Cartaya - Huelva

Había una vez………
Estoy seguro que todos ustedes saben del cuento de Caperucita.
¿Pero qué es lo que saben? ¿Lo que contó Caperucita?, ¿lo que dijo la abuelita?, ¿O lo que largó el cazador en la barra de la tasca con unas cuantas cervezas en el pellejo?
¡Aaaahhh claro! Es lo que todo el mundo cuenta, que el lobo se comió a la abuelita y a la Caperucita, y luego llegó el cazador y bla bla bla y bla bla bla.
¡Toa la vida con el sambenito de que me comí a la niña y a la abuela!, ¡Que no …oño! ¿Alguien me ha preguntado a mí algo?

¡Que yo no me como a nadie jooeeque aunque todo el mundo habla mal de mí yo soy más bueno que un San Luis.
¿Quién ha visto a un lobo comerse a una niña?

Yo vivo en el bosque, es mi casa y yo cuido de el, el día de los hechos yo estaba limpiando el bosque tras la estancia de unos domingueros, latas de refresco por aquí, bolsas de plásticos por allí, restos de comida, en fin, el bosque sucio, y cuando vi pasar a la niña terminé de cabrearme.
Todo el mundo cree que Caperucita era una niña modelo, que era mu buena y todo eso que se cuenta, pero la verdad es que era una niña rebelde que rondaba los doce o catorce años y daba muchos problemas a su madre, obedecía a regañadientes y no le hacia ninguna gracia tener que andar unos kilómetros cruzando el bosque cuando la mandaban a llevarle pastelitos a la abuela, así que, desahogaba su rabia cantando y fumando por el camino mientras pisoteaba las flores y disfrutaba asustando a los animalillos del bosque.
Y aquel día me acerqué con la mejor de mis sonrisas intentando disimular mi malhumor.
-¡Buenos días Caperucita!
-¡Qué pasa pisha! ¿Cómos tamos? -me contesto la niña
-Mira Caperucita, no se puede andar fumando por el bosque porque es peligroso, y además eres muy pequeña todavía para fumar, y está muy mal pisotear las flores y asustar a los animalillos. A tu madre no le va a gustar si se entera.
- ¡Y el lobo este! ¡Que no me comas el coco tío! ¿A ti que te importa si fumo, o si soy chica o soy grande? ¡Anda ya cara feo! ¡Puertaaa! ¡Piérdete por el bosque y sigue recogiendo latas!

Ahí me dieron ganas de darle dos cachetes a la niña, pero me aguante, me dije que como está la cosa hoy me denuncia por maltrato infantil y soy un lobo fugitivo en un santiamén.
Lo que hice fue quitarme de en medio y correr a casa de la abuelita para contarle la historia y ver si le dábamos un escarmiento a la niña.
¿Sorprendidos? Pues no sé por qué, como he dicho yo vivía en el bosque y la abuelita también, así que éramos buenos vecinos y nos llevábamos bien. La abuelita cogió un sofoco de aúpa porque sabía del mal comportamiento de su nieta, hasta el punto de tener que tomarse un par de pastillas tranquilizantes para serenarse, estuvo de acuerdo conmigo en lo del escarmiento y pensamos en que yo me pusiera sus ropas de dormir, me tapara la cabeza con un gorro rosa grande y me metiera en la cama a esperar a su nieta para asustarla y escarmentarla .
Difícil lo veía yo, porque si antes la niña no se asustó de mi presencia y me bordeó, pero bueno, a lo mejor con la luz apagada, en la semioscuridad… tal vez, pensé.
Me miré en el espejo y me llevé un susto de muerte, yo mismo me veía feo de cohones, si disfrazado y con tales pintas no se asustaba la niña, yo no sé de qué se iba a asustar.
Sin más demora me metí en la cama, y la abuelita decidió meterse debajo en el suelo para ver la reacción de la nieta.
Instantes después fue cuando llegó Caperucita y llamó a la puerta, disimulando la voz le dije que entrará que estaba abierta, y no encendiera la luz porque me molestaba en los ojos.
Una vez en la estancia, con la única y debíl claridad que se colaba por las rendijas de la ventana de la habitación, se acercó a la cabecera de la cama y después de saludarme empezó la niña a meterse conmigo.
¡Que si tenía las orejas mu grandes! (Que es verdad que las tengo), ¡Que si tenía los ojos mu grandes! (Que sí, que ya sé que los tengo), ¡Que si tenía los dientes mu grandes! (Que sííí, que sííí), y pa remate ya de los remates: ¡Que tenía la boca mu grande! (¡Po síííí, que la tengoooo!)
Ahí ya no pude aguantar más, encendí la luz y me puse de un salto de pie encima de la cama para darle el susto:
¡Me cagooooo en mis muelas que te comoooo niñaaaa!

Caperucita se asustó de veras y empezó a correr por la habitación, y yo al ver el susto que le había metido y que corría como una loca me asuste también, y corría detrás de ella para tranquilizarla, y la abuelita que no salía de debajo de la cama, por lo que supuse que con los tranquilizantes se había quedado frita, y en esas estábamos, la niña corriendo y yo corriendo detrás y de pronto que se abre la puerta de una patada y aparece el cazador escopeta en mano.
Ve la escena, y rápidamente me mira con cara de ¡esta es la mía! Y se echa la escopeta al hombro, yo lo miro y me jiño tó, y me dije: ¡no hay tiempo para explicaciones pisha! ¡O corres o eres un lobo muerto! ¡Corre cohones!
Pegué un brinco y salté por la ventana cargándome el cristal de camino, cogí dirección a mi lobera que me las pelaba. Ni el conejo de Duracell con todo lo rápido que es me hubiera cogido el rastro.
¡Magullado sí, pero vivo! Hasta hoy.
No he vuelto a ver más a la niña ni a la abuelita, y cuando veo un tío por el bosque con una escopeta salgo pitando, por eso mismo rara vez se ve a un lobo cruzarse en el camino de un humano.
Esta es la verdad del cuento, y todo lo demás son historias.
Si ustedes , estimados amigos y amigas, han sido capaces de llegar hasta aquí y leerse todo esto, es que son ustedes gente con paciencia, unos cachos de panes de buenos que son, unos santos, porque paciencia hay que tener para tragarse todos los días el Sálvame y el Salsa Rosa del foro y no abrir la boca.
Venga, se abre la veda para cazar lobos. Apunten y disparen.
Saludos para todos.

Jajaja muy simpático

Tu no seras unos de estos lobos con piel de corderito.....no