pies a su reconocido Hijo. Fernando, San Lorenzo. Cinco días de noviembre de 1807".

En vista de ello, y a ruegos de la Reina, el Rey perdonó a su hijo y lo “devolvió a su gracia”.