Racionalidad Cuando un banco se le inyecta dinero público, una actuación estatal y propio del intervencionismo que del libre-mercado. Estamos viendo noticias estos años de la intervención estatal en la economía. Esa idea finiquitó el neo-liberalismo a ultranza venido después de la crisis del 73; neo- colonial y defensa del libre mercado. Hasta que llego la crisis financiera que todavía está tambaleando los mercados. Los especuladores, unos señores que trabajan desde los despachos están mandando su programa a los gobiernos de Europa. Han conseguido que, naciones donde hay millones de personas, quieran revisar los estados de derecho. Europa se rinde ante el especulador, el mundo entero tiembla a escuchar el nombre de este asaltante de mercados financieros. El oro de los barcos no es asaltado por el trabajo bien hecho, el quehacer diario, la buena técnica, el laboratorio, el engranaje de los factores en las empresas. Ese oro lo quiere arrastrar el toque en una tecla de un ordenador en una oficina, perdida entre las grandes urbes financieras. El sudor del labrador ante un sol de justicia ha dejado paso a una oficina con aire acondicionado; pero con la salvedad que, el labrador daba de comer, el otro está haciendo todo lo posible de matar de hambre, de imponer la hambruna a los pueblos. Lejos queda aquella revolución de los factores de la tierra que empujó a la gente del campo a la ciudad, cuando se estaba creando organizaciones nunca vistas hasta entonces; el oro no era la verdadera riqueza sino el talento de las personas e ingenio con un trabajo bien hecho. Aquello no estaba falto de defectos, como todo lo novedoso que hay que adecuarlo hasta que funcione perfecto. El hacinamiento en las fábricas rompió con el esquema de la buena economía para convertirse en algo anti-humano. Hoy la sociedad del momento vive una crisis porque cuando algo funciona tratan otros de destruirlo, está en la naturaleza humana, mitad ángel y mitad demonio. Con ese talento en la organización de las naciones, de los factores de producción, cartas magnas, tratados bilaterales. Estamos casi implantando un mundo de paz. Pero la historia es otra y nos viene elementos adversos, como la tormenta no esperada que destruye la buena siembra. Especuladores, maldita palabra y maldita cosa que encierra; cuando muchos son los caminos, pero se sigue cogiendo el mismo, el de nuestro propio aniquilamiento como personas, seres, que sentimos, respiramos. Unos señores con corbata que miran para su propio interés a base de destruir el beneficio social, económico de muchos países. |