Villaescusa de Haro - Cuenca

LA CHICA Y SU MUÑECA

Nueve de la mañana del seis de enero, día de reyes. La chica se despierta y se dirige con ansiedad a descubrir qué le han dejado sobre los zapatos que tan bien dejó colocados, paralelos, sobre la silla delante de la ventana de la habitación, sin reparar en el frío que el suelo transmite a sus pies... ¡Sorpresa! ¡una muñeca de cartón rígido, con sonrisa hierática reposa sobre los zapatos! ¡Su primera y anhelada muñeca!
La coge despacito, mirándola embelesada, con el corazón palpitando de manera alarmante. La abraza, la besa, la mira, la vuelve a abrazar, la acuna... No sabe si reír o llorar, tiene en su poder una preciosa muñeca... Se dirige corriendo a la habitación contigua, hacia la cama de sus padres.
- ¡Madre, madre, me han echao los reyes una muñeca! ¡Mira , madre , qué linda es!...- exclama excitada zarandeando el hombro de la madre.
- Tranquila, tranquila- responde la madre con voz cansada-¡Y a mí me han traído una nena de verdad, mira cómo es!- retira la ropa de la cama y le muestra a la chica una recién nacida que duerme plácidamente a su lado.
- ¿Quéeeee? ¿Y por quéeee? ¡Pero si tú eres grande! ¿Por qué te echan a ti una nena de verdad?...- aprieta su muñeca contra su pecho, y con la cara desencajada, entre muecas y pucheros , se aleja de la cama de su madre hacia la suya, tapándose por completo con las mantas para que no la vea nadie.
Poco a poco, se calma y se vuelve a dormir con la muñeca entre los brazos. Cuando despierta de nuevo oye mucho trajín por la casa. Se viste y pasa de refilón por la habitación de su madre intentando que no reparen en ella. Se dirige a la cocina. La temperatura allí es muy agradable porque la lumbre está encendida. Su tía , que debe haber venido por ver “la muñeca” de su madre, le prepara una taza de leche caliente. En la mesa hay magdalenas y pan reciente. Desayuna con prisa con una sola mano, la otra la tiene ocupada con su muñeca de cartón. Sale por las portadas del corral. Se dirige al rincón del callejón, en el que suele encontrar, al abrigo de las paredes, intentando atrapar el leve calor de los tímidos rayos de sol de invierno, a la hermana Regina, acompañada, según la hora, de la hermana Paz.
- ¡Hermana Reginaaa! -grita nada más pisar la calle.
- ¿Qué dices, hermosa mía? ¿Qué te han traído los reyes?
- ¡Una muñeca, mira!- dice mostrándole su muñeca con el brazo extendido hacia ella-¿Te gusta?
- Sí, es casi tan guapa como tú... seguro que te la han traído porque has sido buena.
- Pues a mi madre le han traído una chica de verdad...¿Pueden los reyes echar de regalo chicas de verdad?- la hermana Regina sonríe y le pasa la mano por el pelo con ternura...capta la extrañeza de la chica e intenta poner en orden los pensamientos infantiles de la pequeña, explicándole, a su manera, la realidad del nacimiento de su hermana menor...
- ... y tienes que ayudar a tu madre a cuidarla y a quererla porque será pronto una chica como tú, a la que los reyes le traerán muñecas...
- Pos yo, ésta no se la voy a dejar porque es mía...¿eh?- exclama, arrastrando la voz, y agarrando muy fuerte su muñeca...
En poco tiempo, toda la vecindad “conoce” a la muñeca de la chica, se la ha ido enseñando a todas las mujeres del vecindario, casa por casa, como si fuera un tesoro: a la hermana Paz , a la Teresa, a la Antonina y a todas sus hijas, a la Blasa y la Emilia, que la reciben como siempre, metiéndole un caramelo en el bolsillo; a la hermana Manuela, a la Mª Luisa, a la hermana Consolación, a la hermana Plácida, a la hermana Mariana, a “su hermana Crescencia”... y se da cuenta de que todas, todas, saben que su madre tiene una chica... No importa, ella sólo se va a ocupar de su muñeca...
Los días pasan y lo primero que hace cuando se levanta es cogerla , y compartir con ella todos los actos del día. Parecía una chica con una muñeca pegada al cuerpo. Observaba desde una prudencial distancia los cuidados que dispensaba su madre a su hermana, y la imitaba.
Un día, después de darle de comer, como le había manchado la cara, se la lavó con la punta de la toalla mojada, y... ¡oh, Dios mío, qué desastre! ¡a la muñeca se le borró la boca y parte del colorete de una mejilla... dejando ver debajo, un color gris de papel mojado!... La chica se pone a llorar en silencio, envolviendo con su bufanda la mitad de la cara de la muñeca... La deja acostada en su cama y se acerca sigilosamente a la cuna de su hermana pequeña con la toalla mojada por un pico...¡¡ El llanto de la pequeña se oye en toda la calle San Juan!!...Sus padres y hermanos se acercan todos a la vez a la habitación a ver qué le pasa...
- Pero...¿qué le haces? ¿estás loca?...- la madre coge a la pequeña de la cuna y la arrulla contra ella con un contoneo rítmico al compás de un “ea, ea”...los demás le hablan todos a la vez, todos quieren saber qué le ha hecho, pero no la dejan hablar...el padre la coge de la mano, la aparta a un lado y le pide que le explique por qué su hermana tiene la cara tan roja y por qué la ha hecho llorar...
- Es que... le he limpiado la boca a ver si se le borra...- le contesta a su padre con un hilo de voz, entre lágrimas y mocos...- el padre se da cuenta de lo que sucede y le pide a los demás que la dejen en paz, que ya se hablará de esto...Intentó hacerle entender la diferencia entre un juguete y una chica de verdad... como vio que por ese camino no le llegaba el consuelo, se le ocurrió animarla con el único recurso real y posible:
- Mira, tengo una idea, como tu hermano pinta muy bien, te va a arreglar tu muñeca, y te va a quedar igual que antes, pero a partir de ahora, a tu hermana no la compares más con ella...¿de acuerdo?
Por la tarde ya jugaba en “el rincón” tranquila y feliz, con la muñeca restaurada; entre las bromas de sus vecinas, el contoneo gracioso de cualquier movimiento de la hermana Plácida, el dibujar perfiles de sombras entre chiquillos, lecturas de cómics del Dúo Dinámico de las chicas mayores sentadas en el borde de la acera, los saltos al truque con el tejo en el callejón y el corretear con aros de los chicos, calle abajo, calle arriba.

Al caer el día, y ya cada cual en su cama, los padres de la chica comentaban en voz baja su preocupación por los actos espontáneos , poco meditados, de la chica a la que familiarmente llamaban “Antoñita la Fantástica” o “la gitana Sacramento”.
- ¡Ay señor, no sé qué vamos a hacer con esta chica!...

Disfruto leyendo las historias que nos contáis Luz y tú. Son muy diferentes pero tanto la una como la otra escribís en torno a hechos sucedidos en nuestro pueblo en tiempos pasados. Intervengo en ésta para hacer dos pequeñas apreciaciones:
1ª No sé de cuándo data esta historia , pero fijaos, hubo regalo para la hija a pesar de las circunstancias del momento...
2ª Qué diferencia de ilusión manifiestan ante pequeñas cosas los niños de antes a los de ahora...
Gracias a las dos.