Puebla del Príncipe - Ciudad Real

¡Ha llegado el afilador, se afilan los cuchillos, las tijeras, las hachas,...!
Piroriroriiiiiiiiiiiiiiii piroriririiiiiiiro—
Las notas musicales resonaban por todas las esquinas de la Puebla, desde las cuatro esquinas del Atrio a la calle de la Olivilla, y desde el almacen de la carretera hasta la Plaza, donde se encontraba la tienda del “rojete” y al cual no le hacía mucha gracia por aquello de la competencia.
Era la sinfonía de la flauta del afilador y, a los que la hemos oído, mejor dicho a los que hemos tenido la suerte de llegar a oír esa escala musical hacia arriba y hacia abajo, nos hace subir al tren de los recuerdos, huele, porque los sonidos huelen, a costumbres de toda la vida, huele a viejas usanzas, a viejos hábitos y conductas.
Huele a mi madre escriño en el costado bajando del horno de “Pichote”, huele a cántaros yendo a la fuente de la Costaneta, huele a sonido de carros tirados por mulas a lo largo de la calle Cervantes, huele a charca con sus bobas, huele a trilla y costal, a cámaras preñadas de trigo.
Con su boina y su rueda de amolar, interpretaba su sinfonía y esperaba a que las vecinas sacaran las viejas tijeras de coser ya casi sin hoja, el hacha de cortar leña para alimentar la lumbre de los duros inviernos o un cuchillo de matanza.
La rueda de amolar, la apoyaba en un soporte con un pedal al cual iba dando y hacia que la piedra se moviera, entonces…. ocurría aquel milagro, la piedra empezaba a echar chispas, que los chiquillos intentábamos cazar pensando que era algo mágico, aquellas pequeñas estrellas al alcance de la mano. La piedra echaba chispas sin piedad y, la chiquillería luchaba por conseguir más estrellitas fugaces que el de al lado.

El sonido del afilador era su pregón por las esquinas, no le hacían falta palabras, la música salida de la mágica flauta del afilador entraba por puertas y ventanas, y las mujeres al oírlo eran cautivas de ese conjuro e invocación, que les hacia sacar de las cocinas tablas enteras de cuchillos desafilados, tijeras que no cortan ni el papel y las herramientas del campo de los maridos, hoces, picos y escarpillos.
Las comadres se acercaban, de tres en tres y el afilador humildemente recibía de todo y, casi con miedo les decía el precio “son dos pesetas” , mi madre siempre le pedía una rebaja porque llevaba media docena de cuchillos que no cortan nada y, el afilador aceptaba.
Recuerdo hasta su nombre: Ángel, Ángel el afilador, toda su vida andando con la máquina afiladora, por esos caminos de Dios, heredó el oficio de su padre, que a su vez heredo del suyo y caminando y haciendo escalas, llegaba a todos los pueblos de nuestra provincia, cuando los abandonaba lo hacia feliz porque se iba con su labor bien hecha dejaba listas para poder trabajar con ellas las herramientas de subsistencia de nuestro pueblo rural.

me se han saltao las lagrimas leyendote, que tiempos aquellos.

Y lo que dice la leyenda y se te ha olvidado, al dia siguiente de estar el afilador un vecino del pueblo las doblaba.

UN SALUDO-

Llanero solitario

Precioso escrito, muy bien detallado y que nos ha transportado por un momento a años atrás tan cercanos pero, sin embargo, ya tan lejanos.

Particularmente he vivido esos y algunos otros momentos como los que nos has hecho recordar y no tiene uno por menos que pensar que empezamos a tener ya bastantes años y aún puedo recordar las cantareras con sus 2 ó 3 cántaros para ir a buscar el agua, con una especie de carrito en el mejor de los casos. ¿d'ánde vienes?, den ca pichote...ésto lo he oido cientos de veces, parece como si me "atronara" la cantinela.

Gracias por el recuerdo,


Saludos,


Isidro

¡Precioso!...........
¿Alguien sabe como se llama la flauta del Afilador?

Saludos. Josa.

LA FLAUTA DEL AFILADOR SE LLAMA ZAMPOÑA.

ESTUPENDO RELATO,ME RECUERDA MUCHO UNO DEL SEVILLANO ANTONIO BURGOS.

RECOMIENDO ESPECIALMENTE SU LECTURA SE LLAMA OYENDO AL AFILADOR.


UN CALUROSO SALUDO.

JOSE LUIS.

Vaya mañana que se ha pegado hoy el afilador con la flauta esa por las calles de la Puebla, tengo todavia el sonido metido en los oidos, afilar no se si habrá afilado pero de pegar chiflazos se ha hartado.

UN SALUDO

Llanero solitario