Puebla del Príncipe - Ciudad Real

Aquella noche dormí muy mal, si es que dormí algo, los veteranos estuvieron casi toda la noche gastándonos bromas y me acojonaron bastante, pero todo empezó unas horas antes.
Llegué a Donosti, (San Sebastián) ya de noche cerrada, el autobús me dejó a la orilla de un puente que cruzaba un río, cuyo cauce estaba hecho de piedra y cemento y tenia una profundidad de varios metros, el puente tenia (y tiene que tener) 73 pasos míos de orilla a orilla (los conté el día que me licencié y lo crucé por ultima vez) cuando cruzaba el puente para ir a mi destino, donde iba ha pasar un año de mi vida, (el Regimiento Mixto de Ingenieros Nº 6 que se encontraba al otro lado del “Río Urumea”) miré hacia abajo, el Río llevaba poca agua.
Aquella mañana del mes de Junio en mi nuevo destino, todo era diferente, nueva ciudad, nuevo cuartel, nuevos compañeros,……Y un rio al lado, pero para mi sorpresa ese río que la noche anterior no llevaba mucha agua, en aquella mañana, casi iba desbordado, no faltaba mucho para que el agua se saliese del cauce, pensé que quizás esa noche en la montañas río arriba, alguna tormenta descargó bien, y la riada llegaba en ese momento. Pasaron unas horas y poco a poco la riada fue aminorando, y el río se quedó como lo había visto la noche anterior, no mucha agua, muy contaminado, con sus aguas muy negras y flotando bastantes plásticos junto a otras basuras. Pasó ese día, y al día siguiente, la historia se volvió a repetir, el río otra vez bajaba con su cauce de orilla a orilla lleno de agua. -¡hostias! ¿Que pasa aquí? Si ha estado raso y no ha llovido, ¿a no ser que en las montañas haya vuelto ha haber tormenta?, esto carece de lógica, debe de haber sido eso, ya se sabe que “las nubes guardan lindes” y por aquí ha estado raso totalmente y unos Kilómetros mas arriba en las montañas, la tormenta ha vuelto a descargar con fuerza. Con estos razonamientos estaba yo queriendo solucionar este misterio. Pasó ese día, y al día siguiente otra vez la misma película. -¡Esto ya van ha ser muchas nubes! Me decía a mi mismo, pero por mas que pensaba no encontraba otra solución, y aunque me intrigaba el asunto no quería preguntar a nadie, por que se pueden reír de ti y tratarte de tonto.
Pasó otro día, y la escena volvió a repetirse, yo seguía intrigado y sin preguntar, y por fin al día siguiente lo comprendí todo al observar como los plásticos que flotaban en el río, esta vez se desplazaban contra la corriente.
Me acordé en aquel momento de las clases de naturaleza en la escuela, pero jamás había llegado a imaginar que fuese así, yo antes ya había estado a la orilla del mar en Valencia y en Barcelona, pero la “Marea del Cantábrico” es otra cosa.

JOSA.