Arroyomolinos de León - Huelva

“En los inicios de este siglo XXI nos encontramos con una paradójica situación. En las sociedades donde la gente es libre para manifestar sus opiniones y preferencias, existe un gran consenso sobre la legitimidad de la democracia como la mejor forma de gobierno posible. En todo tipo de democracias, ya sean estas de nuevo cuño o de tradición antigua, también existe un acuerdo considerable en torno a la idea de que los partidos políticos son instituciones esenciales e insustituibles para el funcionamiento de la democracia. Sin embargo, al mismo tiempo, en gran parte de los sistemas democráticos la opinión pública se caracteriza por una amplia insatisfacción y desconfianza hacia los partidos políticos.

Y es que efectivamente los partidos políticos son el núcleo de la democracia, ya que son los mediadores entre los ciudadanos y sus intereses, por un lado, y las instituciones encargadas de las tomas de decisión, por otro. Son los canales de interacción política entre la sociedad civil y el Estado. Pero desafortunadamente cada vez con más frecuencia podemos comprobar cómo, abandonando esa primaria y fundamental misión, se han convertido en un fin en sí mismos, un mecanismo puro y duro de reparto del poder.”
Por eso, como ciudadano, pienso que España necesita una nueva fuerza política, que pretenda “contribuir en la medida de sus posibilidades a despejar las dudas e incertidumbres que sobre la función de los partidos y sus verdaderos intereses atenazan hoy a la mayoría de los ciudadanos,” y que huya también “de una excesiva profesionalización en el trabajo político, evitando caer en procesos de selección negativa y en la creación de castas políticas que cercenen el acceso a las responsabilidades públicas de aquellos ciudadanos comprometidos que, viniendo de la pura sociedad civil, aspiren por sus capacidades y cualidades a representarla en las instituciones, y finalmente debe aspirar a introducir un importante componente ético en el ejercicio de las funciones públicas de todos los cargos.”
“Ante la proliferación de los bochornosos espectáculos que diariamente venimos contemplado en nuestro país, protagonizados por políticos de uno u otro signo, sólo un ejercicio de la práctica política desde una óptica ejemplarizante puede recuperar el crédito de los ciudadanos hacia la noble tarea de la política, del servicio público en definitiva.”

Con todo esto estoy de acuerdo yo, un ciudadano de Arroyo.
Un fuerte abrazo a tod@s.

UN ABRAZO.-

Utopías....

Frutopías...

Que pasa,que nadie cree que un partido con estas caracteristicas pueda existir? Pues si es asi, y todo esto solo queda en utopias, mal vamos.

Pienso q la mayoria de los partidos, en sus origenes, surgen con la mejor de las intenciones, sea cual sea su tendencia politica. Pero cuando estan mucho tiempo en el poder y convierten lo q deberia ser una vocacion de servicio publico en una forma de subsistencia, algunas de las personas q los forman caen en la cnsecucion de sus propios intereses, en la corrupcion, manchando las siglas q engloban los valores x los q tantos otros trabajaron, lucharon o incluso dieron sus vidas a lo largo de la historia, reciente o no, de uno u otro signo politico y/o religioso.

El problema es que a los partidos se les ha convertido casi en sagrados, como si fueran el culmen de la democracia, cuando no son más que meras herramientas de ésta.
Hay que dejar los complejos a parte y conseguir que los partidos comiencen a mirar hacia afuera y se den cuenta de que sin la ciudadanía no son nada.

Un golpecillo a la moral de los grandes partidos en las próximas elecciones sería un buen revulsivo para todos. Y creo, que necesario.

Ya se te empieza a ver el plumero.

¿sí?, y ¿de qué color son las plumas?
Si das una respuesta que se acerque un poco a la verdad te invito a una cerveza cuando quieras.

Yo estoy contigo, the Angel, sean del color que sean tus plumas. Todos tenemos las nuestras.

Rojas.