Villaescusa de Haro - Cuenca

UN DOMINGO

Son las cuatro de la tarde. Fuera, en la calle, el silencio impera bajo un sol suave de finales de primavera y principios de verano. La gente sestea en sus casas.
Ella se da cuenta de la hora, y como su edad no entiende de pereza, deja su actividad para dirigirse a la palangana de porcelana blanca, moteada de descascarillados, que marcan los golpes o caídas que ha sufrido. Se lava la cara. Se peina el cabello, recogiéndolo en una larga y tirante coleta detrás de la cabeza. Le molesta que ni un solo pelo le venga a la cara.
- ¿Dónde vas a estas horas?-le pregunta su madre.
- He quedado con mis amigas para dar una vuelta.
- ¡Sois las más gitanas del pueblo! ¿Tú te crees que hay alguien por ahí con el calor que hace ya?
Ella no entendía de calor ni de frío. Había quedado con sus amigas, y era la primera en salir para buscar a María.; las dos, irían a por Carmen, las tres a por Ángeles. Ahora eran cuatro. En verano serían más cuando vinieran las amigas de la capital. Ya están juntas, las risas se suceden constantemente, lo que menos importa es lo que se cuentan. Todo les da risa.
Caminan, sin planearlo, en dirección a las loberas. Se acercan a la pared de piedra semiderruída y, moviendo una piedra, sacan el paquete de “celtas largos” que tienen escondido detrás de ella. Se lo reparten, y con ademán de “muy interesantes” lo encienden entre toses y muecas.
- ¿Cuánto ponemos para la merienda?
- Yo no tengo mucho dinero y hoy viene el polero...
- Ya,¡ pero un polo cuesta dos pesetas! ¿No llevas ni un duro?
- No, mi madre sólo me ha dado dos pesetas. Me dice que no he ido a por agua a la fuente cuando me lo ha pedido, que me he hecho la “longuis”...
- ¡Pos vaya!...¿Y vosotras?...
Siguen con la conversación “tan trascendente” de la economía dominical, hasta que una de ellas grita con el dedo índice estirado hacia la carretera:
- ¡Eh!...¡El polero!...
Tiran los pitillos, consumidos por el aire más que por ellas mismas, los pisan y echan a correr en dirección a “La puerta del Cerezo” (cerezo que ellas nunca llegaron a ver). Allí hay vida. Hombres en corrillos, con sus boinas o sombreros de paja, que de forma pausada y lenta se giran en dirección a la camioneta de los polos, que el tío polero ha aparcado al lado de la casa grande.
- ¡Eh, chicos, echaros un poco pa tras, que no me dejáis bajar la puerta!...
Mientras el polero, de forma ceremoniosa y tranquila, bajaba la compuerta de la camioneta, los chicos del pueblo se iban arremolinando alrededor de aquella camioneta, que despedía el olor característico de los polos de hielo tan , tan ricos, con sabor a fresa, limón, naranja...
- ¡Uhmmm!, yo me lo como despacio para que me dure más.
- Ten cuidao que se te derrite...
- No, pongo la boca debajo...
Regresan de nuevo, dirección a las loberas, al risco que le llamaban “la cama”, para que no se la quitaran. Era el lugar de privilegio para ver desde allí a todos aquellos que salían a pasear a la carretera al atardecer. Sobre todo “aquellos”, que con miradas picaronas, miraban hacia arriba, atreviéndose a veces a lanzar piedrecillas, sin ánimo de hacer daño, sólo para llamar la atención de las de su quinta.
- ¿Habéis visto?, el Mirillas le ha hecho ojitos a María...
- ¿Estás tonta?, a ti sí que te ha mirado “el camarero”...,Además, aunque sea verdad, a mí no me importa ni un pepino. No me gusta na...
- Ya, ya, si hasta te has puesto colorá...
- ¿Vamos para abajo?
- ¡Venga, sí!
Cogidas del bracete, se ponen a pasear carretera abajo. Los chicos, más adelante, van frenando el paso. Se ladean y esperan a que pasen delante. Se colocan detrás de ellas, con sonrisitas y murmullos...
- ¡Mira, si parece un tiralíneas!...¿Hacemos una circunferencia juntos?
- Ja,ja,ja...
- ¡Será tonto!...
- Oye, ¿Vais a ir al baile del bar de Pepe? Van a poner la máquina de discos y me ha dicho su hija que nos van a dejar entrar...
Risitas y murmullos son la respuesta...Uno de ellos se pone a la altura de Carmen, que va en el extremo....

Este jugueteo se sucede un domingo tras domingo, haciendo el día diferente a los demás, porque hay polos y , con un poco de suerte hay baile en el bar de Pepe, y las dejarán pasar.
- ¡Ay va! Ya han encendido las luces! Yo me voy que si no , mi madre me monta el pollo...
Las luces indican el final de la semana y el recogimiento casero en Villaescusa, para recibir al lunes, que será un día más.

gracias por este ratito.

Muchísimas gracias a ti por leerlo.
Un saludo.

No hacía falta mucho para divertirse ¿verdad?.
Me gustan mucho tus historias. Yo también te doy las gracias.

Ancafarma, tu último relato me despista sobre tu identidad. REflejas muy bien el habla femenina . Ahora no sé si eres hombre o mujer.Lo que sí debes ser es una generación anterior a la mía si has vivido esas cosas...¿me equivoco? Muy bien recreado el ambiente. SEguimos con las historias...

ANCARFAMA, seguramente tienes por ahí, alguna historia preciosa , sobre la pesquera, cuando había tréboles de cuatro hojas, y los patitos eran de galleta. Dale vidilla al foro y juega con la realidad y la imaginación, como tú sabes.