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Bollullos Par del Condado - Huelva

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España > Huelva > Bollullos Par del Condado
12-12-14 19:00 #12376277
Por:No Registrado
Ganemos
Miguel Urbán || Público.es

Cuando nació Podemos hubo una idea particularmente brillante (y efectiva) en la manera que el proyecto fue concebido: la idea de proyectarlo como un método ciudadano y democrático para buscar la unidad y la confluencia de los de abajo, de la gente que hasta entonces se había opuesto a la austeridad, pero también contando con toda esa gente que no había estado en las calles y sí sufría las políticas de la miseria. Podemos se alejaba con ello de un proyecto autorreferencial e identitario que se agotaba en sí mismo y abría con ello todo un proceso de expansión que buscaba conectar con sectores sociales más allá de los limitados (pero imprescindibles) círculos activistas. Es verdad que el tablero político ha mutado y ha situado a Podemos en otras coordenadas y escenarios distintos a los que lo originaron. Sin embargo, hay claves del éxito inicial de Podemos que convendría mantener. Entre estas claves, la apuesta por ser un instrumento que se ofrece a la cooperación, la articulación y la confluencia con otros espacios debería mantenerse en nuestro ADN. Y es que, más allá del enorme “efecto arrastre” que Podemos ha generado, sigue habiendo vida fuera de Podemos (mucho de lo mejor del activismo que ha estado en la pelea estos años y mucha gente que está harta y todavía no está luchando).

De hecho, al tiempo que Podemos se expandía exitosamente han surgido iniciativas municipalistas ligadas al territorio. La ciudad de Madrid ha visto nacer “Ganemos”, una iniciativa con un marcado carácter de ruptura con la política que nos ha llevado hasta esta situación y como un ilusionante signo del nuevo ciclo que se abre paso. En Madrid, en los últimos meses, parte de la gente que mejor ha pensado el tiempo político que atravesamos y nos atraviesa ha empujado un proceso que ha trabajado en un escenario no sencillo, pero que está alumbrando una propuesta que encaja con las ideas-fuerzas con las que nace Podemos y que recogen mucho de ese espíritu de cambio que anidó en las plazas hace no tanto. Es decir: un proyecto para la mayoría, democrático, pluralista, participativo, inclusivo y claramente orientado a la conquista de nuevos derechos. Durante este tiempo se ha hecho un trabajo que, por tanto, hay que poner en valor. Un trabajo de agregación, de confluencia, de apertura de procesos democráticos y de conexión con los movimientos que hay que reconocer y que sería deseable situar como un buen punto de partida para levantar una candidatura para ganar Madrid. Desde Ganemos, además, ha habido un paciente, exquisito y respetuoso trato a los ritmos de debates internos en Podemos. Un trato que no suele ser habitual en las prácticas en este tipo de procesos y que, demasiadas veces, han llevado al traste posibilidades de unidad. Ojalá esa espera no se parezca a la de Godot. Y es que Madrid ha sido históricamente un territorio fértil para el sectarismo, los recelos y las disputas en el campo popular. Un espacio más de disputa que de entendimiento. De enfrentamientos más que de confluencias. Y Ganemos está siendo, entre otras muchas cosas, un campo de experimentación de la cooperación y la colaboración efectiva que tanta falta hace. Cualquiera que haya hecho o visto la política en Madrid sabe de sobra que eso es un valor en sí mismo que hay que cuidar y al que merece la pena sacar brillo. Por eso, precisamente, es tiempo de idear colectivamente nuevos escenarios que expresen políticamente y en las instituciones lo que hemos construido en las calles. Esto es: la mayoría golpeada puede juntarse políticamente, desde la diversidad, para poner las instituciones a su servicio y para crear nuevas formas de relación y de institucionalidad política. No es tiempo, en mi opinión, de cerrar procesos abiertos si no de seguir expandiéndolos. La revolución democrática que perseguimos (y que, de alguna forma, ya estamos viviendo) requiere de una agregación continua, de una ampliación permanente del bloque social que estamos construyendo y, por eso mismo, no requiere de fetiches ni de hojas de ruta. La ruptura con el viejo régimen (sus instituciones, su cultura, sus formas, su saqueo, su deuda) pasa también por asaltar los ayuntamientos. Más aún en Madrid. Laboratorio del neoliberalismo más salvaje, campo de prueba de la especulación, las privatizaciones y la agresión al territorio, de la precariedad laboral, en Madrid urge un cambio desde la pluralidad de miradas, experiencias y saberes acumulados por tantas personas y colectivos en años de resistencia a la mafia madrileña.

Es la hora de construir una expresión política ganadora de todo lo que hemos venido articulando, debatiendo, teorizando y experimentando. La unidad popular es una herramienta muy útil para nuestro objetivo: la unidad popular se concreta en el encuentro presente entre lo que hemos construido y lo que queremos construir. Por eso no sobra nadie, ¡Nos hacemos falta todos! Los activistas de los movimientos sociales, la izquierda organizada que no fue mafia mientras otros lo eran, la gente de las plazas, pero sobre todo, la mayoría social empobrecida, explotada, que está harta tanto de las políticas austericidas como de peleas entre familias políticas.

Un gran mérito de Ganemos es que no sólo nos impulsa hacia nuestro objetivo, sino que lo va construyendo mientras hacemos el camino. Ganemos apuesta por construir en los barrios una estructura ciudadana que no sólo se conforme con contribuir a la victoria electoral, sino que aspire a disfrutarla y a gestionarla cuando llegue. No hay batallas separadas, todo forma parte de la misma guerra: lo municipal, lo autonómico y lo estatal deben estar conectados y relacionados, porque necesitaremos ocupar todos los espacios con nuestra fuerza para que los de siempre no quiebren nuestros sueños y nuestros derechos.

Las oportunidades para ello siguen abiertas. Pero no por mucho tiempo. Ya hemos demostrado que Podemos. Ahora, en Madrid: Ganemos.
Puntos:
21-12-14 08:41 #12384386 -> 12376277
Por:No Registrado
RE: Ganemos
Aqui ek unico que ha ganao es el Real Madrid que gano ayer er MUndialito.
Y viva er Real Madrid que es el equipo de dios y viba sergio Ramos tambien. Oleeeee er Madrid.
Puntos:
22-12-14 18:49 #12385584 -> 12384386
Por:No Registrado
RE: Ganemos
Desde que la irrupción del 15M abrió un nuevo ciclo de movilización y repolitización ciudadana, se ha ido extendiendo cada vez con mayor fuerza el diagnóstico de que lo que se ha dado en llamar la Cultura de la Transición –que la izquierda alternativa criticamos desde sus inicios por basarse en la “fabricación” de “demócratas cínicos”- ha entrado en profunda crisis.

En efecto, a medida que los daños provocados por el austericidio en la eurozona, y en particular en sus países periféricos del sur, se han ido combinando con los derivados de un régimen corrupto en crisis, el agravio comparativo creciente de una mayoría social más empobrecida frente a una minoría que sale más enriquecida se ha ido extendiendo de forma acelerada. Afortunadamente y a diferencia de otros lugares, una vez constatados los límites de la movilización social para romper con el bloqueo institucional, la indignación ciudadana ante “políticos y banqueros” se ha visto seguida por un mayor interés por la Política e incluso por diversos ensayos de traducción de la protesta al plano electoral. Sin duda, desde la campaña de las elecciones europeas, Podemos ha sido el principal catalizador de ese proceso hasta el punto de desestabilizar el sistema de partidos y convertirse en potencial alternativa de gobierno.

Son esas mismas expectativas de éxito las que ahora plantean un reto que no es tan nuevo en nuestra historia. Nos encontramos con que la centralidad que en el próximo año van a tener las sucesivas convocatorias electorales nos recuerda el período que vivimos durante el ciclo de movilización que se desarrolló bajo el tardofranquismo, aun con todas las diferencias del tiempo mundial y del contexto dictatorial de entonces.

Comparto la tesis de que hay que aprovechar con toda la audacia necesaria la actual ventana de oportunidad que ofrece la crisis del régimen para demostrar que “hay que echarles” y son posibles alternativas frente al austericidio y el despotismo de mercado. Empero, si queremos evitar que en el futuro se produzca un brusco desplazamiento desde la vocación rupturista hacia la mera reforma del régimen actual, utilizando como coartada una lectura estática e interesada de “la relación de fuerzas”, no podemos caer, con mayor razón que entonces, en la ilusión electoralista.

Sin una combinación del frente electoral y discursivo con el del empoderamiento popular y, por tanto, sin la construcción de un bloque social capaz de ocupar el centro del tablero, no será posible impedir que una hipotética victoria electoral se vea seguida por una pronta frustración popular. Con mayor motivo cuando hoy la prueba de fuerzas se plantea más allá de la escala estatal. Por eso en los próximos meses habrá que seguir muy de cerca el devenir de los acontecimientos en Grecia, primer ensayo –o no- de inicio de un nuevo ciclo dentro de la eurozona.

Es precisamente aquí donde entran las dudas e incógnitas que está provocando la evolución de Podemos. Porque si por un lado su propia condición de “outsider” del sistema, pese a la moderación previsible de sus propuestas, supone un desafío radical a “la casta” gobernante y a los poderes fácticos de aquí y de fuera, por otro, el modelo de organización y de liderazgo adoptado no sirve para hacer frente a todas esas fuerzas si realmente aspira a cambiar de política y promover una ruptura constituyente. ¿Por qué? Porque ese modelo puede acabar conduciendo más a un nuevo tipo de “partido de notables”, esta vez mediático, que a un partido de masas activo y convergente con otras iniciativas sociales y políticas, herramientas necesarias para que la relación de fuerzas actual sea efectivamente cambiada a favor de los y las de abajo.

Se argumenta desde quienes propugnan o apoyan ese tipo de partido que esta nueva cultura de la delegación en unos “notables” es la única manera de “ganar” en las próximas confrontaciones electorales. Lo que es peor, muchas veces se pretende descalificar a la izquierda radical que se opuso y sobrevivió al “consenso” de la Transición, acusándola de haberse movido siempre en una “cultura de perdedores, de la derrota”, haciendo una lectura selectiva e interesada de todo el largo período transcurrido desde finales de los años 70 del pasado siglo y de nuestros, eso sí, diferentes discursos y prácticas.

No viene mal recordar que ciclos políticos como el que vivimos entre el año 83 y el 86 en torno al referéndum de la OTAN o el que transcurrió desde finales del 87 al 93, fueron por el contrario períodos en los cuales no fue, desde luego, la cultura de la derrota la que predominó sino la de una repolitización esperanzadora, si bien en un marco de consolidación del régimen, de auge de la Europa neoliberal y de pérdida de centralidad del movimiento obrero que impidieron su culminación en victorias significativas. Por eso sí cabría hablar de culturas de la resistencia –y esto en particular con especial fuerza, con todas sus contradicciones, en el caso vasco- pero no, desde luego, de que nos instaláramos en la estética de la derrota o en la renuncia a dirigirnos a las mayorías sociales a lo largo de las sucesivas batallas en las que estuvimos inmersos. El problema estuvo en que el salto de la resistencia a la ruptura no llegó a ponerse de actualidad hasta ahora.

La gran diferencia entre aquellos momentos y el actual es, precisamente, que nunca como ahora se había producido esa combinación de crisis de legitimidades –de la eurozona y del régimen- que estamos viviendo. Pero eso no debería llevarnos a dar un giro de 180 grados. Debemos apostar, sí, por “ganar” hoy pero no por forjar una “cultura de ganadores” y creer que solo Podemos y su fuerza electoral van a poder crear las condiciones para una ruptura constituyente. Tampoco parece que, puestos a recurrir a la movilización, sean las más convenientes iniciativas como la del 31 de enero, aun deseándole todo el éxito posible. Salvo que haya un cambio de orientación, existe el riesgo de que esta movilización sea percibida como un intento de ignorar no solo a los colectivos más activistas sino también al amplio ecosistema social, político y cultural que se ha ido forjando, procedente tanto de las viejas resistencias como de las surgidas dentro del nuevo y rico espacio público creado desde el 15M de 2011.

Sería mejor, por tanto, aspirar a construir un partido-movimiento dispuesto a “ganar” en lo electoral pero, a la vez, consciente de que no bastará su anclaje virtual en las redes sociales mediante un liderazgo plebiscitario y los “mejores expertos” para hacer frente a la enorme y brutal contraofensiva con la que se encontraría en el caso de que su victoria fuera efectiva. Para ese hipotético momento hay que prepararse ya desde ahora, sin prepotencia y con voluntad de confluencia. Tanto mediante la participación generosa en iniciativas como Ganemos Madrid como a través del apoyo a las nuevas formas de sindicalismo social y participativo, como las Marchas de la Dignidad y otras que sin duda irán surgiendo en el próximo año.

Es cierto que hoy las expectativas de la gente decente e indignada están centradas en el plano electoral, pero debemos insistir en que sin una viva cultura de la movilización que las acompañe difícilmente se podrá hacer retroceder a los de arriba “el día después”. Todavía estamos a tiempo.

Jaime Pastor es profesor de Ciencia Política de la UNED y editor de VIENTO SUR
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