Tarancón - Cuenca

Traición y negocio sindicales

La actividad sindical al margen de la CNS, el sindicato vertical oficial del franquismo inspirado teóricamente por el corporativismo de raíz fascista de la Falange, fue inexistente en los “años azules” de la postguerra.

Pero en los años 50 se dieron conflictos obreros puntuales y espontáneos, apolíticos: el boicot a los tranvías de Barcelona en enero de 1951, la huelga vasca un mes después, el boicot a transportes, bares y espectáculos de mayo en Madrid (llamada la “huelga blanca”), y sobre todo las huelgas mineras asturianas de 1962-63.

Es entonces cuando surgen las CCOO, Comisiones Obreras, comisiones puntuales que se forman ante un conflicto concreto y que desaparecen con este, sin continuidad.

Los minúsculos grupos políticos clandestinos se percataron de la nueva situación surgida del relevo en los cargos institucionales, de la Falange por los tecnócratas del “Opus Dei” y de las ventajas que ofrecía la nueva “Ley de Convenios Colectivos” de 1958 con elecciones relativamente libres a enlaces y jurados de empresa, englobada en el “Plan de Estabilización” de 1959.

No fue un descuido del régimen: en dos años fueron destituidos casi 2.000 cargos sindicales. En nueve años serían 50.000. Aún así, la política de “entrismo” en los sindicatos verticales fue adoptada por el PCE a costa de la detención de muchos de sus militantes, para prestigiarse e infiltrar las nacientes CCOO. Lo logró en apenas dos años, dominando las Coordinadoras nacionales y locales, dejando los sectores en manos de los grupúsculos maoístas, troskistas (OCE-BR, MCE-LCR, ORT, AC...), anarquistas y consejistas, que, según sus cálculos, serían neutralizados en cuanto la legalidad permitiera un control más directo de la estructura sindical.

La crisis del petróleo alcanzó con toda su virulencia a España en 1974. En el último trimestre de ese año se produjo el mayor número de conflictos colectivos (entre el 50-60 % más que los anteriores años), más del doble de horas perdidas que en el 72 y el 50 % más que en el 73. Un 80 % más de pérdidas de producción que en el año anterior.

En plena oleada de conflictos de la etapa 1974-76 (casi 4.000), CCOO da la consigna de “copar el sindicato oficial desde dentro” en las elecciones sindicales del 75. Lo lograron en los escalones de fábrica, pero no en los estratos superiores.

Fracasaron también al intentar instrumentalizar las huelgas de enero de 1976 en Madrid a través de los órganos legales de las UTT, en sus manos. Por otra parte, la tesis de formar un sindicato único con UGT y USO (con CCOO como socio mayoritario) fracasó tanto por la oposición de estos como por la división interna entre los mayoritarios pro-PCE y los minoritarios izquierdistas, así como el proyecto de transformarse en un “movimiento socio-económico” y un “sindicato de nuevo tipo”.Y es que en la Asamblea de CCOO de julio del 76 en Barcelona se constata la hegemonía absoluta del PCE en el sindicato.

En la etapa de la Transición Política se daría un trasvase entre miembros de CCOO y de la CNS... ¿quién infiltró a quién?. No hay que olvidar que la CNS tenía 34.000 funcionarios. Rafael Vera, cargo socialista del Ministerio del Interior, encausado por el “caso GAL”, fue uno de tantos. La UGT , como el PSOE, fue prácticamente inexistente hasta 1976, a remolque de la aparición del partido.

La primera etapa de gobierno de UCD, comandada por Adolfo Suárez, tuvo como meta estabilizar la nueva situación política. En el plano sindical ello pasaba por aprobar el “Estatuto de los Trabajadores” y las elecciones sindicales a los nuevos Comités de Empresa.

Los sindicatos minoritarios de la extrema-izquierda (la anarquista CNT, el SU de la ORT, el CSUT del PTE, la AOA del PCE (M-L)...) sabían que no tendrían posibilidades en unas elecciones (políticas o sindicales) y se marginaron de ellas y del Estatuto.

Ello entronizó a los “interlocutores válidos”, igualmente minoritarios aunque no tanto, pero dóciles a los cambalaches políticos de unos y otros.

Así quedaron afianzados las CCOO dominadas por el PCE, la UGT socialista y la USO, de inspiración cristiana, que terminaría muy disminuida y asimilada por separatistas y “profesionales”.

Este sistema permitía tener una estructura sindical estable, con las periódicas movilizaciones provocadas por los periodos electorales a favor de la izquierda, el PCE y el PSOE.

En la etapa de gobierno socialista existió una discrepancia entre el sindicato “oficial”, la UGT, y la opositora CCOO-PCE. También se dio al final de los mandatos socialistas un enfrentamiento entre el líder sindical Nicolás Redondo y la cúpula del PSOE, saldado con la victoria de esta.

Al margen quedaron la CNT, desarticulada por el “caso Scala”, un oscuro atentado a una sala de fiestas barcelonesa, y por su creciente “culturalismo” libertario (feminismo, minorías sexuales, ecología...), heredero más bien del inexistente mayo-68 español (hoy en manos de los “nuevos movimientos sociales” “políticamente correctos”) que de la militancia anarcosindicalista de los años 20 y 30.

De la CNT surgiría una escisión, la del Congreso de Valencia, a principios de los años 80, supuestamente anti-FAI, antianarquista, pero prontamente escorada hacia los separatistas: la CGT. Después nada. El resto de la extrema-izquierda desaparecería por la misma época con sus fantasmales sindicatos y partidos revolucionarios, fagocitados también por los nacionalismos disgregadores.

La estabilización definitiva del sistema sindical se dio con la huelga del 14-D, en diciembre de 1988, bajo gobierno socialista. El presidente Felipe González advirtió: “Tomo nota (...) pero en democracia lo que cuentan son las urnas”. Fue el fin de los movimientos sindicales como tales, en lo que influyó además la decadencia del PCE, finalmente degradado en IU.

La etapa socialista estuvo salpicada de grandes e insólitos escándalos financieros. Fue al final de esa etapa, en otoño de 1993 cuando estalló el escándalo de la estafa de PSV, la cooperativa de viviendas de la UGT, que terminó con un pasivo de 130.000 millones de pesetas y cientos de trabajadores sin ahorros y desengañados del socialismo sindical en acción.

A pesar de la situación del grupo IGS/PSV, el PSOE dejará pudrir su situación desde 1991 al 93. Con la huelga del 27 de enero, Nicolás Redondo, secretario general del sindicato, es sometido a una brutal lucha por el poder en el 26º Congreso ugetista.

La denegación del aval a PSV, que sí obtuvo su sucesor, Cándido Méndez, por valor de 5.600 millones de pesetas, fue determinante en su caída, así como la actitud que mantenía frente al gobierno socialista. Después de Redondo, UGT volvió a hermanarse con el PSOE.

Con la caída del socialismo aparece, en febrero de 1995, otro escándalo sindical: el del cobro de "servicios sindicales" a las empresas que realizan ajustes laborales. Estos pagos son para “asesorar y negociar” planes de viabilidad empresarial. Los trabajadores afectados desconocen la existencia de estos pagos y su cuantía. Y es evidente que no se puede ser juez y parte.

Ya en 1990 CCOO y UGT firmaron el III Convenio de la Administración con un pacto complementario (no publicado en el BOE) de una “subvención” de un millón de pesetas anuales. También se sabe que cobraron por los ajustes en SKF, Elcano e Iberia, etc...

Y no sólo sacan dinero de esto. El presupuesto anual de UGT-CCOO es de 10.000 millones de pesetas anuales. Las partidas asignadas para ellos en los Presupuestos Generales del Estado son de 1.000 millones anuales cada uno. Además reciben dinero de las CCAA, el INSS, el INEM y el CES. Y de los ingresos de los “liberados” de las grandes empresas, especialmente públicas.

Así como en Vasconia se reparten el pastel de las subvenciones CCOO, UGT y el sindicato nacionalista STV (ELA), en la región catalana son los dos grandes los que cumplen la función nacionalista, dando cursos de "lengua propia" y participando entusiásticamente en las "orgías" nacionalistas (11-septiembre, congresos de CyU y ERC, inauguración de monumentos nacionalistas y cambios de nombre -p.ej. Coscubiela, secretario general de la CONC, presentó en 2001 el cambio de denominación del Estadio de Montjuic, por el de Estadio Lluis Companys, como un gran triunfo de la "clase trabajadora"...¡ increíble! ... esa es la "lucha obrera" nacionalista - ), que no guardan relación alguna con la historia del movimiento obrero ni con las reivindicaciones de este.

No es extraño que la CCOO catalana se llame CONC (Confederación Obrera NACIONAL de Cataluña) y que en sus manifestaciones haya más banderas catalanas que rojas.

Últimamente los nacionalistas radicales intentan crear un sindicato “profesional” cuyos cargos son nacionalistas emboscados, lo que ya explicamos en otro lugar. Es la Confederación de Sindicatos de Trabajadores, con ramificaciones en casi todas las regiones españolas (con la participación del STV vasco y el SOC andaluz) y con especial incidencia en la enseñanza, cuyas verdaderas finalidades profesadas por los dirigentes, y que no necesitan ser conocidas por los militantes, consisten en, bajo la apariencia de sindicato, promover en toda España movimientos secesionistas e inestabilidad institucional.

En Vasconia, con la salida de Nicolás Redondo y su hijo, el PSOE ha impuesto su línea de colaboracionismo con la dictadura nacionalista, agravada con la llegada al poder de Zapatero gracias al terrorismo islamo-nacionalista.

En Galicia, la Confederación Intersindical Gallega es claramente nacionalista.

Esta influencia nacionalista ha llegado hasta la decadente CNT, que con una ideología desfasada, no sabe cómo afrontarla y hace que parte de su militancia termine claudicando.

En la década de los 90 los sindicatos han creado sociedades. Desde aseguradoras y agencias de viajes a cooperativas y gestión de fondos de pensiones. Hay que tener en cuenta que mueven cantidades impresionantes en la gestión de prejubilaciones, planes de vacaciones... pactados con los grandes grupos como Endesa, Correos o Telefónica, con los que establecen importantes vínculos económicos, lo cual es contradictorio nuevamente con su labor sindical, más que dudosa.

Otro chollo son las ayudas a formación, que se reparten con la patronal hasta un 80 % del total, unos 100.000 millones de pesetas. Estos fondos surgen de las nóminas de todos los trabajadores y de fondos comunitarios. Sólo las “ayudas complementarias” ya totalizan 10.000 millones de pesetas. UGT y CCOO se llevan un 20 % cada uno, de ambas cifras.

En las inspecciones aleatorias que se realizan, se verifica un 33 % de gastos injustificados. La cifra global de este fraude sería de 25.000 millones de pesetas.

Estas verdaderas mafias que son los sindicatos no tienen suficiente y exigen cobrar cantidades fijas a los no-afiliados, es decir más de un 80 % del total. El % de afiliados es el segundo más bajo de la UE, después de Francia.

Tras la caída, el PSOE “recolocó” a sus cargos en las consejerías laborales de embajadas, servicios exteriores etc..., y entre ellos los ugetistas. Por ejemplo, el ex-secretario de organización de UGT, Antonio Saracibar, fue a la de Lisboa, y a la de Santiago de Chile fue José Valentín Antón, ex-secretario de formación y ex-secretario general de la UGT catalana. Su sueldo era de casi un millón de pesetas mensuales en 1996, con categoría de oficial 1º administrativo. Con la misma categoría en la embajada de Lima estuvo Luís Fuertes Fuertes, de la ejecutiva de la UGT catalana, cobrando casi millón y medio. Y no es casualidad que entre los mejores colocados figuraran los provenientes de la zona catalana. Además de los casos más significados, se da una pléyade de cargos de menor significación que han obtenido prebendas muy apetitosas.

Otra vía de colocación fueron las oficinas técnicas de cooperación, dependientes de la ACI, establecidas desde 1988, y que la FEDECA (Federación de Asociaciones Superiores de la Administración Civil del Estado) han denunciado como no-necesarias y desconectadas de las embajadas.

Es decir, verdaderos nidos de personal no-funcionario con sueldos de altos cargos, enchufismo y baja cualificación, igual que en el caso de las consejerías laborales.

En la Ley de Presupuestos de 1990 ya se aseguraba a los altos cargos el mantenimiento de su sueldo, independientemente de su posterior destino, con sólo tener dos años de antigüedad en el cargo.

Y la Ley de Presupuestos del 92 aseguró a los secretarios de Estado recibir un sueldo de desempleo de 700.000 pesetas Y la Ley de Presupuestos del 92 aseguró a los secretarios de Estado recibir un sueldo de desempleo de 700.000 pesetas durante dos años, compatible con el cobro de otra renta, incluso de otro sueldo de la Administración.

Mientras tanto recortaban la cobertura del desempleo de los trabajadores.

Esta es la “lucha” heroica de los sindicatos. Otro negocio, otra mentira, y más apoyos a las tiranías nacionalistas

A ver si hacen oposición de verdad los sindicatos y no charangas insultantess contra el PP como lo ha ido haciendo durante el 2009, lo que deben de hacer es atacar al PSOE que no les hace ni P... caso si de verdad quieren defender a los trabajadores de ZETAP alias "El Rey del Paro" tanto amagar con una Huelga general como la de antaño con felipe gonzalez y luego se achantan los sindicatos. Menudos defensores de pacotilla UGT y CCOO de los trabajadores y de los parados.

los sindicatos son un cuento,bueno mejor dicho los representantes que la mayoria estan medio jubilados y encima cobran por no hacer nada.porque cuando una empresa va regular, en vez de ayudar a levantarla lo unico que les preocupa es finiquitarla, en vez de intentar llegar a algun tipo de acuerdo para poder seguir funcionando solo se ocupan de la liquidacion y ala todo el mundo al paro.y ellos cobrando dos sueldos