Villaescusa de Haro - Cuenca

¡VIVA EL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN!

- Chicas, daos prisa que ya se oye la banda de música en La Puerta del Cerezo.
- Pero, ¿qué dices, si son la seis todavía, y la procesión empieza a las ocho y media?
- Claro, vienen a las seis, pasean tocando por las calles un poco antes de la procesión...

Es trece de septiembre. El ambiente festivo empieza a pulular por el pueblo. Se oye tocar a la banda las piezas de siempre, marcando el recuerdo de todas las fiestas anteriores en las que se homenajea al santísimo Cristo de la Expiración, al cual , todos los villaescuseros y villaescuseras, sean más o menos creyentes, manifiestan un profundo respeto y devoción.

- Mari,¡ sal del cuarto de baño, bonica, que llevas una hora!...
- Pero...¿qué dices? ¡Si acabo de entrar!...
- Madre, ¿dónde está la blusa que me has planchao esta mañana?
- ¡Eeeehh! ¡Esa blanca es mía, ¡ni se te ocurra ponértela!...

Todo está revuelto en la habitación. Blusas, camisas, faldas...por encima de las camas, zapatos , zapatillas, medias ... por el suelo. Un revolotear de idas y venidas por la casa dan la impresión de haber sido poseída por una especie de locura, controlada por el ánimo festivo y amenizada por la banda de música.

Por todas las calles, casi desiertas días antes, la gente camina y se para saludándose entre sí.

- Hola Josefa, ¡cuánto tiempo!...
- Pues mira, este año he guardado unos días para septiembre, porque no podía faltar un año más...
- ¿Cómo está tu familia? ¿Habéis venido todos?...

Villaescusa: elegante, altanera y orgullosa, se viste de fiesta, con sus mejores galas, y se perfuma con sus mejores esencias. Su corazón reparte sentimientos de unión y fraternidad uniendo a sus hijos con un objetivo común: el homenaje a su santo patrón, que espera un año entero petrificado en una cruz, a ser venerado por los suyos.

La banda, colocada en el frente de la ermita empieza a tocar el himno nacional. La escultura del Santísimo Cristo de la Expiración, con los brazos sangrantes extendidos, y su cara de profundo sufrimiento, aparece por la puerta, transportado por los hermanos que sacaron las andas el año anterior. Toda Villaescusa, en ese momento único, mágico, mira con devoción ese majestuoso rostro...el vello se eriza, los sentimientos afloran, las lágrimas que no se logran controlar se deslizan por las mejillas... Allí se encuentran TODOS, los presentes y los ausentes, los ausentes en el corazón de los que les quieren y les recuerdan. Todos, Santísimo Cristo, para que los protejas y los cuides...

- ¡Viva el Santísimo Cristo de la Expiración!- dice una voz desgarradora.
- ¡Viva!- contesta al unísono el resto de los presentes, saliendo de su letargo emocional.

La procesión empieza a caminar calle abajo, en dirección a la plaza. La banda entona una pieza, y los villaescuseros comienzan a su vez a conversar con sus acompañantes, a pesar de la advertencia del párroco de la necesidad de silencio y devoción.
Los chiquillos van contentos porque llevan el traje nuevo , el de la “víspera”, y mañana aún mejor, el del día catorce, el que su madre ha estado cosiendo con esmero. Es el único día del año que se estrena vestimenta...

- Oye, ¿has visto? La mujer esa no lleva zapatos, va descalza...
- Eso es porque ha hecho una promesa, creo, ....
- ¡Shhhhhh, calla, que te está oyendo!...-dice la madre del chico, propinándole un pescozón en la nuca.

El chico no puede remediar mirar a aquella mujer con los pies descalzos, que no habla con nadie, y que tiene la cara muy triste. Estira con fuerza la mano para soltarse de su madre y poder seguir hablando con la chica de al lado.

- Y ¿ qué es una promesa?
- Pues que ha tenido a alguien de su familia enfermo, y le ha dicho al santo Cristo que si se cura, anda descalza en la procesión.
- ¿Y se ha curado?
- No sé....
- Si se ha descalzado es que se ha curado, lo has dicho tú...
- ¡A callar!- repite la madre, que lo vuelve a coger de la mano, tirando hacia ella...

Están llegando de nuevo a la ermita. La banda vuelve a entonar el himno nacional después de la subasta de las andas, y el santo Cristo, entra de nuevo , esta vez de espaldas, observado con admiración por sus devotos, pero dispuesto a realizar el largo recorrido por las calles de su pueblo al día siguiente, para recordar a todos los villaescuseros que no se olvida de ellos, y que siempre está ahí, sufriendo por las desgracias y velando por el amor de su pueblo.

muy bonita la historia, la pena es que las tradiciones por una persona que no se si sera un nuevo mesias (no hace falta), se cambien.

como por ejemplo la entrada del santo cristo ya que era de caerse las lagrimas verlo salir y entrar tocando el hinmo, no como ahora que ya todo el mundo esta cascando y fumando perdiendo la magia de verlo aparecer y desaparecer tocando el himno.

este es un ejemplo de las miles de cosas que esta haciendo

De verdad, Loseta, cuando hacéis en el foro estas valoraciones, me descoloco.¿También tiene la culpa "una persona",como tú dices, de que la gente no se emocione ante el Cristo, y fume y hable? Creo, sinceramente, que eso es responsabilidad de cada uno, de su educación, de su fe, de su respeto por la tradición...Este encono y fijación no favorece a nadie.

(A mí también me ha gustado la historia).

yo doy mi opinion y desde luego tengo muy claro que la entrada y salida de santos de la iglesia pierde mucho haciendolo de la forma que ha inventado y que rompe con las tradiciones, lo mires por donde lo mires, y no critico al que fuma o habla porque simplemente antes no se hacia, ya el acto acababa con los santos entrando y el hinmo tocado, pero ahora los santos entran en soledad, por lo que cada uno puede hacer lo que quiera.

de todas formas "una persona" puede hacer mucho bien o mucho daño a un pueblo no te quepa la menor de las dudas

a mí lo que me descoloca es la cara del cura en la puerta de la iglesia por eso no me estraña que haya más gente dentro que fuera

Pipermin estoy completamente de acuerdo contigo, no voy hacer ningun comentario sobre las intervenciones de Loseta y Anamar (quiero seguir respetando las opiniones de todos, aunque a veces me cuesta).
Ancarfama,sigue escribiendo me encanta como lo haces y me emociono cuando leo tus historias,espero que la siguiente nos llegue pronto.
Besitos para todos.

La escuela.
Las chicas llevábamos un babi blanco, con mangas largas y un canesú delantero del que salía el fruncido. Si se había muerto alguien de nuestra familia, entonces, al babi blanco se le añadían unos botoncitos negros en la parte delantera . Los chicos iban más normales, llevaban su propia ropa. A los que iban de luto se les notaba porque llevaban una franja de tela negra cosida en una manga del jersey o de la chaqueta,
Mi amiga Sole era una de las que llevaba los botoncitos negros. Se le había muerto su hermano. Por eso ella, cuando cantábamos en la escuela, se quedaba en silencio sin cantar porque estaba de luto. La maestra, la señorita Celita, le decía que cantar no era malo y la animaba a venir al corro con las demás. Al final venía, pero no quería que se enterara su madre por si se enfadaba. En su casa no se podía escuchar la radio, ni reír, ni hablar alto porque su madre se ponía a llorar.
Otra chica que se murió de la escuela fue la Manola de la Natalia, la del estanco, la hermana mayor de la Maria Consuelo.
Era la más gordita de la escuela.
Y muy simpática.
Iba peinada con raya en medio y dos trenzas que le caían delante por los hombros, una a cada lado. Las llevaba sujetas con dos lazos de terciopelo. Tenía la cara redonda y una frente muy ancha, pero lo que resaltaba de ella eran los mofletes rojos y unos grandes ojos negros y muy redondos
Hasta entonces yo creía que solo se moría la gente mayor. Nunca había tenido una muerte tan cerca salvo la de mi abuelo. Pero mi abuelo era ya muy viejo. La Manola era una chica como yo. Habíamos jugado juntas, nos habíamos peleada y habíamos hecho las paces mil veces. Nos juntábamos en la fuente, en las balsas, no sólo en la escuela. Sentí que me podía haber tocado a mí en vez de a ella. Creo que casi todas las chicas de la escuela pensábamos lo mismo y por eso su muerte nos impactó tanto.
Fuimos al entierro con la maestra. Entonces se llevaba el féretro andando desde la casa al cementerio. Las mayores llevaban una corona de flores en la que estaba escrito que no la íbamos a olvidar nunca.
No sé porque murió. Su madre decía que se había lavado la cabeza teniendo la regla y que había sido por eso.


En la escuela nos sentábamos en bancos de dos. Entonces se llamaban pupitres. Ahora le dices a un chico que no se levante del pupitre y se ríe, pero entonces los llamábamos así. Eran bancos de madera con una superficie inclinada para apoyar los libros. También tenían un orificio para poner el tintero y la pluma. Parece que fue hace mucho tiempo de esto pero no hace tanto. Ahora son raras las clases en las que no hay un ordenador, dentro de poco, seguramente, cada alumno tendrá el suyo. Sin embargo, muchos de nosotros hemos vivido los tiempos del tintero.
Luego vino el bolígrafo y fue una revolución. Ni que decir que no conocíamos los rotuladores. Llegaron cuando yo ya no estaba en la escuela.

Estudiábamos en la enciclopedia Álvarez, la que se ha hecho famosa por el libro y la película “El florido pensil”. Además para las lecturas teníamos un libro que se llamaba “Floresta” y que luego he buscado sin éxito en librerías. Se trataba de una antología de la literatura española bastante completa según mis recuerdos. Al menos consiguió despertarme el interés por los escritores que aparecían en ella.